lunes, 26 de agosto de 2019

Requiescat in pace...

Et lux perpetua luceat ei.
Esta misma mañana un comandante del Ejército del Aire, pilotando un C-101 (el avión de la patrulla acrobática "Águila") se ha estrellado contra el mar falleciendo en el accidente.
Descanse en Paz.
Los accidentes mortales no son ajenos a las Fuerzas Armadas, dado que el día a día de un soldado está sujeto a actividades peligrosas que, frecuentemente, se desarrollan con armas.
El comandante ha muerto en acto de servicio, cumpliendo con su deber... vaya para él mi respeto y admiración.
¡Que Dios lo acoja en su seno!.
Me llega - al respecto - un tweet de Cristina Seguí en el que rinde homenaje al comandante fallecido... agradezco el gesto, es de bien nacidos y demuestra un nivel de empatía poco común entre nuestros periodistas.
Lo que sigue al tweet no es para alegrarse.
Entre las respuestas, generalmente buenas, se descuelgan los malnacidos de Internet con sus sacos de mierda.
Demuestran, con sus comentarios, la clase de alimañas que son... unos pobres desgraciados tarados por un odio irracional, que aprovechan el relativo anonimato que les proporciona Internet para mostrarnos la miseria de su alma a voz en grito.
Entiendo que se critique a un político por unas declaraciones o por sus actos, a veces es difícil hacerlo con serenidad, puedo entender un calentón en una discusión... pero cebarse con un soldado caído demuestra poseer un nivel de bajeza moral de dimensiones bíblicas.
Desgraciadamente, en España, este tipo de anormales son significativamente numerosos.
Militan en cualquier organización que les permita expulsar la bilis que les corroe... son incapaces de entender el mundo que les rodea porque no tienen la formación intelectual necesaria (ni la quieren adquirir), culpan a todo el mundo de encontrarse en la pocilga en la que se han metido ellos solitos, inasequibles a la autocrítica, rabiosos con el mundo, vierten su cieno contra todo aquel que les recuerda lo triste que es su miserable existencia, la oquedad onerosa de sus almas, la palpable simpleza de sus cerebros...
A estos odiadores sin oficio me los cruzo siempre en el camino.
Son los que me dicen como debo hablar, lo que tengo que pensar, los que se ríen de mis creencias, los que me insultan y me acusan de vivir en las cavernas...
Constituyen una corriente contra la que hay que nadar.
Y cada vez que me cruzo con uno de ellos me acuerdo de lo que decía San Francisco de Sales: "Si en tu camino no te vas cruzando con el demonio, es porque llevas su misma dirección".
Ladran, luego cabalgamos.
Comandante Marín, gracias por servir a España hasta las últimas consecuencias.
Que el Señor le permita volar en el cielo de los justos.