domingo, 16 de febrero de 2014

Lebensunwertes Leben

Ante la vida sólo hay dos posturas: estar a favor o estar en contra.
Cualquier otra postura es una incoherencia.
No se puede, sin caer en seria contradicción, respetar la vida de un ser humano y de otro no. De ahí viene la sistemática creación de eufemismos que permiten amparar estas incoherencias.
En la Alemania de finales de los treinta se acuñó el término “Lebensunwertes Leben”, que traducido literalmente viene a ser algo así como “vida indigna de la vida”.
Con este término se empezó a designar a los enfermos mentales y a los discapacitados físicos, pero tardaron muy poco en meter en este saco a disidentes políticos, pedófilos, homosexuales, matrimonios interraciales y delincuentes en general.
Además crearon un segundo grupo de elementos “susceptibles de generar conflicto social”, y en este conjunto incluyeron al clero, los comunistas, los judíos, los gitanos y los testigos de Jehová, entre otros grupos sociales.
Se lanzó el programa Action-T4 para eliminar a personas señaladas como “enfermos incurables”, “niños con taras hereditarias” o “adultos improductivos”.
Se estima que fueron asesinadas entre 200.000 y 275.000 personas, aunque fuentes más moderadas la sitúan en “sólo” 70.273 víctimas.
Por supuesto, al igual que ahora, estas atrocidades parten de la base de no considerar a la victima un semejante del ejecutor. De alguna manera el ejecutor es “superior” o “diferente” al ejecutado.
Los países supuestamente civilizados, bajo regímenes supuestamente democráticos, abanderamos la cruzada de la muerte en un ejercicio de hipocresía que algún día, cuando la humanidad recobre la cordura, las generaciones venideras nos echarán en cara.
Nace en nuestras sociedades el “derecho” a matar a un ser humano inocente, mientras se elimina el “derecho” a matar al culpable de un crimen. Se elabora jurisprudencia a favor de los “derechos” de los animales mientras se niega este derecho a las personas (personas pequeñitas, pero personas).
Todo esto, desde luego, disfrazado de humanitarismo “pata negra”.
A veces la escusa es “paliar el sufrimiento” de la victima, otras “evitar daños psíquicos” en el verdugo, a veces se recurre al término “terapéutico” para definir el crimen… todo para no reconocer que se está privando a un ser humano de su vida.
No se recurre a la mejora de la raza porque está mal visto, pero acabar con un feto a quien se le detecta síndrome de down, o que viene con algún tipo de malformación – coincidirán conmigo – se parece mucho a lo que podríamos denominar (para que no suene a nazismo) darwinismo activo.
En los últimos días he escuchado argumentos aterradores acerca del gasto económico que supone mantener a esas personas a quien no se puede calificar de “subnormales” o “discapacitados” porque las palabras “subnormal” y “discapacitado” son políticamente incorrectas.
La ministra francesa de los “Derechos de las Mujeres”, una tal Najat Belkacem-Vallaud, una rifeña muy mona, que todo hay que decirlo, ha llegado declarar que el número de abortos en Francia aún es “muy bajo”. Según parece, que el 35% de las mujeres francesas ya hayan abortado alguna vez y que, sólo el año pasado, 220.000 niños fueran abortados en la República de la Libertad, es una situación que hay que corregir… Al fin y al cabo 810.000 embarazos llegaron a buen término (lo cual, parece ser, es inaceptable).
En Bélgica se está despenalizando la eutanasia infantil, y la novedad es que se puede matar al niño antes de los 12 años, cosa que no sucede en Holanda donde se defiende que - al menos – hay que dejar cumplir al niño 12 años antes de matarlo.
El genocidio de Srebrenica acabó con 8000 personas.
Si somos medianamente coherentes, no nos queda mas remedio que reconocer que sólo en Francia han cometido 27’5 “Srebrenicas” el año pasado.
¿Sabe cuantos abortos se han practicado en España en el 2012?, yo se lo digo: apenas 118.359… al cambio, 14’7 “Srebrenicas” de nada.
Y todo en nombre del progreso y la modernidad…
Seguiría escribiendo, pero si me disculpan, tengo que levantarme a vomitar.

viernes, 14 de febrero de 2014

¿Por qué?

Nos desarrollamos alrededor de una pregunta.
Salimos de la infancia desesperando a nuestras madres con un permanente “¿Por qué?” en la boca.
Y ahora, cuando mas cualificados estamos para hallar respuestas, cuando nuestra madurez nos permite leer, cotejar, investigar, comparar… renunciamos al “por qué”.
Quizá nos hemos hecho al "porque sí" o, simplemente, el ritmo frenético que nos envuelve nos aleja de la paz necesaria para meditar sobre las cosas.
Una sociedad utilitaria, inmersa en lo inmediato, no da para filosofías.
Sin embargo, ante los grandes problemas de nuestra realidad, deberíamos empezar siempre por el “por qué”.
¿Por qué una sociedad sana, debería negociar con asesinos?
¿Por qué hay que conceder a ETA un trato diferente al que se concede a cualquier otro criminal?
¿Por qué debemos permitir que un reducido grupo de españoles decida sobre una parte de España sin contar con el resto?
¿Por qué tenemos que admitir que un feto de tres meses no es un ser humano?
¿Por qué hay que consentir que las reivindicaciones sociales terminen en batallas campales, con destrozos e incendios?
¿Por qué tenemos que aceptar que se limite la libertad de expresión en una universidad?
¿Por qué hay que plegarse a la violencia de los de siempre?
¿Por qué hay que permitir que en un partido de futbol se ofendan los símbolos de nuestra nación?
¿Por qué tenemos que soportar que los tocapelotas de siempre limiten la libertar religiosa de los católicos? (y digo católicos porque los musulmanes o los budistas no sufren estos ataques, no porque los excluya de la libertad de culto)
¿Por qué tenemos que aguantar insultos y descalificaciones (ya sabe usted, "facha" y esas cosas) cuando expresamos nuestras ideas?
¿Por qué nuestros políticos incumplen sus programas electorales sin despeinarse?
¿Por qué no se exige a los jueces que ejerzan su magisterio al margen de su ideología política, del mismo modo que se prohibe abrir la boca a un militar aunque sea para salir en defensa de la Constitución (que es "de todos")?
¿Por qué?
¿Qué fuerza sobrenatural nos obliga a asumir estos despropósitos?
¿De verdad no se puede hacer nada?
Y si empezamos a poner orden en este estercolero… ¿Qué puede pasar?
Somos cuarenta y siete millones de españoles de los cuales una quinta parte son menores de edad y alrededor de la decima parte son muy mayores… descontando a esta población nos quedan treinta y tres millones de hombres y mujeres capaces de tomar las riendas de su vida.
¿De cuantas personas diría usted que está formado el conjunto de los tocapelotas, rompecristales, chulos de barraca, amedrentadores profesionales y descerebrados en ejercicio?
Y si echamos a ese conjunto de indeseables de España, a patadas en el culo, figuradas o no ¿Perderemos algo?
Pues eso.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Mateo 7, 15-16


Confieso que muy demócrata no soy.
Pero antes de que se rasgue usted las vestiduras con mi afirmación (no están los tiempos para comprar ropa nueva) matizaré que lo que me hace reaccionario de vocación es “esta” democracia, en manos de “estos” políticos y de “este” pueblo. 
Quizá podría definirme como demócrata utópico.
Me gustaría pertenecer a una democracia en la que para regir los destinos de la Patria se exigiese a los nominables una preparación superior a la ESO.
Me gustaría pertenecer a una democracia en la que los políticos corruptos, al verse pillados, dimitiesen de sus cargos pidiendo perdón (y devolviendo el dinero defraudado).
Me gustaría pertenecer a una democracia en la que – al menos – existiesen unas “líneas rojas” en lo referente a temas que desde mi punto de vista no pueden ser “discutidos y discutibles”. Y que, mandase el que mandase, ya fuera delantero centro, defensa o lateral izquierdo, no fuese posible cruzar sin consecuencias penales.
Me gustaría pertenecer a una democracia en la que la libertad de expresión y la quema de contenedores de basura fuesen cosas distintas. Y que en una Universidad, fuese quien fuese a dar una conferencia, pudiese darla sin tener que sufrir al habitual coro de mugientes. 
Me gustaría pertenecer a una democracia aristocrática (del griego “aristós” vulgo excelente), en la que nuestros preparadísimos responsables, además de poseer conocimientos amplios en varias materias, fuesen conscientes de su obligación de servir al pueblo que lo vota… si además fuesen personas decentes ya ni le cuento.
Y me gustaría – sobre todo – pertenecer a una democracia en la que el pueblo votase usando la cabeza, no las gónadas. En la que ese apéndice que sobresale del cuello se usase para pensar, no para embestir. 
Desearía vivir una democracia en la que fuese posible discrepar sin insulto y en el que el respeto se expresase sobre las personas, no sobre las ideas. Dado que, dicho sea de paso, idea y consigna no son términos que tengan, para mucha gente, diferente significado.
Quiero una democracia de la que sentirme orgulloso, no “esto” que tenemos.
Pero lo que tenemos aquí es – sencillamente - “esto”.
Tenemos un sistema en el que, desde el momento en que se procede al recuento de votos y reparto de escaños, el español electo se siente libre de cumplir o no, el programa electoral que le ha puesto en el cargo, consciente de haber adquirido una patente de corso para los próximos cuatro años.
Tenemos un sistema en el que nuestros representantes no representan nuestras ideas, tan sólo recaudan nuestros votos.
Tenemos un PP con 13 eurodiputados que cuando llega el momento de votar el informe Lunacek en Bruselas sólo 3 votan en contra, ya que el cuarto voto en contra (Cristina Gutiérrez-Cortines) fue “porque se equivocó al votar”… vamos, que le dio al botón que no era.
Mariano “manostijeras” no ha cumplido aún un solo punto de su programa electoral… y sigue empeñado en no cumplirlo.
Y así nos va.
Y por eso me declaro reaccionario. 
Porque aquí hay mucho, pero mucho, contra lo que reaccionar.
¿Y que hacemos? – dirá el paciente lector.
Yo no se ustedes, pero el “voto útil”, para mi, ha pasado a la historia.
A partir de ahora votaré “en conciencia” y “a conciencia”… y votare a algún partido nuevo cuyo programa me guste, porque aunque – a decir de algunos – eso sea tirar mi voto “a la basura”, al menos lo tiraré yo.
Mateo 7, 15-16.

jueves, 6 de febrero de 2014

Educación, separatismo y supervivencia



(Colaboración de mi buen amigo MAX)

Lo ya juzgado en una instancia superior no puede ser recurrido en una inferior. La justicia puede ser ciega pero no incompetente. El Gobierno debe ser coherente con sus decisiones, también en el área de la Justicia. Si el Gobierno respeta, como dice, las decisiones judiciales espero que dé instrucciones a través de la Fiscalía para que se tomen acciones legales (inmediatas como con la sentencia Parot del Tribunal de Estrasburgo) contra quien se opone, dilata y utiliza estructuras organizativas del Estado (como es una Comunidad Autónoma) para no sólo acatarlas, sino hacerlas cumplir....YA. 

Cuando alguien no para de acumular (en nuestro caso además con dinero de la propia víctima) elementos e indicios para realizar un atentado/cometer un delito grave, para el que además fija fecha y que de producirse acabará con la víctima, su familia y los bienes de ésta, se está en condiciones de proceder por tentativa o incluso si es inminente, por legítima defensa. En el caso de un Estado lo inminente no es el día anterior. En el caso de España es, tal y como van las cosas con los separatismos,  ahora. Bueno, para desdramatizar dentro de la seriedad del tema, en cinco minutos también valdría.

Esta es una casa con una única llave en la que el que los que viven en sus habitaciones administran parte de lo que en ella ocurre de acuerdo con las normas de convivencia de la casa. Quien no hace caso de dichas normas y trata de imponer las suyas debe ser relevado de su función de administrador local. Cuando además pretende quedarse con la habitación deben tomarse medidas contra él, si bien lo ideal sería hacerle ver la conveniencia de que abandone la casa, esa en la que no quiere estar.

Espero que se tenga en cuenta para las elecciones que cuando alguien tiene la responsabilidad de actuar, la inacción nunca es una virtud, especialmente cuando ni siquiera se sabe explicar a quién te ha elegido para que le representes. Igualmente, para quien debe apoyar en un asunto tan serio y se dedica a coquetear con el futuro agresor.

Si el concepto de Estado de nuestros gobernantes no es capaz de preservar lo más básico e inmutable de cuanto encierra la Constitución (por muy imperfecta que pueda ser en otros apartados) y que soporta el quien es España y qué la constituye. Si no se quiere taponar la herida y curar el corte hasta que la arteria este totalmente desgarrada, mal vamos. 

Si no se atajan las causas que han provocado el corte y se quita el cuchillo del atacante, aunque sea de la propia familia, uno se expone a que ese cuchillo pase a otro para realizar el mismo daño en otra zona del cuerpo. Si ya es grave una herida que es prácticamente mortal, no veo cómo se puede uno defender ante otras agresiones que puedan producirse desde dentro de la propia casa. No digamos si además pueden existir otros de fuera interesados siempre en quedarse con lo que puedan de ella o en debilitar en lo posible a nuestra familia.

España sí, pero el Estado actual no sobrevivirá cuando la sociedad española asuma su pasividad y culpe a los partidos actuales y realeza, a todos, su ineficiencia, irresponsabilidad, su incompetencia y según cuota de traición a la Historia de España.