sábado, 22 de agosto de 2009

Las prisas de San Martín

No importa lo bien que juegues al tute, corras los cien metros vallas, hagas juegos malabares con bolos, o pintes miniaturas… al final siempre aparece un pollo que te deja a la altura de un aficionado.
Esto, que es una gran verdad para cualquier disciplina que uno practique, se hace especialmente patético si te toca jugar al tenis en la época de Nadal o montar en bicicleta cuando lo hace Indurain… quizá en otra época, con otros competidores, habrías llegado a algo, pero con monstruos semejantes no hay quien se acerque al bronce (o al mallot) a menos de diez metros.
En esta España de nuestras angustias el deporte a practicar es la chapuza político-económica. Se practica con maestría porque como es un deporte sin reglamento, se presta al juego sucio… y tenemos - en la tierra de Caín - jugadores como para ir a las olimpiadas a por el oro.
Desgraciadamente para los practicantes de este deporte, lo dicho en el primer párrafo se cumple con puntualidad. No importa lo hideputa (políticamente hablando) que seas, lo hábil que seas para obtener información privilegiada que te beneficie, lo bien emparentado que estés con el rey de la Taifa, la naturalidad con que ejerzas de corruptor de concejales o distribuidor de convolutos… siempre aparece uno que te echa a los perros de un codazo. Pues si tu tienes esas cualidades en grado bueno, él los tiene en grado superlativo.
Es lo que el ciudadano arbotante (la sufrida clase media), objeto de saqueo sistemático de estos sinvergüenzas, contempla recitando aquello de los cerdos y San Martín.
Uno de los responsables directos de que ZP y su hambrienta banda estén en el poder fue el grupo "PRISA"… a las órdenes de Polanco padre (a quien Dios le haya perdonado el daño que nos ha hecho) Cebrian colaboró activamente en crear el invierno mediático en el que estamos sumidos.
Fue un acuerdo beneficioso para todos menos para España… ZP usó a PRISA como maquinaria de "agit-prop" y PRISA se lucró con toda suerte de concesiones…
En las buenas épocas de este acuerdo, crearon en España una realidad paralela digna de un relato de Stanislaw Len. El mundo feliz de Zetapé marchaba, según las versiones difundidas, a la cabeza de todo progreso, con paso firme, hacia un Estado de bienestar absoluto y longanizas para todos.
Pero como la tozuda realidad se abre paso y depredadores con la leche cortada en España hay a patadas, le han dado a Cebrian donde mas le duele.
Y ahora, el protegido se queja de haber perdido el sitio… y habla, no se lo pierdan, de democracia.
Con un acusado "síndrome del príncipe destronado", ese que padecen los niños cuando aparece por la casa un hermanito recién nacido, habla –ahora – de repúblicas bananeras.
Señor Cebrian, España, no como Roma, si que paga a los traidores, pero por desgracia para usted, a nuestros cochinos también les llega su San Martin.