sábado, 26 de diciembre de 2009

Abuso de confianza

Uno de los síntomas mas claros de degradación en una democracia es la pérdida de confianza del ciudadano en sus instituciones.
Y eso sucede cuando la corrupción y la incompetencia superan los límites de lo admisible... teniendo en cuenta que en las democracias occidentales con eso del “límite de lo admisible” el pueblo es extremadamente generoso.
En España, debido a la condición envidiosa y záfia de su pueblo, este límite de lo admisible se ve incrementado – por si fuera poco - por las filias y las fobias. Así, cuando un político roba es inmediatamente disculpado con el argumento de que los otros “roban mas”.
Desgraciadamente no le falta razón al pueblo cuando asume que nuestra clase política se representa – sobre todo – a si misma, y que la decencia es algo que hay que dejar en la puerta del parlamento si quieres llegar lejos en esto de la “política”.
Sólo así se entiende que los catolicarras del PNV voten a favor de genocidios o que Bono mantenga públicamente dos personalidades diferenciadas, a saber, la de ser humano y la de diputado por el PSOE.
Con el PSOE en el poder la sensación de atraco se hace progresivamente mas palpable.
Sucedió con Felipe González, un expresidente que que cualquier país civilizado hubiera dado con sus huesos en la cárcel, y está sucediendo con Zetapé, cuya incompetencia y sectarismo está llevando nuestra economía hacia la bancarrota.
Soy de la opinión que en España los únicos que pierden y ganan las elecciones son los de izquierdas... la derecha nunca gana, accede al poder porque la izquierda pierde apoyo.
Conscientes de ello, la izquierda zarrapastrosa, con el hijo del viento a la cabeza, se ha dedicado a sembrar sectarismo a troche y moche para conseguir un granero de adhesiones inquebrantables.
La “ley de memoria histórica” o el uso sistemático de los medios de comunicación para demonizar a la derecha es una buena prueba de los objetivos que han guiado al peor gobierno que ha tenido España desde Fernando VII. (Salvando los de Largo Caballero que fueron también de aupa).
Por no fiarnos ya, no nos fiamos ni de la policía, a quien de un tiempo a esta parte percibimos más como recaudadores de impuestos que como defensores del ciudadano honrado.
No tiene la culpa la policía, al menos la mayor parte de ella, aunque entre en sus filas, como en todos lados, encontremos gente dispuesta a progresar sobre su ausencia de escrúpulos... la carencia de un soporte legal razonable que defienda al ciudadano, el colapso y la falta de independencia del poder judicial, la inutilidad manifiesta de nuestro poder legislativo y la necesidad de mantener subvencionada a una masa incontable de sinvergüenzas, son las principales causas de esta perversión.
El año entrante va a ser una pesada losa para la sufrida clase media que va a pagar con una drástica reducción de capacidad adquisitiva la intolerable estulticia de nuestra clase política.
No me opongo a pagar impuestos... lo que me saca de quicio es ver como se los gastan.
Nos pasa por poner nuestro futuro en manos de gentuza.
Porque en esto, doña Teresa, Reverte somos todos.