jueves, 10 de junio de 2010

El maestro ciruela


El tonto más destacado de España, que no el único, ha tenido la osadía (ya se sabe, la estulticia no conoce barreras) de ir a darle lecciones de… no me imagino qué… a Benedicto XVI.
Supongo que el Santo Padre, a quien su posición no le permite descojonarse (valga la palabra) del prójimo, habrá asistido entre sorprendido y atónito a la conversación que se habrá visto obligado a mantener con un tío que no es capaz de expresarse correctamente ni en su propio idioma.
La distancia intelectual y humana que separa a ZP del Papa es de tal magnitud que la confluencia planetaria de la Pajín (otro lince de nuestra geografía), en comparación, no alcanza la categoría de anécdota de corrala.
Pues bien, el laiquísimo idiota se ha dedicado – o al menos eso dice – a tratar de venderle al Papa de Roma la estupidez esa de la “alianza de las civilizaciones” – cantinela cursi de los indigentes mentales – y, ahora supongo al no tenerlo por cierto, lo del calentamiento global y la extinción de las focas.
Yo – llegados a este punto – estoy por escribir a Su Santidad una carta en desagravio por haber tenido que soportar a este inmenso saco de nada que tenemos por presidente.
Estoy convencido de que en su acreditada sabiduría, Benedicto XVI tendrá la deferencia de no juzgar a los españoles por la infame representación que le pone por delante esta caterva de inanes neuronales que nos gobiernan.
Porque en España, aunque no se vean, también hay personas decentes.