sábado, 29 de agosto de 2009

Una verdad incómoda

Afganistán no es un país del tercer mundo con dos tribus peleadas en el que nuestras tropas reparten vacunas a los refugiados… en esa parte del mundo que no conoce la paz desde hace al menos tres generaciones, los niños de 14 años reciben como regalo de cumpleaños un rifle de cerrojo, y cuando saben usarlo, un Kalashnikov.
Son guerrilla desde la adolescencia y están en su terreno… han echado a los ingleses y a los rusos, y ahora echarán a la OTAN.
Por si eso fuese poco, son musulmanes y combaten con la convicción que da saberse inmersos en una guerra santa.
El general Patton, jefe de la maquinaria bélica mas potente que ha conocido la humanidad (el quinto ejército americano) decía que "las guerras se hacen con armas, pero se ganan con hombres". Y estos hombres bajitos, delgados y sucios no están dispuestos a perderla.
Para ser una "misión de paz" hay en ella una cantidad de violencia inusitada.
En el año 2.002 esta "misión de paz" le costó a la coalición 69 bajas… desde el 2.006 no bajamos de 200, habiendo superado a estas alturas del 2.009 las 300 bajas… y va a mas.
En total, a día de hoy, que se sepa, llevamos 1.346 muertos, de los cuales 807 son americanos…
Nuestros soldados están desplegados en zonas relativamente seguras, si es que se puede hablar de seguridad en ese infierno… la del pulpo se la están llevando los americanos, los ingleses y los canadienses.
Canadá, por ejemplo, ha dejado en ella a 127 soldados, e Inglaterra ha sufrido 207 bajas.
Por nuestra parte llevamos "sólo" 25 bajas, pero se espera que la cosa empeore. (Si quieren saber sus nombres, pulsen aquí)
Pero no se puede hablar de guerra.
Lo que hay en Afganistán suena a guerra, huele a guerra, sabe a guerra… pero es una misión de paz.
Porque las palabras, convenientemente usadas, adormecen las conciencias de las naciones. ¿Cómo va a mandar la España moderna y progresista de Zapatero soldados a la guerra?... irán – si acaso – a poner paz (aunque lo hagan a tiro limpio).
Privar a nuestros soldados de su condición de combatientes cuando los desplegamos en zonas "de conflicto" es una canallada digna de la miserable clase política que tenemos y el pueblo cutre y timorato que la sustenta.
Y mientras se sangra en lejanas tierras, en una lucha universal que no tiene visos de acabar, la España que salvó en Lepanto a Occidente, vive feliz, ignorante y dispuesta a dejar que Sacro Imperio se venga abajo.
Lo peor de los lamentos es que siempre se producen cuando la cosa ya no tiene remedio.