sábado, 28 de noviembre de 2009

La tesis de Stevenson

Tienen una jeta que se la pisan.
Votan a favor de una ley que instaura como derecho el homicidio de un nasciturus y se molestan porque la Iglesia – en sus representantes – les afea la conducta.
Quieren teta y sopa… meterte el dedo en el ojo y que les des las gracias.
Y no promueven ninguna iniciativa legislativa si no están seguros de fastidiar a un elevado número de contribuyentes.
Carecen de cualquier condicionamiento moral y confunden pragmatismo con coherencia… y como además son tontos hasta la nausea, la soberbia les impide plantearse que tal vez pudiesen estar equivocados.
El incoherente alopécico que tanto tiempo ha estado martirizando a los castellano-manchegos dice ahora que una ley que favorece la comisión de abortos de hasta 14 semanas, sobre la marcha y sin conocimiento de los padres de la abortante, va a disminuir el problema del aborto en España… lo cual es tanto como decir que regalando pistolas a los delincuentes vamos a disminuir el número de atracos.
Siguiendo esta teoría tan progresista de hacer "normal" en la ley lo que es "normal" en la calle, sería preciso proponer al señor Zapatero que legalice el alcoholismo juvenil, la violencia en los campos de futbol, las carreras de coche ilegales, las palizas en las discotecas, los alunizajes en joyerías y la actividad cotidiana de los "okupas"… puesto que en esta España de la modernidad – no me lo irán a negar a estas alturas – eso es exactamente lo que hay "en la calle."
Pero no acaba ahí la cosa.
Este señor cuyo apellido nos recuerda al cantante de U2, además de tratar de vendernos la tesis de Stevenson, según la cual uno puede ser el doctor Jekill en casa y el señor Hide en el Congreso (sin arrugarse la camisa), reparte moralina entre los componentes de la Conferencia Episcopal, indicando amablemente a los Obispos cómo tienen que hacer su trabajo… de hecho lo que les predica es la forma de pensar mas adecuada para aproximarse a la brillante luz del progreso, dado que esas cosas cursis que decía el hijo del carpintero en Galilea, se han quedado – parece ser - un poco anticuadas.
Y para que no nos vayamos a creer que están dispuestos a gobernar para los españoles, las continuas muestras de rechazo que ha sufrido esta ley por parte de una nada, pero que nada, despreciable cantidad de contribuyentes católicos, agnósticos, científicos o de Murcia, en vez de moverles a la reflexión, les impulsa a radicalizar posturas.
Este gobierno del "trágala", apoyado por esa masa miserable de españoles que prefieren que el barco se hunda a que lo pilote un hombre decente, está encantado de conocerse y dispuesto a seguir en su empeño de convertir una sociedad del primer mundo en un cubo de gusanos.
Son la peste… y no son mas tontos porque no entrenan.