martes, 2 de febrero de 2010

Gracias

El juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz, quien se encuentra de guardia esta semana, abrió este lunes diligencias de investigación sobre el ataque talibán que acabó con la vida del soldado John Felipe Romero Meneses e hirió a otros seis militares españoles, ya que este órgano es competente por tratarse de un ataque cometido contra español en el extranjero, informaron fuentes jurídicas.
Según señalaron fuentes de este tribunal a Libertad Digital, la investigación del titular del Juzgado Central de Instrucción número 1 se enmarca dentro de la competencia que tiene atribuida la Audiencia Nacional para investigar delitos cometidos contra españoles en el extranjero. En este caso, el ataque por parte de los talibanes a las tropas españolas se tipificaría como un delito de terrorismo.”[LD 2/2/10]

No es poco que cada vez que muere un soldado Español sea oriundo de Hispanoamérica.
Si bien en una época remota los dioses nacían en Extremadura (indispensable libro de Rafael García Serrano) ahora la sangre que se vierte bajo nuestro pabellón viene de Colombia o de Ecuador…
¡Que pena!, ya no hay civites que quieran servir en las legiones.
Sin embargo, poco importa… quien muere bajo mi bandera es mi hermano, y de esa América que habla español recibimos a diario regalos que no merecemos ni valoramos.
Mueren en “atentados” y los pedraces de turno – sin despeinarse, supongo – tratan de enjuiciar a talibanes bajo delitos de terrorismo.
No reconocer que lo acaecido tiene un nombre es lamentable, privar a nuestro hermano del honor de caer en combate es un acto miserable.
Pero son así… llaman atentado a las emboscadas y terroristas al enemigo.
Y mientras los jueces pijos de a tanto la sentencia adormecen las conciencias de nuestra inclasificable “clase” política con voluminosas deposiciones, una realidad hecha de valor, abnegación y sangre nos arroja a la cara la pasividad con la que contemplamos una muestra de heroísmo.
En cualquier parte del mundo, en una sociedad decente, un hecho así, provoca un homenaje, un acto común de agradecimiento.
Porque ir a una misión de “mantenimiento de la paz” donde no existe una paz que mantener tiene un mérito enorme.
No merecemos tu sangre John, pero yo te doy las gracias.
Y a los que te niegan el reconocimiento que mereces… que el Señor se lo demande.