viernes, 6 de noviembre de 2009

Esfuerzo ciclópeo

Levantarse por la mañana para ir a trabajar es cada día peor… no es sólo sacar del colchón tu maltratado cuerpo ante la impertinencia del despertador (a unas horas en que no están puestas ni las calles) sino que, además, tienes que desayunarte un atasco de duración variable que te hace llegar al trabajo con un humor entre vítreo y acuoso.
Tras esta relajante experiencia te enfrentas a unas ocho o diez horas de trabajo rutinario (en el mejor de los casos) o "expedientes X" (en el peor) con una comida en medio, que ni de lejos se parece a la que te hacía tu madre, cinco cafés (dos normales, tres descafeinados), y un sinfín de conversaciones telefónicas... llegas a casa hecho –literalmente – unos zorros.
Si tienes suerte podrás ponerte "con las ruedas para arriba" y ver la tele o hacer como que la ves mientras tu cerebro se recrea en la nada mas absoluta… si no, te espera visita al supermercado, recogida o porte de adolescentes (que se han inscrito a unas interesantes clases de papiroflexia), o cualquier otra labor propia de tu sexo y condición.
Al llegar la noche, lo que queda de ti, insuficiente para hacer un caldo decente, se acuesta para volver a levantarse al día siguiente y repetir (y no te quejes, que al menos tienes trabajo) lo que hiciste el día anterior.
Entre que la vida te lleva y el destino te arrastra, lees en el periódico que la señora de Montilla es titular de nada menos que catorce cargos diferentes… es desolador.
Con un trabajo y tu condición de padre vas de cráneo, y esta señora puede acometer no uno, ni dos… ¡catorce empleos!.
Creo que perdemos un tiempo precioso si no nos ponemos ya, ahora mismo, a hacer un estudio genético en profundidad de esta señora.
¿Se imaginan como podría prosperar España si, con los avances de la ingeniería genética, pudiésemos todos los españoles hacer catorce trabajos a la vez?
En un país donde un porcentaje nada desdeñable de individuos e individuas, sufren alergias graves cuando no cobran del erario la sopa boba que les induce al voto, eso sería la revolución industrial, la rusa y la multimedia todo a la vez.
Comento esto con un compañero de trabajo y me saca del error… no es que esta señora haga catorce trabajos… es que cobra catorce sueldos.
¡Acabáramos!... ¡Eso también soy yo capaz de hacerlo!
Otra cosa es que la vergüenza torera (concepto totalmente desconocido por estos choricetes) me lo permitiese.