jueves, 2 de mayo de 2019

Golpes de timón

Tras el batacazo electoral, el PP de Casado ha decidido volver “al centro”.
Durante toda la campaña, los de Casado han intentado desarticular el voto de Vox diciéndole al votante de derechas que no era necesario votar a Santiago Abascal, porque Pablo Casado era lo mismo pero sin aspavientos ni excentricidades.
Han fracasado en su empeño, porque el votante de Vox es, mayoritariamente, un ciudadano que ya había perdido la confianza en el PP, partido al que probablemente había estado votando sin excesivo convencimiento durante años, a falta de encontrar alguien que fuese una opción viable y le tocase el corazón con mas acierto.
Santiago Abascal ha apelado en la  campaña a todas esas cosas que el PP de Rajoy había ido dejando por el camino y que un nutrido grupo de votantes de la derecha anhelaba escuchar… y ha hecho su discurso con una enorme convicción, sin paños calientes y poniéndose al mundo por montera.
Ese mensaje de “Si te parece bien lo que digo me votas, y si no, haz lo que te de la gana”, ha calado – en mi opinión – porque manifiesta la férrea voluntad de no moverse de sus postulados, de ser referencia, soporte ideológico de una derecha que ya está cansada de hacer cesiones a la izquierda en contra de sus naturales intereses.
De modo que al no tener – además - una trayectoria política llena de claroscuros a la espalda (tal como le sucede al PP), Vox a acaparado ese voto sin que Pablo Casado haya podido hacer nada para evitarlo.
Hace bien Pablo Casado en no llevarse a engaño y reconocer esta verdad.
En eso demuestra inteligencia.
El votante de Vox, ya había decidido no votar al PP antes de la campaña electoral… incluso antes de que el Congreso del PP renunciase (en apretada competencia) al Sorayismo.
Creo, siempre lo he dicho, que si el objetivo de Pablo Casado fuera recuperar el voto que se ha fugado a Vox, con mantener el discurso que ha tenido hasta ahora, en un plazo mas o menos breve de tiempo, alcanzaría el éxito… con mostrar al votante de derechas que está dispuesto a defender a capa y espada los intereses comunes de la derecha, poco a poco, el tradicional votante del PP volvería a recuperar la confianza perdida en detrimento, evidentemente, de Vox.
Pero no ha sido así.
Con la ya anunciada vuelta al “centro”, Pablo Casado da un violento golpe de timón, decide cambiar de contrincante, da por perdido al votante de Abascal y se lanza a librar la batalla contra Ciudadanos.
Y si quieren mi opinión, creo que se equivoca.
Lleno de pragmatismo, al ver que la sangría de su voto se ha ido hacia Ciudadanos, cambia de caladero... todo muy comprensible y justificable.
Sin embargo, el renovado PP de Casado, el que salió de esas esperanzadoras primarias, está transmitiendo a España un mensaje terrible: “No defiendo ideas, solo quiero gobernar, y si para ello tengo que cambiar mi discurso, lo cambio y punto, lo de esta última campaña era sólo estrategia”.
De repente los hermanos de Vox, con los que se podía pactar, han pasado a ser la ultraderecha...
Se equivoca de mensaje y de contrincante, porque en el “centro”, Albert Rivera es mucho mas sólido, mucho mas creíble, mucho mas dúctil y - en mi opinión - mucho mas atractivo para el votante de la equidistancia.
Y espero equivocarme, porque si no es así, si estoy en lo cierto, estaremos contemplando el inicio de la extinción política de esta formación, como ya ha pasado en Cataluña.
Eso es lo que pienso.