miércoles, 1 de julio de 2009

La mano en el fuego

Hoy, en Barcelona, hace un calor insoportable.
La humedad aumenta la sensación térmica y nos empapa con un fino sudor, pegajoso y molesto, que nos confina en habitaciones a la sombra, ventanas y puertas abiertas, con la esperanza de hacer correr una brisa que esperemos no sea demasiado calda.
Se piensa peor, mas lentamente, el cuerpo parece resistirse a otra cosa que no sea dormitar… el agua fresca y los cafés con hielo nos sacan eventualmente de la modorra permitiéndonos desgranar unas cuantas frases sueltas con las que alimentar este blog que es, mitad terapia, mitad disciplina.
Y cuando nada sucede que merezca un comentario especial (que no es que no lo haya, es que no te sale), procede recurrir a uno de esos temas sobre el que en su día quisiste decir algo… y al final, por prudencia o falta de información, que debería ser lo mismo, optaste por callar.
Mi nivel de información sobre el tema no ha aumentado mucho, pero la sensación de felino enclaustrado aumenta de forma exponencial cada vez que escucho algo sobre el asunto.
Ante un mismo acontecimiento distintos hombres pueden reaccionar de formas diferentes, pero la ausencia de reacción levanta siempre un velo de sospecha.
Hay un señor en el PP, casualmente el tesorero, sobre el que parece gravitar algo más que una sospecha de corrupción.
La cosa está entrando y saliendo de los juzgados porque ya ha llegado a ese punto en el que los jueces consideran que merece la pena perder el tiempo en determinar el número de años que un ciudadano debe pasar en la cárcel o – por el contrario – exonerarlo de toda culpa. Lo que es evidente es que hay “materia” de investigación.
Los miembros del partido mas corrupto que ha conocido jamás España, el PSOE, no pierden oportunidad de arrojar a la cara de cualquier pepero que abra la boca, lo de Bárcenas… seguramente porque así se desvía la atención de los abismos de podedumbre en los que chapotéa su propio partido, pero – comentarios aparte – lo que resulta sorprendente es la inactividad de Mariano.
Estamos de acuerdo en que no todo el que es calumniado por esta izquierda miserable que nos ha tocado en suerte, es culpable de los delitos que le imputan… lo de “calumnia que algo queda” es un arma muy utilizada por la progresía que, poseedora oficial de la verdad absoluta, no siente necesidad de probar las acusaciones que hace, pero este no es el caso. Aquí hay algo más que indicios.
Y un partido que pasa la mitad de su vida hablando de la higiene política, que se pone como ejemplo de honestidad frente a ese otro partido en el que la corrupción y los desmanes son tradición, debería hacer algo al respecto… algo como poner al apestado en cuarentena, suspenderlo de militancia, mandarlo a Pernambuco de vacaciones… no se, algo “razonable”.
Y no puedo dejar de preguntarme si esta inactividad es fruto de la confianza que tiene Mariano en su tesorero o es fruto del miedo que le tiene…
¿Habrá manta de la que tirar?