martes, 24 de mayo de 2011

Los tocapelotas

Un centenar de "indignados" toma la sede de la televisión pública de Murcia
Estos miembros del llamado Movimiento 15-M entraron por la fuerza en la redacción y leyeron un manifiesto contra la "manipulación" de la cadena.” [LD 24/05/2011]

De manera similar a las putorras que se despelotaron en la capilla de la Complutense, estos indignados con el agua y el jabón, han entrado a la fuerza en un local donde estaban trabajando unos sufridos pagadores de impuestos, y han montado su numerito.
¿Porqué?...
Pues muy sencillo, porque Rubalcabra y sus complacientes e inoperantes compañeros de cachondeo (que no de gobierno) no hicieron nada por convertir a estos “indignados” en unos “indignados y amoratados” ciudadanos cuando – durante la pasada jornada de reflexión - se pusieron las leyes de España por montera.
Una columnista de uno de esos panfletillos que regalan cuando te subes al metro escribía esta mañana que del PP sólo podía esperarse “mano dura” en toda España, porque en Badalona habían ganado por proponer “mano dura” con los inmigrantes (sic)… y que en el fondo lo de Badalona no era mas que el experimento que querían exportar al resto de España.
La columnista, ni que decir tiene, pertenece a esa legión de invertebrados que confunde la libertad con las nalgas, como si el orden público y el Estado de Derecho fuesen cosas antagónicas.
Yo, personalmente, estoy deseando que a esta caterva de incontratables empiece la policía a ponerlos en su sitio que, entre otras cosas, está para eso.
Y si para ponerlos en su sitio hay que abollar un poco a unos cuantos… ¡que le vamos a hacer!... debemos asumirlo como gajes del oficio de perroflauta.
Porque si no les ponen coto, van a seguir con su “revolucioncita tocapelotas”, cargada de utopías bobaliconas y consignas absurdas, fastidiando cada día con mas impunidad y audacia al sufrido ciudadano que permite, con su trabajo y sus impuestos, que esta caterva de holgazanes viva del cuento y los juegos malabares.
Y como además son una minoría insignificante (en comparación con la normalidad cívica) hay que tratarlos como a tales.
En una democracia bien entendida, lo de imponerse por la fuerza, montar numeritos, incumplir las leyes, amenazar al prójimo y destrozar (si se tercia) el mobiliario urbano…  no debería permitirse.
¿No les parece?