domingo, 14 de junio de 2009

Sweet home Alabama (Where the skies are so blue)


En 1528 con la expedición de Pánfilo de Narvaez cruzó por vez primera un europeo estas tierras que se extienden entre Florida, Georgia, Tenessee y Mississippi.

Aquella fracasada expedición a la que sobrevivieron solo cuatro hombres (uno de ellos el mismísimo Alvar Nuñez Cabeza de Vaca) duró una década y fue posiblemente la primera expedición a pié que hizo el hombre blanco por tierra de semínolas, cherokees, tunicas, creeks…

En 1540 la batalla de Mobile, librada por hombres de Hernando de Soto contra los nativos comandados por Tascalusa, que fue una sangrienta derrota de los españoles, marcó sin embargo el inicio de una colonización que vería su ocaso dos siglos después cuando los franceses, con la construcción de Fort Louis en 1702, se asientan en Alabama para tomar las riendas de esas tierras.

Los españoles no fueron bien recibidos en Norteamérica. Las tribus nativas eran muy belicosas y recelaban de los colonos a los que exterminaron sistemáticamente siempre que tuvieron oportunidad.

Una lenta evangelización permitió ir fundando misiones sobre las que después se levantarían ciudades como Los Ángeles, San Francisco, Sacramento, Tucson…

La convivencia se impuso con el tiempo fruto, posiblemente, de una colonización no demasiado exhaustiva. La llegada de los "texians" a lo largo del siglo diecinueve, acabó desalojando a las tribus nativas de sus tierras en una sangrienta etapa que el cine ha recreado con creces (casi siempre de forma injusta para los indios).

Lo cierto es que España ocupó en su apogeo 26 estados, desde Alaska hasta Delaware, incluyendo Minesota y Whashigton que geográficamente se encuentran muy al norte del continente.

Los motores de esta proeza fueron la búsqueda de riquezas, la consecución de poder político y la evangelización del Nuevo Mundo, a partes iguales… aunque se dio siempre prioridad a la evangelización. A las pruebas me remito.

Es una parte desconocida de nuestra historia… Qivira o las siete ciudades de Cíbola no aparecieron nunca, pero los cimientos de los EEUU se fraguaron con sangre española.

No se puede prescindir de José de Gálvez, Junípero Serra o Juan de Miralles cuando se explica el nacimiento de una nación que se monta sobre un rico mosaico de pueblos con muchas menos cosas en común de las que siempre ha tenido la vieja Europa.

A lo largo de dos o tres siglos los Estados Unidos fueron una parte de España… ya ven ustedes.

¿Sabrá esto Zapatero?