lunes, 29 de noviembre de 2010

Lo de Cataluña


Yo no hago una lectura optimista de lo que ha pasado en Cataluña.
Es cierto que el tripartito ha perdido apoyo y que el de iznajar se va a tener que ir a su casa con las orejas gachas… pero ahí acaba todo.
El nuevo jefe de la Generalitat es un independentista, el ex presidente del Barça (ese que se ha llevado del club hasta las alfombrillas) es un independentista histérico, ERC son independentistas de toda la vida y los verdes (esos que van siempre con izquierda hundida), en Cataluña, son independentistas.
El PSC, hasta que el iluminado se hizo con la Moncloa, no era independentista, pero ahora yo no sabría que decirles… al final quedan el PP y Ciudadanos, una veintena escasa de escaños, para defender la integridad de España en el Parlamento Catalán.
Lo de Cataluña es una brecha abierta que cada vez se va haciendo más grande, pues en su delirio paleto, los nazionalistas ven en España un expoliador en vez de un elemento necesario para que su ridícula y carísima autonomía pueda subsistir.
Lo cierto es que si la clase política en España es para echarse a llorar, en Cataluña es para echarse a llorar y llamar a la policía… porque la corrupción del stablishment cuatribarrado es tal, que se huele a kilómetros.
No caben pues alegrías en el panorama catalán… tienen lo que quieren, que no es otra cosa que lo que hay… y al catalanito medio, por lo que se ve, el de cornudo y apaleado es un papel que no le disgusta interpretar.
Yo he nacido en Barcelona y he pasado mi juventud entre ellos, pero como estudiar y viajar hace mucho, de sus paranoias pueblerinas – a Dios gracias – no se me ha pegado nada.
Los que van a gobernar no lo van a hacer de forma “solidaria” con los demás españoles.
Me atrevo a aventurar que – por una simple cuestión de ombligo - van a hacer valer la exagerada e injusta representatividad que tienen en esta basura de democracia que nos hemos dado para, todos a una, sacarnos hasta la cera de los oídos.
Que los catalanes en Cataluña se den un gobierno local tiene un pase, que unos cientos de miles de votos (algo mas de medio millón) les proporcionen doce o trece escaños en el parlamento nacional no es de recibo.
Porque los usan para extorsionar a los idiotas.
Idiotas que si se uniesen de una puñetera vez para hacer una política nacional como si fuésemos un país de Europa, podrían compensar este desequilibrio y meter en cintura a estas sanguijuelas.
Pero entre sectarios y sesteantes, la sangría está servida.