sábado, 27 de octubre de 2012

LXXII


El camino del soldado se hace de soledad, lágrimas, cansancio y hambre.
Está jalonado de injusticias, de privaciones y - sobre todo - de renuncia.
Renuncia el soldado a una paga jugosa, a un trabajo cómodo, a una vida familiar sosegada, a su propia individualidad, a su vida misma...
Se hace el soldado a fuego lento, en su propio sudor, condimentado con sus frustraciones, humillado en ocasiones por el que le manda... y eso endurece su piel hasta hacerla impenetrable, templa su espíritu y da opacidad a su alma.
Posee un credo sencillo: si hay que ir se va, si hay que luchar se lucha, si hay que morir se muere... y se hace hombro con hombro, sin lugar a la duda, sin opción al arrepentimiento.
En España, además, sufre el soldado la incomprensión de la sociedad a la que sirve.
Sus penurias y dolores a nadie importan, a nadie conmueven... aquellos que los mandan a la muerte ni siquiera se dignan a ir a verlos desfilar, tienen mala prensa, fama de raros y el desprecio de los jóvenes con los que se codean aquellos fines de semana que no tienen que pasar frío en una garita, cansancio en una patrulla o sueño en su puesto.
Les quitan su mísera paga extraordinaria pero les aplican las retenciones como si la hubiesen cobrado... y los tratan de “funcionarios” como si de chupatintas se estuviese hablando.
Pasan meses fuera de casa, en desiertos lejanos con enemigos reales.
Reciben disparos de gente a quien no deberían conocer nunca...
Son de carne y hueso, y como decía Shakespeare, sangran cuando los pinchas.
Pero ahí termina toda similitud con los demás jóvenes de España.
Porque cuando los ves desfilar no puedes evitar ver en ellos lo mas granado de nuestra sociedad.
Tienen mi admiración y mi respeto.
Y no es porque lo merezcan, sino porque se lo han ganado.
Hoy juró bandera la LXXII promoción de oficiales de la Academia General Militar.
Un camino difícil elegido responsable y voluntariamente por unos chavales que se harán hombres a una velocidad de vértigo.
No será fácil, caballeros, pero valdrá la pena.
¡Que Dios los bendiga!

miércoles, 24 de octubre de 2012

Balcanizando

Que aviones españoles se muevan sobre el espacio aéreo español causa un enorme estupor a cierta clase de gente.
Son los que consideran que es suyo lo que – en realidad – no es suyo.
Son los que no pierden oportunidad de llamar ladrones a los españoles (excluyéndose, claro está, del conjunto mencionado).
Son los que insisten en que los que no trabajamos en Cataluña vivimos del sudor de los habitantes de Martorell.
Son, en definitiva, los que a base de mentir, han hecho de una lengua un lucrativo negocio.
Son una nueva suerte de piratas, de chorizos, de indeseables... pero tienen un tremendo predicamento en este gobierno de inútiles con mayoría absoluta que estamos disfrutando.
Hoy – curiosamente – coincido con las declaraciones de Albert Boadella.
Este comediante al que he tenido toda mi vida por un irresponsable, y por uno de los cómplices de lo que nos estamos comiendo ahora, hace unas declaraciones a las que no puedo poner ni una coma.
Dos generaciones criadas en el odio a España, hacen muy difícil la convivencia futura.
La minoría berreante busca una declaración similar a la que se hizo con Croacia... y pide árnica a una Europa que – para que vamos a engañarnos – nos considera poco más que una extensión de África.
Son balcanizantes y se van a encontrar con los Balcanes... de “estados de Europa”, nada.
¿Se habrán parado a pensar las consecuencias de sus actos?

martes, 16 de octubre de 2012

Una verdad


En todo esto hay una realidad oculta bajo un par de toneladas de estupideces: Cataluña no es de los catalanes, ni de los que trabajan en Cataluña, ni de los que se “sienten” catalanes.
Catataluña, hoy por hoy, es parte de España y, por ende, pertenece a todos los españoles.
Mi casa es mía porque pago su hipoteca al banco que es con quien comparto – hoy por hoy – la propiedad, pero mi urbanización no es mía, no lo es mi barrio, ni mi pueblo, ni la ciudad donde trabajo.
Mi pueblo y la ciudad donde trabajo pertenecen a España, y son, por lo tanto propiedad de los españoles.
Cierto es que sobre mi urbanización tengo cierta responsabilidad normativa... la que me asigna la ley de propiedad horizontal (de todos los españoles).
Si la Comunidad de Propietarios a la que pertenezco decidiese aprobar en junta la legalidad del contrabando de drogas en el interior de nuestra urbanización, estaríamos excediéndonos en las atribuciones que la ley nos da (aparte de otras consideraciones evidentes).
Así pues, el señor Mas y toda esa patulea de golfos que le apoyan, no pueden, simplemente, decidir sobre lo que va a ser de Cataluña, porque en realidad están decidiendo – sin contar conmigo – sobre lo que va a ser de España.
Si se va a hacer un referendum acerca de la conveniencia de que Cataluña siga siendo parte de España quiero participar.
Es mas, tengo el derecho y la obligación de participar.
Si el señor Mas quiere secesionar Cataluña de España de otra forma a la descrita, que lo haga por el método tradicional: la guerra. 
Si la ganan, los catalanes habrán adquirido el derecho a ser independientes, pero si la pierden, los españoles estaremos en el derecho de juzgar, exiliar y – en su caso – ejecutar a toda la partida de mangantes que nos han puesto en tal tesitura.
De modo que, le guste o no al primogénito de los Pujol, en toda esta historia, o jugamos todos, o vamos a los ejércitos y los cañones.
Y todo lo que se diga aparte de ésto, atenta contra la verdad enunciada en la primera frase.

jueves, 11 de octubre de 2012

DDT


En la izquierda española se produce un sorprendente fenómeno de negación de la evidencia cuando se trata de constatar algo que no encaja con su limitada, casposa y cutre apreciación de la realidad.
Cuando la realidad se opone a la visión sectaria y estereotipada de sus estrechas mentes, simplemente lo niegan.
Esta necesidad psicótica de moldear la realidad para que se constriña a sus prejuicios produce – como ya he comentado en alguna ocasión – una perversión del lenguaje y de los conceptos con la que pretenden sembrar la duda sobre la evidencia misma.
Así, amigos de todo lo que ofenda a las buenas costumbres, a la Patria o a la tradición secular, se empeñan en decir memeces del estilo de que en Cataluña no se produce un fenómeno de manipulación maniquea en las mentes de los escolares.
Parece ser que en las escuelas públicas catalanas, donde está prohibido por decreto hablar en español, se educa en al amor a España y en la solidaridad para con los “pueblos” mas desfavorecidos de España.
Tal es la visión que del asunto tiene la progresía... esa que manda a sus hijos al Liceo Francés, al Colegio Alemán o al Instituto Americano.
La educación pública en Cataluña (que ya era una basura nazi-onalista cuando yo tenía quince años) ha cambiado a mejor al tiempo que Arturito el del tupé – financiador del asunto - pide secesionarse de España a gastos pagados... ¿Hay algún memo que se crea semejante estupidez?
Cuando Wert dice que hay que españolizar Cataluña está, en mi opinión errando el tiro, lo que hay que hacer con Cataluña es fumigarla.
Los catalanes – que son, por el mero hecho de serlo, españoles de pleno derecho – no tienen porque aguantar que esa partida de mangantes que los gobiernan les indispongan con los demás españoles.
Un catalán se diferencia de un murciano en el lugar de nacimiento que figura en su DNI.
Un catalán lleva sangre fenicia, romana, ibera, celta quizá, goda desde luego, y probablemente bereber... exactamente igual que un señor de Murcia o de Jaén.
El señor de “Madrit”, por otra parte, es una leyenda.
En “Madrit” hay de todo menos madrileños, ya que en este pueblo manchego venido a más, convivimos gentes de todas partes de España sin que eso suponga – ni remotamente – un problema para nadie. Yo mismo llevo dieciocho años “currando” en “Madrit” y todavía estoy esperando que alguien me diga una impertinencia por haber nacido en Barcelona.
Pero en Barcelona si que hay gente que se siente en la obligación de recordarte que no eres de la tierra.
Yo pertenezco a esa tierra desde hace cuatro generaciones, pero como mi apellido es castellano y hablo español (como trescientos millones de seres humanos), para Arturito el del tupé y su partida de golfos no soy “aprovechable”... de hecho, no existo.
Es cierto que cuando te asomas a la ciudad condal (curioso nombre para la capital de un imperio sólidamente establecido en la historia), no sueles tropezarte con impresentables. Esto sucede, básicamente, porque los impresentables, en Cataluña, son una minoría muy ruidosa.
Pero negar que de veinte años a esta parte se ha estado creando un ambiente de victimismo favorable a la secesión de Cataluña, es de imbéciles.
Y, así, a bote pronto, sin pensar mucho... ¿dónde diría usted que se ha creado este ambiente?
La respuesta es obvia: en la escuela.
Y el que diga lo contrario miente como un bellaco.
Por eso, cuando los diputados del Partido de Sinvergüenzas de Cataluña, se ofenden ante la evidencia y los pitufos iletrados de la Generalitat niegan la mayor, están – como siempre – negando la existencia de una realidad que cualquiera que sepa leer, puede constatar en Cataluña.
No hay que “españolizar” Cataluña, insisto, lo que hay que hacer es fumigarla.

martes, 2 de octubre de 2012

Instigadores


Fue José Giral quien armó al pueblo tras el asalto al Cuartel de la Montaña en el Madrid de 1936. 
Las armas sacadas del cuartel y los asaltos a las armerías madrileñas – instigadas por el propio gobierno – puso en manos de socialistas, comunistas y anarquistas todo un arsenal con el que no tardarían en cometerse crímenes y abusos sin cuento. Proliferaron los indeseables como García Atadell que, ejerciendo de Comisario de Policía y al frente de brigadillas de criminales, se dedicaron a robar y asesinar en nombre de la revolución.
La creación de “tribunales populares” que juzgaban de forma “sumarísima” a desgraciados que previamente había torturado en sus “cárceles populares”, da una idea de la seguridad jurídica que el desbordado gobierno de la República era capaz de mantener en aquellos años... porque las chekas, aún cuando eran consentidas por el gobierno, estaban a cargo de los partidos políticos, cuyos miembros tenían capacidad para detener, juzgar y ejecutar a quien les viniese en gana.
Cuando el siete de noviembre de 1936 el Gobierno de la República abandonó sigilosamente Madrid, dejando en manos de Miaja y de una representación de los partidos formantes del frente popular la defensa de Madrid, Santiago Carrillo se encargó, como Delegado de Orden Público, de cometer el genocidio por el que nunca llegó a ser juzgado.
Esto, que es la historia que no forma parte de la “memoria histórica” que nos venden, está, para desesperación del progreterío, profusamente documentado... y son muchos los testigos que han puesto por escrito estos hechos. El rojerío se empeña en presentarnos una idílica Segunda República en la que todas estas atrocidades no se cometieron, y saca a la calle a sus ignorantes vástagos enarbolando banderitas tricolores cada vez que reivindica esa abortada revolución marxista que nos condujo a una guerra civil que todavía sangra por las costuras.
Pero en lo que quiero hacer hincapié hoy es en el hecho de que una vez armado el populacho, el Gobierno de la República perdió el control de la situación por completo.
Fue – repito – José Giral quien animó al “pueblo” a armarse para “defender” los principios revolucionarios que difundían ardorosamente los Largo Caballero de turno... y de la noche a la mañana, ese pueblo tan generosamente instigado, se convirtió en instigador, en propulsor, en motor de la locura que arrasó Madrid en los siguientes meses.
Cuando leo las declaraciones de Mas y de Urkullu, no puedo menos que acordarme de Giral.
Veo en ellos a los políticos irresponsables que azuzan sentimientos de odio en la masa ignorante para beneficio propio. Me pregunto cuanto tiempo pasará hasta que los azuzadores se conviertan en azuzados por esa misma masa que creen manejar.
Veo a Cayo Lara justificar los asaltos “pacíficos” al Congreso de los Diputados y al PSOE criticar con dureza a la Policía que – al fin y al cabo – no hace otra cosa que defender el Estado de Derecho.
Veo en la izquierda y en los nacionalistas la misma voluntad de destruir la democracia española que ya manifestaron en la primera mitad del siglo pasado... y se me ponen los vellos como escarpias.
Si un día los homínidos que se enfrentaban con piedras y botellas a la Policía el pasado 25 S consiguiesen pistolas y fusiles... ¿Qué cree usted que harían?