viernes, 2 de octubre de 2009

Palabra y evolución

No hay arma mas peligrosa que uso del lenguaje.
Y eso es así porque las palabras son el pasaporte a los mecanismos mas íntimos de nuestro intelecto.
A lo largo del siglo XX la izquierda ha desarrollado una dialéctica manipuladora que les ha permitido permanecer, hiciesen lo que hiciesen, en el ámbito de lo moralmente deseable.
Del mismo modo, la demonización sistemática de los principios conservadores mediante el uso sutil, y no tan sutil, de adjetivos descalificadores, ha derivado en una confusión semántica, (universalmente aceptada) que ha modificado la forma de pensar del hombre del siglo XXI.
Si a eso unimos la parcial y muy deficiente alfabetización que ha sufrido nuestra sociedad, lo que nos encontramos es un panorama desolador en el que el relativismo obliga a justificar los axiomas sobre los que se han cimentado los últimos veinte siglos de Historia.
Este esfuerzo, cuyos frutos estamos contemplando en una sociedad hedonista y hueca, se ha dirigido a obtener un rebaño manipulable, obediente, cobarde, insolidario, etc., pues sólo bajo estas condiciones se puede implantar en una sociedad un régimen totalitario.
Nada es fruto del azar... todo está sutilmente manipulado.
Los gobiernos del PSOE – sistemáticamente – traen a España la ruina económica. Aumentan el paro, los impuestos, la desmembración social, formalizan la corrupción, retuercen la ley... nos colocan en una situación propicia para que la lucha de clases prospere.
Cuando las necesidades mas elementales de una familia se ponen en peligro, cualquier cosa es posible, cualquier promesa creíble, cualquier mentira aceptable... solo hay que decir lo que se quiere oír (aunque no responda a la realidad).
Tal vez, sólo tal vez, nuestros políticos son sólo los ejecutores de un plan meticulosamente elaborado... me cuesta mucho trabajo creer que sean tan tontos como parecen.
Sacadas de contexto, las frases que pronuncian nuestros dirigentes podrían formar parte de un libro de Mihura, de Muñoz-Seca o de Groucho Marx... como sarcasmos no están mal, pero dichas con convencimiento, se convierten en estupideces antológicas.
Decir que nos hacen un favor disminuyendo nuestro poder adquisitivo, que la misión de la oposición es arrimar el hombro, que subir dos puntos el IVA no afectará al consumo, y un largo etcétera de despropósitos que ofenden al mas puro sentido común (y hacerlo – además - sin coste político alguno), sólo es posible en una sociedad incapaz de gobernarse.
Y no sé si el problema es de desidia, de egoísmo, de envidia o, simplemente, de decadencia moral, pero la evolución que cabe esperar en nuestro cuerpo social, no es nada halagüeña.
Como ejemplo de los efectos perniciosos de esta campaña, puedo citar algunos que me llaman poderosamente la atención.
De la noche a la mañana el término “disciplina” ha pasado a ser una palabra con significado negativo... y lo mismo le ha sucedido a palabras como “autoridad”, “patriotismo”, “religiosidad”...
La perversión de los términos “disciplina” y “autoridad”, asociados por la progresía a “fascismo”, “totalitarismo”, “represión”, etc. nos ha llevado a tener un sistema educativo en el que los profesores de instituto tienen que adquirir la condición de agentes de la autoridad para mantener el orden el las aulas. Un orden sin el cual no es posible el aprendizaje.
La paradoja del patriotismo es otra... en España sólo se admite el patriotismo cuando es contra la Patria. Cualquier bandera es respetada excepto la española.
La palabra condiciona el pensamiento... tanto más cuanto menor es el intelecto que la percibe.
Nuestra sociedad va alcanzando poco a poco la categoría de rebaño.
El voto descansa en las vísceras, no en la razón... el instinto sustituye al intelecto.
Duele ver como dos mil años de civilización cristiana, veinte siglos de esfuerzo por elevar al hombre al estrato espiritual que le corresponde, se vienen abajo.
Volvemos a la ciénaga.
¿Será que Zapatero es nuestro próximo paso evolutivo?...