lunes, 3 de abril de 2017

Los discursos del voto

De unos años a esta parte el españolito de a pié está abocado a suscribirse al “discurso del miedo” o al “discurso del odio”.

En el voto, el peso de estos discursos es demoledor.

La izquierda se adhiere con entusiasmo al discurso del odio. Es éste un discurso zafio, cuajado de medias verdades, mentiras manifiestas, populismo barato y estupideces gigantescas… pero eficaz con las tripas que – seamos sinceros - es el órgano que usa el español cuando decide su voto.

La derecha política explota esta adhesión irracional de la izquierda al soniquete revolucionario para acorralar a su votante tradicional con la amenaza del Diluvio Universal… y le funciona de maravilla.

Por un lado el “voto de la entraña”, por el otro, el denominado “voto útil” que, a la postre, sólo resulta de utilidad a los sinvergüenzas que lo propugnan.

Admito haber sucumbido en unas cuantas ocasiones al voto útil.

Con la “pinza en la nariz”, por “el bien común”, para “evitar el desastre”, he dado mi voto a un grupo político miserable que no me representa ni merece mi respeto.

Pero el hastío me supera.

En las próximas pantomimas, o bien no me acercaré a la pecera, o iré a votar por algún partido minoritario que no me ofrezca dos tazas de este caldo.

A esta decisión ha contribuido también ver la deriva que va tomando ese partido que dice ser de derechas pero hace la política de Zapatero (el peor presidente del gobierno en España desde que nos escaqueamos de ser una república socialista soviética)... un partido que puede cambiar diputados con Ciudadanos e incluso con el PSOE sin que le crujan las cuadernas.

De hecho, hace tiempo que vengo manteniendo que para hacer de Felipe González nos sobran gallegos.

¿O no?

sábado, 1 de abril de 2017

El Poder Judicial contra la democracia

Una Democracia se puede echar a perder por muchas razones, pero – en mi opinión – el colectivo con mas medios para arruinarla es el judicial.
Cuando el ciudadano percibe la falta de Justicia en sus Instituciones, el trato de favor a los poderosos o la interpretación caprichosa (a veces rocambolesca) de la ley, lo relaciona directa e inequívocamente con la degeneración del Estado de Derecho… y es así, en esto no se equivoca.
Es cierto que en tiempos de bonanza, cuando las necesidades básicas del ciudadano están mas o menos cubiertas, el “pueblo” (ese ente perezoso y dúctil que construimos día a día entre todos) tiende a ser benevolente con la corrupción (ande yo caliente...)
Porque asume que si el problema se resuelve con dinero, no es un problema, es un gasto… y si tengo dinero para acometerlo, el problema no existe.
Cosa distinta es cuando pintan bastos.
A quienes llegan a final de mes con las habas justas o en déficit de habas, se les antoja una ofensa que la justicia no se emplee a fondo con los que viven de sustraerle las habas a los demás.
Sucede también que en asociaciones jurídicas de tan buen nombre como “Jueces para la Democracia”, lo que se esconde es algo que – obviamente – debería ser punible en el colectivo , un sesgo político… la interpretación de las leyes en función de los intereses políticos del momento.
No existe el colectivo “Jueces para la Justicia” porque erróneamente se presupone que por el mero hecho de ponerse una toga y tener los conocimientos técnicos pertinentes, un juez impartirá justicia.
No hay juramento hipocrático… la ética se les supone.
Es cierto que se arbitran procedimientos para evitar las sentencias onerosamente injustas, pero (y estamos hartos de verlo) como el perro no come perro, tan sólo se aplica la exclusión o se sanciona a aquellos que: o bien no hay otro remedio porque la prevaricación ha sido monstruosa, o porque se genera “alarma social”, concepto que escapa del todo a mis conocimientos del Derecho y cuya relación con la administración de justicia no acabo de ver claro.
Así hay jueces que entran en política y luego regresan a la judicatura como si tal cosa, dándole – de paso – una patada a Montesquieu en salva sea la parte.
Hay jueces que emplean sistemáticamente los recursos que hagan falta para buscar corrupción en un partido político de determinada ideología, mientras hacen la vista gorda con los escandalosos casos de aquellos partidos con los que simpatizan… haciendo – además - que las acciones judiciales salten a la prensa cuando mas daño pueden hacer a los partidos a hundir (vísperas de elecciones, campañas de desprestigio…)
A Rita Maestre, por ejemplo, la absolvió un juez que ha manifestado en múltiples ocasiones su simpatía por el “movimiento transversal” bolivariano en el que milita la citada exhibicionista… las malas lenguas dicen que incluso pertenece al citado movimiento.
No sé si en España llegaremos a ver al poder judicial trabajando al servicio exclusivo del poder político como sucede en democracias fallidas como la venezolana (a Maduro me remito), pero les aseguro que el tema me produce muchísima inquietud.