viernes, 31 de mayo de 2019

Pasamanería española

Ayer caí en la cuenta de que llevo muchos años tras el cordón sanitario.
La primera vez que escuché ese término fue en boca de Federico Lupi, que es uno de esos argentinos que vino a España a explicarnos como tiene que ser la democracia mientras los Kirchner se lo explicaban a los argentinos.
Fue durante el "pacto del Tinell" que - en mi opinión - marca el momento histórico en el que el PSOE se echó al monte...
Sucedió en época de Zapatero, que entonces, hasta la llegada de Pedro Sanchez, ostentaba el título de peor presidente de la democracia española.
Sin entender porqué, me vi detrás de un cordón sanitario que afectaba - exclusivamente - al PP.
Durante muchos años el PP se quejó de que le mantuviesen tras ese cordón.
A un lado del mismo estaba el PP y al otro los demás... incluyendo filoterroristas, separatistas, bilduetarras, sicarios de narcoestados y socialdemócratas montaraces.
Dejando de lado la consideración de que la creación de cordones sanitarios frente a partidos que aceptan las reglas del juego es un hecho profundamente antidemocrático, forzar la aparición de políticas de bloques, fue un error del que sólo se puede culpar a Jose Luis Rodriguez Zapatero y al PSOE, un partido que incluía en sus filas como primera espada a San Alfredo Pérez Rubalcaba, que era ese señor que avisaba a la ETA de las redadas policiales.
La materialización de ese cordón sanitario que el PP denunciaba siempre que podía (mas que nada por lo que le afectaba) hizo imposible desde entonces que se pudieran llegar en España a algún acuerdo de Estado.
Para justificar la tropelía, la izquierda acusaba al PP de haberse radicalizado... pero en ello no había nada de verdad. Víctima de sus complejos, el PP no sólo no se mantuvo en su sitio sino que se lanzó a una carrera absurda para copar "el centro" esperando (sin éxito) que le levantasen el veto.
A fuerza de indignidades, de renunciar a sus principios, de ponerse en manos de los lobbies, de intentar hacerse perdonar ser un partido de derechas, los dirigentes de aquél PP de los paños calientes, alumbraron a Vox, hijo díscolo de aquella formación que una vez representó a 11 millones de españoles.
Ahora, para asombro del abajo firmante, los cordones sanitarios se han multiplicado.
Ciudadanos que en sus orígenes (y todavía en Cataluña) estaba del lado amargo del cordón, ya no recuerda la experiencia y se ha lanzado a montar el suyo propio.
Su cordón sanitario particular está entre el PP y Vox... y es el único que está dispuesto a mantener, porque el que levantó entre Ciudadanos y el PSOE "de Sánchez" mientras pedía el voto a los españoles, está a punto de venirse abajo.
Y no lo entiendo.
Porque como ya dije ayer, hay puntos en los que los de Rivera y los de Vox pueden ponerse de acuerdo.
Sin ir mas lejos, en las rebajas fiscales y en la aplicación del 155 llegado el caso...
Una negociación sobre puntos en los que se está básicamente de acuerdo, podría permitir un apoyo de Vox a la investidura de un gobierno que expulsase a la izquierda depredadora de esas instituciones que tanto desprecia.
Me niego a creer que no exista algo en lo que se puedan poner de acuerdo.
Algo que pudiera encajarse en el juego democrático de dar voz a dos millones y medio de españoles.
Pero viendo lo que veo, cada día estoy mas convencido de que los intereses de nuestra clase política van por otros derroteros.
Derroteros que poco o nada tienen que ver con mantener el barco a flote.
Y me gustaría saber quien maneja esa hoja de ruta que puso en marcha Zapatero y que en mi opinión, se está cumpliendo escrupulosamente a pesar de nuestros esfuerzos por impedirlo.