martes, 4 de diciembre de 2018

¿Cómo es posible?

¿Cómo es posible?
Esta es la pregunta que siguen haciéndose los sostenedores de la partitocracia al contemplar atónitos que en la cancha hay un nuevo jugador...
Yo no sé muy bien lo que ha pasado, tengo mi propia opinión (no exenta de las desviaciones propias de mi forma de entender las cosas), pero al leer la prensa esta mañana he visto opiniones de todo tipo y la ausencia de algunos razonamientos que - para mi - son evidentes.
El voto de Vox es - por supuesto - un voto de indignación y hastío.
La formación de Santiago Abascal, en las pasadas elecciones, obtuvo la irrisoria cifra de 85.000 votos en toda Andalucía. No son pocos, pero en el contexto de seis millones de votantes, es un porcentaje despreciable.
De esas lluvias a estos lodos, ha habido varios hechos significativos entre los cuales el que destaca a nivel nacional es la rebelión de los separatistas catalanes.
Con mucho, el tratamiento (el laxo tratamiento) dado al golpe de estado catalán (las cosas por su nombre), ha sido en mi opinión uno de los motores "transversales" que han puesto en marcha el voto de Vox... pues la cobardía con la que el Estado en manos del "sorallamarianismo" afrontó el desafío y la posterior complicidad expresa del "begoñasanchismo" actual, ha proporcionado ríos de bilis a muchos españoles que, independientemente de su inclinación política, han visto una indignidad inaceptable en el vergonzoso trato de favor con la que ambos dirigentes han demolido la igualdad de los españoles ante la ley, faltando a su deber de proteger a la Nación en su conjunto.
Se habla mucho del "préstamo de voto" a Vox llegando a afirmar que incluso de las filas podemitas se ha producido un "evidente trasvase" de voto... gente a la que respeto por su preparación y capacidad de análisis así lo dicen, por lo que - en principio - nada puedo objetar a este argumento, pero creo que cuando se afirma tales cosa no se le da el peso adecuado a una realidad que desde los albores de la partitocracia se viene repitiendo: la abstención.
La realidad, tal como yo la veo, es que las elecciones no se ganan gracias a los que votan, se ganan gracias a los que no votan.
El nivel de abstención en España es muy alto... en Andalucía ha superado el cuarenta por ciento, pero lo normal es que supere el treinta por ciento. En números de perogrullo eso significa que uno de cada tres votantes (aproximadamente) no se molesta en ir a echar la papeleta.
Siendo la cosa así, en cada millón de votantes hay un caladero de votos de trescientos mil que, en un censo de seis millones y pico, aceptando el treinta por ciento, ronda los dos millones de personas.
Es importante reseñar esto porque los 33 escaños del PSOE se han conseguido con un millón de votos.
¿Qué induce a la gente a no ir a votar?
Para mi está claro.
Hay un porcentaje "antisitema" por ambos lados de la curva de gauss. Conozco a gente que no vota desde que se instauró la democracia en España porque "no está de acuerdo" con el modelo... y también hay quien no "colabora con el Estado" por puro anarquismo... pero la abstención se produce casi siempre por orfandad de voto, es decir, por no saber a quien votar.
El ejemplo mas claro de lo que digo se ha reflejado en los dos últimos comicios nacionales.
Mariano Rajoy obtuvo una mayoría absoluta atronadora cuando el electorado socialista retiró su apoyo a Zapatero, a quien después de apoyarle dos veces consecutivas, le hizo responsable (y con razón) de la crisis que asoló España en esos años.
Subió Mariano con un baúl de promesas que incumplió sistemáticamente a pesar de estar en condiciones de aplicar un rodillo legislativo de grueso calibre... y le pasó factura en forma de abandono electoral de sus votantes.
En aquellas elecciones en las que el PP perdió hasta los calcetines, el principal beneficiario fue Ciudadanos, que se perfilaba como (que casualidad) el único que mantenía en alto la españolidad en Cataluña de una forma efectiva.
Así pues, repito, en España las elecciones se pierden... no se ganan.
Quiero pensar que parte del éxito de Vox es que, aparte de recoger el voto que el PP tiró a la cuneta, ha recaudado voto entre los que ya no pensaban votar.
Lo ha hecho atacando la corrección política con la que vienen bombardeando a los españoles desde los albores del Estado de las Subvenciones (que no del bienestar).
Vox ha dicho verdades como puños en un idioma fácil de entender.
Lo ha dicho con la libertad del que es consciente de que nunca obtendrá una mayoría absoluta y, por lo tanto, no se ve obligado a contentar a todo el mundo.
Ha atacado la nefasta e injusta ley de violencia de género que asume que el delito está relacionado con los cromosomas, apartando la justicia de la violencia para aplicarla sobre la biología.
Ha denunciado el impresentable clientelismo del lobby LGTB que es - de facto - un modelo de negocio basado en las subvenciones... nada que ver con la defensa de derechos que hace ya mucho tiempo que se protegen en España.
Se ha negado a aceptar la demonización de los cazadores, los aficionados al arte de Cúchares y los que van a misa.
Ha defendido la integridad de la Nación poniendo en duda incluso la necesidad de tener a diecisiete pirañas tirando del erario público a ver quien saca mas tajada...
Ha puesto el foco sobre la inmigración ilegal y descontrolada sin cortarse un pelo, haciendo propuestas que seguramente no podrá cumplir (lo del muro en Ceuta no tiene recorrido), pero poniendo en el tapete una cosa de la que nadie se atreve a hablar...
Ha llamado a la mano cerrada puño y - oh sorpresa - ha obtenido (de la nada) doce escaños en Andalucía y - si las cosas no cambian, que no parece que vayan a cambiar - va a dar otro susto en las municipales.
En auxilio de Vox, la izquierda bolibariana que se aupó sobre los hombros de la justa indignación de los españoles, ya no engaña a nadie... sigue predicando su discurso guerracivilista y, continuando con su agenda venezolana, trata de organizar la tribu de los gorilas rojos mientras va perdiendo fuelle.
La rabieta infantil e impresentable del cacique de Galapagar tras los resultados electorales llamando a la "alarma antifascista" va a echar oxígeno puro al incendio de Vox (no lo duden).
Creo que en unos años Vox también se desinflará.
No sobrevivirá al poder como no lo hizo ni el mismísimo Séneca... el poder y la corrupción son todo uno y Vox no será una excepción a esta regla, pero de momento, su desgaste es cero y cada vez hay mas gente que no entiende porqué destruir España, la Monarquía y destripar la Constitución es democrático y tratar de impedirlo no.
Los doce escaños de Andalucía le están diciendo al PP, al PSOE y a Ciudadanos que o dan un golpe de timón en su discurso, afrontando los problemas reales de la Nación, o el castigo va a ser bíblico.