miércoles, 28 de junio de 2017

De orgullos y cavernas

Hoy un colaborador de “El Mundo” se ha descargado con un artículo (por llamarlo algo) poniendo a escurrir a “la caverna”, que – según el escribidor – son todos aquellos que por una u otra razón no aprueban abiertamente el lamentable espectáculo de los faustos de “Pride”.
Según el pulsateclas, en España es necesario mantener un día (o un mes) del orgullo gay como reivindicación política porque hay países donde se persigue a los homosexuales y porque – según estadísticas sacadas de alguna manga morada – en las calles de las ciudades españolas se agrede a un homosexual cada dos horas y media.(?)
Cabría recordar al escribiente que algunos de esos países donde se persigue a los homosexuales y que tanto justifican la necesidad de realizar ciertas astracanadas, son los mismos que apoyan económicamente a sus socios en esto de las celebraciones.
Sin ánimo de ser exhaustivo podría citar (a bote pronto) Cuba e Irán, muchos países musulmanes, la Gran Madre Rusia donde si bien no los persiguen abiertamente, tampoco les dejan manifestarse y algunas dictaduras americanas donde los matan de hambre (a ellos y a los que no son como ellos).
Omite también el juntapalabras, cualquier alusión al hecho de que en estos zafios y ruidosos espectáculos la ofensa a los cristianos (colectivo si cabe mas numeroso que el LGTB) es aplaudida con entusiasmo sin que el colectivo ofendido tenga derecho a la menor réplica.
El calamar que firma la entrada mete en el mismo saco a tirios y troyanos haciendo un ejercicio de intolerancia muy por encima del que adjudica a los que no siguen a pié juntillas el dictado del lobby para el que trabaja.
Cavernícola soy, que le vamos a hacer.
No estoy en contra de que los homosexuales reivindiquen lo que les parezca mas adecuado para sus intereses… lo que me molesta de verdad es que lo reivindiquen ciscándose en mis creencias y faltando al respeto a unos cuantos millones de españoles que – por la razón que sea – no tenemos porqué aprobar que para reivindicar cosas haya que enseñar las nalgas… que no es solo una falta de respeto, es un atentado al buen gusto.
Y – seamos sinceros – una semana dando la matraca y colapsando el centro de Madrid es a todas luces un exceso.
Y no lo digo mas alto porque eco de mi caverna me dejaría sordo.