miércoles, 12 de junio de 2019

Gobierno de gobernación

Cuando se quiere cambiar la percepción de la realidad hay que empezar por el lenguaje.
El lenguaje es el mecanismo que nos relaciona con la información que recibimos... y si queremos manipular la información, hay que elegir (o inventarse directamente) las palabras con las que la transmitimos.
Aparecen así perversiones lingüísticas universalmente aceptadas que suavizan o blanquean conceptos que, de ser llamados por su nombre, se darían de boca con un rechazo generalizado.
En España, la izquierda es la que se dedica en cuerpo y alma a esta actividad.
Los efectos de cualquier fechoría que cometan pueden ser minimizados si la maquinaria mediática de comunicación social altera el lenguaje.
Así, aceptamos que se hable de "género" en vez de hablarse de sexo.
Sexos hay dos y "géneros" los que usted quiera, pero a la hora de criminalizar a un sexo se habla de "violencia de género", que es una violencia que únicamente puede ejercer el género que coincide con el sexo masculino.
Al acto criminal de matar a un ser humano en la fase mas temprana de su desarrollo se le denomina "interrupción voluntaria del embarazo", que suena mucho mejor que "abortar" y confiere a esta atrocidad la apariencia de no estar haciendo nada malo.
Al hecho de que un grupo de asesinos se reúna para matar inocentes por razón de ideología, raza o religión, no se le llama terrorismo, se le denomina "lucha armada", que es un término mucho mas aceptable aunque en esa "lucha" sean siempre los mismos los que portan las armas y también sean siempre los mismos los que ponen las nucas.
A imponer a tus conciudadanos de forma ilegal lo que no has podido conseguir mediante los mecanismos previstos para ello, se le denomina "derecho a la autodeterminación", que suena a cosa estupenda aunque el ejercicio de este "derecho" conculque, de facto, todos los derechos habidos y por haber de los ciudadanos que no piensan como tú y que, al contrario que tú, se ciñen a la ley.
España no es una Nación, es una "Nación de naciones" que suena muy multicultural pero esconde la percepción de que no existe un Estado al que subordinarse.
Los mas egoístas de la sociedad, los que nunca mueven ficha para ayudar a los que lo necesitan, se auto-denominan "solidarios"... quizá porque el acto de "solidarizarse" no implica rascarse el bolsillo o arrimar el hombro.
En España no hay taifa autonómica que no recurra a la solidaridad para ocultar su abyecto comportamiento.
El término "cordón sanitario" implica que los que se encuentran a un lado de él son gente sana y los que están al otro apestados de los que hay que mantenerse alejado... en España los carnets de sano los reparte la izquierda y los compra el "centro", la derecha siempre está en la zona a aislar.
Poco a poco, nos van imponiendo un lenguaje que permite manipular la percepción de la realidad para conseguir que no haya nada que nos altere el pulso... que cualquier aberración sea fácilmente digerible.
La corrección política se convierte en una suerte de religión en la que los que nos negamos a encorsetar nuestras mentes con sus postulados, somos los herejes.
Y no crean, esta nueva religión está llena de inquisidores voluntarios y fanáticos delatores que, bajo la bandera del "progreso", nos están llevando a una suerte de dictadura del pensamiento que ya hubieran querido conseguir las sombras del medievo (luminosas sombras si se me permite compararlas con el "progreso" al que nos llevan).
De modo que le pido encarecidamente que no caiga usted en la trampa.
Para hablar español hay un diccionario y en él se plasma el significado de las palabras.
No se dejen manipular.
Un gobierno de coalición implica la unión de formaciones políticas para compartir responsabilidades... un "gobierno de colaboración" es una inmensa nada envuelta en bonitas palabras.
Hasta ahora ese término vacío de contenido, esa estupidez que nos sume en la indefinición política, esa asociación de palabras que permitirá al PSOE hacer lo que le venga en gana, no existía.
Pero no se preocupen, de hoy en adelante, van ustedes a escucharlo hasta que le sangren los oídos.