domingo, 19 de febrero de 2012

De yunques

Hoy, de boca de una persona nada sospechosa de estupidez congénita, me han llegado noticias de “el yunque”.
Hace un par de divagaciones me reía de este tema completamente seguro de que todo este asunto de “el yunque” no era mas que otra patochada con las que amenizan nuestra existencia los abundantes jiliprogres que habitan la piel de toro.
Pero parece ser que el equivocado era yo.
Y como rectificar es de sabios, rectifico.
No sé hasta que punto esta sociedad secreta (que por lo que me cuentan si que lo es) pertenece al género de las sectas peligrosas, quizá no sean mas que un grupo de fundamentalistas que se reúnen a mirarse el ombligo y decirse tonterías los unos a los otros, pero que traten de envolver algo relacionado con la religión cristiana de un halo de secretismo, dice mucho del asunto.
Si hay algo radicalmente opuesto al “secretismo”, es la difusión de la Buena Nueva, que es a lo que debe dedicarse cualquier asociación que se denomine “católica”, es decir “universal”, que es lo que significa el término “católico”.
Si la sociedad es “secreta” será, probablemente, porque los fines que persigue no son lícitos... porque si no es así, ¿a que viene el secreto?
A diferencia de otros grupos altruistas, los católicos buscamos hacer el bien por mandato divino, por imitación de Cristo y para difundir nuestra fé... no lo hacemos para sentirnos bien, lo hacemos por caridad, término que deriva de “caritas” que significa “amor”. Y en esto no cabe el secreto.
Los hijos de la luz, la sal de la tierra, ni pueden ni deben ocultar sus intenciones.
En ésto, mas que en ninguna otra cosa, luz y taquígrafos... o expulsión inmediata, que para hacer el tonto ya hay suficientes voluntarios.