viernes, 12 de septiembre de 2014

El daño está hecho

Es preciso rendirse a la evidencia.
Ninguna sociedad puede sobrevivir a treinta años de manipulación política sin pagar un precio.
Y el precio, en estos casos, es siempre el mismo: fraccionamiento, violencia y casi siempre, sangre.
El siglo XX está cuajado de ejemplos, pero como nuestra sociedad dejó de estudiar historia hace mucho tiempo, este conocimiento yace en el más incomprensible de los olvidos.
Hemos hecho una sociedad utilitaria en el que un abogado, con saber derecho, tiene suficiente.
Quitando su específica parcela de conocimiento, lo único que se le exige, es que maneje un ordenador, un teléfono móvil mas o menos complejo, y que tenga carnet de conducir.
Y claro… ¡así nos luce el pelo!.
Que un video de “youtube” muestre a un señor diciendo que los Tartesios eran oriundos de Tortosa, o que Americo Vespucio se apellidaba – en realidad – Despuig… en un monólogo tan hilarante como delirante, no revestiría la menor importancia si no fuese porque el cómico forma parte activa de los desarrolladores de la “nova” historia de Cataluña.
Una “nova” historia que pasará a las aulas en cuanto puedan ponerla en blanco sobre negro… una “nova” historia que es, al cabo, una interminable lista de agravios que los habitantes de Badajoz, Archidona o Torrelodones han perpetrado sobre el pueblo catalán.
Y no es poco lo que esto significa, porque nada como tu historia, la historia de tu propio pueblo, la que han vivido tus padres, abuelos y bisabuelos, moldea el sentimiento de los hombres.
Los nazis del catalanismo practicante lo saben y lo aplican... y llevan aplicándolo treinta años, a todo trapo, con todo tipo de recursos y gastando "los dineros" como si no hubiese un mañana.
El resultado está a la vista.
Y lo mas gracioso de todo es que apoyan la secesión alegando que no quieren pertenecer a una sociedad (la española) tan “corrupta”… que quieren llevar a cabo la “regeneración política” sin verse lastrados por vicios foráneos.
La Cataluña de los Pujol, de los Mas y los Millet dando lecciones de honestidad.
Que las aguas vuelvan a su cauce en Cataluña va a llevar tres o cuatro generaciones.
Eso, si vuelven a su cauce, porque la deriva que está tomando todo esto va por otros derroteros.
¡Y maldita la gracia que me hace!