jueves, 14 de noviembre de 2019

Insomnio voluntario

A lo largo del último tercio del siglo XX, se popularizaron en España los deportes de riesgo.
No era raro que un amigo te contase que el fin de semana anterior se había ido a hacer "puenting", que es una actividad que consiste en tirarse de un puente sin estrellarse contra el suelo (la mayoría de las veces).
Empezaron a ponerle el apellido "extremo" a deportes o actividades normales. Apareció el ciclismo extremo, el esquí extremo, el descenso extremo... casi cualquier cosa que se apellidase "extremo" era un deporte de riesgo.
Lo que unía a estos deportes de riesgo es la producción adrenalina asociada a la incertidumbre de saber si vas a salir ileso de la actividad.
Yo añadiría a la lista uno nuevo que he descubierto: El pacto extremo.
Para practicar el pacto extremo necesitas un Pedro Sánchez.
Un Pedro Sánchez es un señor que puede cambiar de opinión tres veces al día, negar lo que ha dicho ayer, lo que ha dicho anteayer y lo que afirmó la semana pasada en una misma frase.
Un Pedro Sánchez es un señor que hoy te insulta y mañana te hace la pelota.
Un Pedro Sánchez firma cualquier papel con cualquier contenido y lo defiende... lo defiende hoy y lo ataca mañana, porque niega haberlo firmado.
Un Pedro Sánchez no se siente responsable de ninguna de sus acciones, porque el responsable de sus acciones son, normalmente, los demás. Siempre, siempre, dice verse abocado a hacer lo que hace, nunca toma una decisión usando el libre albedrío, no vaya a ser que se lo echen en cara.
Creo que en materia de fiabilidad y lealtad política, Pedro Sánchez crea un paradigma hasta ahora inexistente: el del político fluido o multigénero... ese cuyas sólidas creencias dependen de las condiciones meteorológicas o las encuestas de Tezanos.
Por eso, cuando firmas un pacto con un Pedro Sánchez, te dá un "chute" de adrenalina porque no sabes si vas a salir vivo (políticamente) de él.
Pablo Iglesias se ha agarrado a un clavo ardiendo para pisar moqueta antes de desaparecer en las nieblas de los sucesivos referendums... de modo que como un quinceañero sediento de adrenalina, ha decidido pactar con un Pedro Sánchez.
Es un pacto de riesgo.
Porque Pablo piensa que va a poder manipular a Pedro, pero a un Pedro Sánchez no se le puede manipular, porque la ausencia de valor, moral, inteligencia, amor a la verdad y lealtad a sus compañeros de viaje, unida a un exceso psicopático de autocomplacencia, crea un mejunje que no puede moldearse.
No se cuanto tiempo puede durar un pacto con un Pedro Sánchez, pero estoy convencido de que cuando las circunstancias sean las adecuadas, Pablo será apuñalado por la espalda para terminar yaciendo (usando el símil favorito de la izquierda) en la cuneta de la política.
Porque Pablo es malo, pero se le  ve venir, y eso lo hace infinitamente mas fiable que  Pedro.
Pedro es un extraterrestre, sus reacciones no son de este mundo.
No sé si Pedro dormirá bien teniendo de vicepresidente a Pablo, pero el que debería ir comprando barbitúricos si quiere dormir tranquilo es Pablo.
Es un pacto de alto riesgo... pero si Pablo quiere jugársela, allá el y su partido.
Desde el barro de nuestras trincheras contemplaremos gozosos el culebrón que se avecina.