miércoles, 30 de septiembre de 2015

De leyes y listos

La imputación de Arturito "el derrotado" por su actuación en el “butifarrendum”, ha puesto en pie de guerra a la tribu de los del 3% y a sus aliados.
Para el de la mirada aviesa, el hecho de que a Arturito "el rompelotodo" haya sido citado por haberse saltado la ley, es una prueba palpable de que Cataluña debe ser independiente.
Cuando a Arturito "el incompetente" se le ocurrió, junto con sus amigos de “pasa tu primero que a mi me da la risa”, hacer la patochada de montar (con dinero de nuestros impuestos) un referéndum con una consulta esotérica cuya respuesta era un enigma basado en combinaciones de dos elementos tomados de dos en dos (si-si, si-no, no-si, no-no), fue advertido, avisado, prevenido e informado de que se estaba metiendo en un charco que – en un Estado de Derecho y con las leyes vigentes en la mano – no podía conducirle a nada bueno.
El propio Tribunal Constitucional, nada sospechoso de ser una instancia dispuesta a hacer que se cumpla la ley, le dijo que estaba cometiendo una ilegalidad (vulgo delito)... pero Arturito "el manirroto" decidió seguir adelante y saltarse el semáforo en rojo.
Ahora, cuando le llega la multa con pérdida de puntos, Arturito "el asombrado" alega ignorancia… y su mafia aledaña, cómplices en el delito, insisten en que atacar al "capo di capi", es atacar a todos los catalanes de su lista blanca… que son - para ellos - los únicos catalanes que existen.
Porque en opinión del demagogo con sobrepeso, que un representante del gobierno (en las autonomías estos matones son representantes de España) falte a todos sus deberes y juramentos, cometiendo una tropelía que vulnera unas cuantas leyes (entre ellas la denominada “Ley de Leyes”), es – a efectos – lo mismo que cuando doña Mercedes va a echar un papelito a una urna de cartón, instada y engañada por ese mismo representante del gobierno y toda su pandilla de maleantes.
Arturito "el listillo", los dos tenores y el perroflauta, son una partida de sinvergüenzas y, ateniéndose a la ley, unos simples delincuentes… y los que les siguen – vamos a ser misericordiosos – una partida de engañados voluntarios.
Y ya está bien.
Bastante doloroso es soportar esta basura de Constitución que nos vemos obligados a acatar por haber sido aprobada por una incontestable mayoría de españoles, como para que – encima – los listos de siempre se quieran saltar el semáforo en rojo sin asumir las consecuencias.
Y a los dos millones de engañados voluntarios que están a las ordenes de esta asociación de malhechores, habrá que empezar a hablarles clarito, a ver si despiertan de ese sueño anestésico en el que los tienen sumidos.
Habrá que cambiar el “¡Desperta Ferro!” por un “¡Desperta burro!”… dicho sea sin ofender y aludiendo a su símbolo nacional.

martes, 29 de septiembre de 2015

La realidad en números

Cataluña tiene una población de 7,5 millones de personas, de las cuales un 20% son menores de 19 años… digamos que quedan pues, para votar, unos 6 millones en números redondos.
De estos 6 millones de votantes, han acudido a las urnas en 2015 alrededor de 4, ya que el voto usable (sin blancos, nulos y filtrado por d’Ont ha sido de 3,965.405).
El voto separatista (Junts y Cup) roza los 2 millones, es decir prácticamente la mitad del voto contabilizable. 
Con respecto a la participación es un 47,7%, pero con respecto al total votante es un 36,9%.
Parto de la base de que quien se ha tomado – de verdad – el referéndum en clave de plebiscito, son los separatistas, porque mientras los partidos leales se han dividido en “izquierda-derecha-centro”, los secesionistas se han unido alrededor de la separación (Convergencia es un partido de derechas y tanto Esquerra como ICV son de izquierdas). 
Con esto quiero decir que los separatistas son, precisamente, los que han ido a votar "independencia"… y son 1,620.973 de Junts y 336.375 del Cup. Al cambio 2 millones en un grupo de 6 millones, que en román paladino quiere decir que de cada 10 catalanes con derecho a voto, 3 son separatistas (3,3 para ser exactos).
E insisto en que el que ha querido manifestarse como partidario de la independencia de Cataluña, lo ha hecho. El que quiere pan va a la panadería, si no vas a la panadería es porque no quieres pan.
Y así, con esta “abultada base”, tres de cada diez, estos sentimentales se sienten “legitimados” para “seguir con el proceso” e imponer a los siete restantes de cada diez, sus tesis secesionistas.
Este éxito sin precedentes lo han conseguido después de estar durante treinta y tantos años machacando sin parar al pueblo catalán con: nueve canales de televisión, seis o siete periódicos subvencionados, un numero indeterminado de emisoras de radio y la practica totalidad de los maestros en los colegios de Cataluña… teniendo en cuenta, además, que frente a sus tesis secesionistas y de fomento del odio a lo español, han tenido el vacío absoluto, la nada política, la pasividad completa de todos los gobiernos “centrales”.
Creo que si lo analizamos con un poquito de rigor democrático (un hombre un voto, ya saben) estos tíos están donde están y son los que son… y hay que privarles de esa maquinaria de falsificar realidades que, para mas INRI, se paga con nuestros impuestos.
Que tres de cada diez quieran imponerse por la fuerza, tiene un nombre (independientemente de que esta absurda ley electoral que prima la representatividad de las comarcas despobladas, les de una mayoría de escaños).
Si les digo la verdad, me preocupa bastante más que la Cup haya sumado 200.000 adeptos y que los podemitas cuenten con casi 360.000 votos… porque eso crea una fuerza de 700.000 ultras dispuestos a romper lo que haga falta. 
En un plazo mas o menos breve preveo que en Cataluña, como siempre, tendremos un importante problema de orden púbico.
Y lo digo con la calculadora en la mano.

domingo, 27 de septiembre de 2015

Lo cierto es que no importa

Lo cierto es que no importa lo que suceda hoy en las elecciones.
Lo que tenía que suceder ya ha sucedido.
En estos momentos, cuando están a punto de abrir los colegios electorales, hay en Cataluña una quiebra social enorme, se ha creado un colectivo militante (similar a los bolcheviques rusos) muy incentivado, con el objetivo muy claro, dispuesto a echar de Cataluña a quien no pertenezca a su círculo de talibanes y financiado por el establishment burgués que lleva robando a sacos el dinero publico y privado en Cataluña desde que se creó la autonomía… 
Se ha puesto en evidencia que delante de ellos no hay nada, que el gobierno de España es incapaz de hacer frente a sus pretensiones y que esa incapacidad deriva – sencillamente – de una escandalosa falta de voluntad por aplicar la ley.
Además se ha creado un colectivo enorme en el resto de España que está intelectualmente secuestrado por esas tesis catalanistas, según las cuales hay que admitir que la masa variopinta de españoles, procedentes de todas partes de nuestra piel de toro, que residen en Cataluña son “diferentes” al resto de los españoles. Que tienen una “cultura” distinta (como si fuesen chinos o iraníes) y que ese hecho inexistente les otorga derechos que los demás españoles no deben alcanzar.
Tenemos una izquierda esquizofrénica a la que se le traba la lengua cuando tienen que manifestar su españolidad, que odia los símbolos que representan a España y que sigue (a estas alturas) recitando la estúpida cantinela comunista de “los ciudadanos del mundo” para no reconocer su condición de nativos de España. 
En este orden de cosas, los pocos españoles que – en Cataluña - no tienen vergüenza de manifestar su condición, son una minoría deprimida, acosada y señalada como apestados en su propia tierra… condenados a no hablar del tema porque – inmediatamente – son reprendidos por sus opiniones.
La metástasis está afectando a toda la nación y no parece que haya quimioterapia efectiva que la detenga.
Si – en el mejor de los casos – se demuestra que el bloque separatista (como todo el mundo sospecha) es apenas un tercio de la población, lo que encontraremos es un renovado esfuerzo por aumentar esas cifras en los próximos años… la desobediencia a las leyes de España seguirá siendo el pan nuestro de cada día (sin que tenga consecuencia alguna) y la presión educativa y mediática para generar separatistas aumentará.
Habrá nuevos intentos de referéndums ilegales, seguirán haciéndose listas blancas y negras de adeptos a la causa, aumentará la delación vecinal y todos los síntomas que se manifiestan en las sociedades enfermas por el odio irán aflorando poco a poco.
Cataluña – hoy - es un reflejo social (en germen) de la Alemania de los años cuarenta… o de los Balcanes a finales de los ochenta. 
Quiera Dios que los acontecimientos no nos conduzcan a los desenlaces naturales (ya conocidos) de aquellas situaciones.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Los sentimientos del mantenido

En todas partes del mundo cuando te dan un premio, das las gracias.
No voy a entrar en lo merecido o inmerecido de los mismos… los premios son – desde hace mucho tiempo – subvenciones encubiertas que unos amigos se dan a otros amigos. Aunque es menester reconocer que – de cuando en cuando – los jurados sorprenden y le dan el premio a alguien que se lo merece, pero no es lo común.
Si esto sucede con la literatura, con el cine español, esa basura infumable que es (en su conjunto) el cine español, ya ni hablemos.
Fernandito Trueba, al recibir el premio nacional de cine, se ha despachado con una serie de eructos entre los que destaca su afirmación de que nunca “ni cinco minutos” se ha sentido español.
Lo cual es una estupenda forma de dar las gracias al pueblo que te otorga un premio.
Trueba no es sólo un director de bodrios que, sin la generosa e incompresible subvención que los sucesivos gobiernos han ido dando al estercolero del “cine español”, no habría podido hacer ni un cortometraje… además es un maleducado.
Y como se cree por encima del bien y del mal (cosa que pasa a muchos pijoprogres) se permite el lujo de despreciar a quienes le otorgan el premio por aquello de hacer “la gracia”… y como - además - se ha puesto de moda entre los chupasangres y los paniaguados renegar de la condición de español, pues eso… rebuzno al canto.
También se puede considerar el hecho de que recibiendo el premio de manos de un ministro del PP, al niño de la mirada torva lo han puesto en la encrucijada de tragarse un sapo o renunciar al premio... la solución es obvia, me embolso el premio pero aprovecho para vomitar medio litro de bilis para que los "bardemitas" vean que sigo fiel a la causa y no me crucifiquen por aceptar un premio "contaminado" por los que están dentro del "cordón sanitario". 
Al señor Trueba (perdón por lo de señor) alguien tendría que haberle explicado que al cien por cien de los españoles nos importa un carajo como se sienta o se deje de sentir… y que lo correcto cuando te dan un premio es dar las gracias.
Yo personalmente les diré que nunca, ni cinco minutos, me he sentido orgulloso de que este patán fuese español.
Y no les cuento lo que opino de sus películas... 

martes, 15 de septiembre de 2015

Los afectos de los sentimientos

Me dice Juan – y no le falta razón – que el problema en Cataluña es de índole afectivo, de materia sentimental… y que por lo tanto, tratar de convencer a los desafectos con argumentos racionales no lleva a ninguna parte.
Y hasta ahí no puedo sino darle la razón.
A los independentistas estar dentro o fuera de Europa les importa una higa, que Cataluña entre en una crisis económica de quince o veinte años tampoco parece preocuparles en exceso, que sus dirigentes sean unos ladrones confesos se las trae al pairo, que lo que están haciendo sea ilegal, antidemocrático o – simplemente – suicida, tampoco les conmueve lo mas mínimo. Ningún argumento racional les afecta.
Ellos son todo sentimiento. 
Una parte notable de catalanes se ve afectado por un sentimiento concreto: el odio.
El odio a los españoles y a todo lo que recuerde, suene o parezca español.
Otra parte importante de catalanes no es independentista pero tampoco siente un especial afecto por España… admite hasta cierto punto las tesis separatistas y se ha tragado un buena parte de esa bazofia histórica inventada acerca de los “agravios” que los españoles hemos hecho (parece ser) a Cataluña. No quieren separarse de España (entienden que eso no es razonable) pero jamás moverán un dedo para enfrentarse al separatismo. Son los cómplices por omisión, los pancistas de toda la vida, los que aplaudían a Franco y ahora aplauden a Mas o - simplemente - miran para otro lado y callan discretamente... debido sobre todo a que el estómago hay que llenarlo todos los días.
Y por ultimo hay una minoría que se siente española y está dispuesta a defender la españolidad de Cataluña, pero como lleva treinta y tantos años abandonada por los sucesivos “gobiernos centrales”, en estos momentos está sumida en una constatable depresión.
Proponía Juan buscar la forma de ganar los afectos, de influir en los equidistantes, de oponer sentimiento a sentimiento para combatir la desafección… y aunque en teoría puede ser el camino correcto, tal y como están las cosas, lo veo inviable.
Mi infancia y juventud en Barcelona me ha enseñado que el pragmatismo del catalán, la mítica “seny”, ya no es de aplicación en la sociedad catalana, entre otras cosas porque en Cataluña, apenas quedan catalanes.
Los catalanes de tres generaciones escasean, y los de cinco se pueden contar por docenas.
La sociedad catalana de hoy en día está compuesta principalmente por los hijos y nietos de la inmigración de los cincuenta que, dicho sea de paso, eran los que tenían hijos en un modelo familiar que escapaba a la tradicional “parelleta”, es decir,  “l’hereu” y “la pubilla”… son “els nous catalans”, los que han tenido que hacerse perdonar que sus padres vinieron de Jaén, Murcia, Badajoz o La Coruña.
Esta masa de conversos que es capaz de cambiarse el apellido para catalanizarlo, son el principal obstáculo para mantener a Cataluña unida a una España que obligó a sus padres a emigrar a la “tierra de promisión catalana” ante la imposibilidad de trabajar en su patria chica.
Muchas de las sandeces que he tenido que soportar (incluso en boca de parientes) acerca de los topicazos que sobre “los españoles” circulan en mi tierra natal, han venido de gente que se avergonzaba de sus orígenes “no catalanes”.
El separatista mas rabioso de mi familia - hermano de mi madre - nació en Almería por razón de destino de mi abuelo materno, que era militar (y mallorquín)… ser andaluz de nacimiento e hijo de una sevillana, no ha sido nunca un obstáculo para afianzar su identidad de catalán de “soca y arrel”.
Llegados a este punto, la idea de que la condición de catalán se adquiere por adhesión al catalanismo y no por nacimiento, ha calado en la sociedad catalana con una fuerza increíble. De modo que aunque – como es mi caso – el abajo firmante sea catalán de quinta generación, mi falta de afecto al catalanismo me excluye de la sociedad catalana "com Deu mana"… ya saben, españolazo, botifler, charnego… vocablos inventados para demonizar a los que no comulgan con la causa.
¿Cómo vamos a volver del revés estos sentimientos?
Simplemente, no se puede.
Cuarenta años de adoctrinamiento, dos generaciones de cerebros minuciosamente manipulados en la poderosa maquinaria nacionalista, crean una situación irreversible.
Cabe esperar que futuras generaciones – por enfrentarse a las ideas de sus padres – empiecen a mirar con ojo crítico este "establishment catalanista" que está llevando a Cataluña hacia el callejón sin salida… quizá – como dice Boadella – nuestros hijos verán celebrarse un juicio de “Nuremberg-Mataró” al separatismo suicida, pero hasta entonces, todo lo que hagamos o digamos por ganarnos su afecto será empleado – no lo dude nadie – en nuestra contra.

sábado, 12 de septiembre de 2015

Mentiras y muchas

Al margen de los sentimientos, la nacionalidad es un tema con un enorme componente administrativo.
Tener una nacionalidad supone asumir obligaciones y derechos.
El paraguas de la nacionalidad te aporta la asistencia de las embajadas de tu país cuando tienes problemas en tus viajes al extranjero, te permite beneficiarte de los tratados internacionales que la diplomacia de tu país ha conseguido poner en marcha, te otorga derechos tales como la educación gratuita, la sanidad y la atención social, no precisas que te expidan un permiso de trabajo ni de residencia en tu país, dispones de documentación que acredita tu condición de ciudadano, puedes votar… y te obliga – por ejemplo - a hacer el servicio militar (en algunos sitios), pagar tus impuestos y, sobre todo, a obedecer las leyes del Estado de tu Nación.
Digo esto porque es cierto que existen tratados de doble nacionalidad, pero son tratados entre países… Polonia y España tienen un tratado así. Un Polaco que adquiriese como doble nacionalidad la española se vería obligado a cumplir las leyes de España si reside aquí y las de Polonia cuando pase sus vacaciones allí.
De la condición de ciudadano de un determinado Estado se deriva la nacionalidad.
Lo demás son tonterías y sentimientos sobre los que no se puede fundar cosa alguna.
Nacho Duato dice no sentirse español, pero como su nacionalidad es la que es, puede dirigir el ballet nacional de España sin necesitar un permiso de trabajo y otro de residencia… se sentirá puertorriqueño, lituano, bielorruso, armenio o palestino, pero lo cierto es que es español, pues su nacionalidad, como el propio término indica, la adquirió por razón de nacimiento.
Cuando pienso en Cataluña convertida en un Estado fuera de España me asaltan muchísimas dudas.
Vamos a suponer que Cataluña se constituye de forma unilateral en Estado… y vamos a suponer que lo hace sin saldar la enorme deuda que tiene con el resto de España debido a los dos rescates (sic) que ya le hemos hecho. 
Borrón y cuenta nueva.
De un día para otro se verá en la necesidad de renegociar todos los tratados internacionales que disfrutaban sus ciudadanos cuando gozaban de la nacionalidad española. Me refiero, por ejemplo, a la Unión Europea de la que, al ser un nuevo estado, no sería miembro, tal como le sucede a Montenegro, Bosnia o Albania. Asimismo tendría que renegociar los acuerdos económicos, diplomáticos, de defensa (si decide tener un ejército)… y de la noche a la mañana sus ciudadanos perderían todos los derechos derivados de su nacionalidad española. 
Sólo los que tuviesen la doble nacionalidad se salvarían de esto, pero habría que elaborar un tratado entre el gobierno de España y el de Cataluña para que un ciudadano de Barcelona se pudiese acoger a la doble nacionalidad “española – catalana”… siempre en el supuesto de que España quisiese hacerlo. 
Como estarían fuera de Schengen, deberían articular fronteras y elaborar pasaportes que harían de un catalán – como dicen en Italia - un “extracomunitario”. 
Lo de las fronteras – probablemente - traería también cosas tales como aranceles a los productos que las atraviesen… encareciendo los productos catalanes.
El fisco Catalán tendría que afrontar solito la creación de la infraestructura de un Estado… adeudándose en los mercados internacionales con una prima de riesgo inicial que sería – seguramente – enorme. A efectos prácticos los catalanes se verían sometidos a una presión fiscal de dimensiones bíblicas.
La construcción del Estado obligaría a distraer fondos de sanidad, protección social, orden público… a lo mejor (como dicen los separatistas) Cataluña dispondría de mas dinero, pero de lo que no cabe ninguna duda, es de que multiplicaría sus gastos.
Y ya que de dinero hablamos, el euro también es un tratado… y lo firmó España, Cataluña – como Estado de nueva creación – debería reunir las condiciones para adherirse o emitir su propia moneda, que cotizaría en los mercados de una manera u otra.
Y – me imagino – que al día siguiente de declararse independientes, darían a los catalanes la opción de permanecer como extranjeros en Cataluña a los que deseasen seguir estando amparados por la nacionalidad que ya tienen… lo cual obligaría a censar un enorme (supongo) numero de extranjeros que poseen en propiedad viviendas, negocios, vehículos… y a darles un trato fiscal diferente (el actual IVA por ejemplo)… porque la otra solución pasa por  incautaciones y deportaciones masivas y no creo que se arriesgasen a ello.
Y los catalanes que trabajando en Madrid adquiriesen la nacionalidad catalana, ¿tendrían que pedir permisos de trabajo y residencia? ¿perderían los estudiantes sus becas?...
El lío es monumental.
Y ahora, viene lo mas gracioso.
El referéndum que se va a producir en Cataluña es para determinar quienes van a formar el gobierno autonómico. No es para ver si los catalanes desean ser un país independiente…
Si Arturo y sus colegas de la coalición, basándose en el numero de escaños obtenidos, hiciesen una declaración unilateral de independencia, estarían dando un golpe de estado… y da igual que sea basándose en el numero de escaños o en el numero de socios del Barça, porque a todos los efectos, esos escaños son para gobernar Cataluña como comunidad autónoma de España, es decir, para gestionar los recursos de España en Cataluña… no para acoger sentimientos ni dirimir voluntades.
En Cataluña, las coaliciones separatistas están sumergiendo a los ciudadanos en una piscina de engaños y mentiras para poder salirse con la suya… 
Es así, lo diga el rey o su porquero.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Piqué y los pitos

Siempre he considerado que un futbolista es un señor que posee una especial habilidad para jugar al futbol… esta habilidad le faculta para hacer pases, repartir juego, marcar goles o pararlos (si juega de portero); pero esta habilidad, sin embargo, no le dota de una especial capacidad intelectual, ni le convierte en un erudito, ni hace de él un filósofo o un políglota… simplemente le permite hacer con un balón en los pies cosas que usted y yo no podemos ni tan siquiera plantearnos.
Lo normal es que un futbolista entienda de futbol, y que cuando emita su opinión acerca de temas relacionados con el citado deporte, no diga tonterías. Cosa diferente sucede cuando opinan de otros temas… en ese caso su capacidad de tirar a puerta con sorprendente precisión, no les salva de rebuznar como cualquier otro hijo de vecino.
España, que es ese país donde (Santiago Amón dixit) no cabe un tonto más, los jugadores de futbol, aupados sobre la creencia de que ganar cantidades obscenas de dinero los hace especiales, hacen – de cuando en cuando – declaraciones que molestan a la afición.
Y cuando la afición responde con pitos, no lo entienden.
Piqué ha manifestado en no pocas ocasiones su adhesión al separatismo catalán y su desprecio por lo español... y como todos los tontos tienen boca y una incapacidad manifiesta de mantenerla cerrada, el marido de Shakira ha molestado con sus declaraciones a un importante numero de aficionados.
Sucede además que en este esperpéntico país que una vez fue una Nación como Dios manda, el único patriotismo tolerado es el que emana de los acontecimientos deportivos… único entorno donde uno puede manifestar españolidad sin que lo tilden de fascista, casposo, ultra u otras lindezas.
De modo que el españolito medio, al escuchar los rebuznos separatistas de Piqué, se pregunta por qué juega en la selección nacional de futbol de España un señor que declara esas cosas … y el poco patriotismo que le tienen permitido manifestar, le sale en forma de pitada.
Hasta aquí los hechos.
Inmediatamente, los predicadores de la corrección política, esos señores que deciden lo que podemos hacer, decir y pensar ante cada situación, han decidido que pitar a Piqué está mal… y se han lanzado a una campaña ridícula de afeamiento general de actitud para evitarle los pitos al separatista.
Y yo estaría de acuerdo con ellos si no fuese porque esta partida de becerros fueron los mismos que decidieron que pitar al himno de España y al Rey de España en la final de la Copa del Rey, era un acto de libertad de expresión.
De modo que si el Rey – símbolo vivo de España – puede recibir pitos, no veo porque Piqué – símbolo vivo de la estulticia separatista catalana – no debe recibirlos.
Iniesta, por ejemplo, que también juega en el Barça, no recibe pitadas. ¿Nadie se ha preguntado porqué?
Dirán ustedes que estoy politizando el deporte... pero es que empezaron ellos.