martes, 27 de julio de 2010

Nausea veraniega


En alguna ocasión he mostrado el estupor que me produce estar gobernado por una casta de impresentables que gobiernan para mantener un status quo que les permite robar, prevaricar y engañar al ciudadano sin que por ello tengan que rendir cuentas a nadie.
No quiero decir con esto que todo el que se dedique a la política sea un chorizo, pero si que la conjunción de chorizos (planetarios o no) que se produce en nuestra clase política es – cuando menos – llamativa.
En este orden de cosas contemplo ensimismado lo que podríamos llamar "la contradicción de la conciencia," pues en España, si tienes conciencia, en la política lo tienes más que claro… no llegas a ninguna parte.
¿Sucede eso porque la política, dada su directa relación con el "poder", es en sí una actividad sucia?... quizá deberíamos concluir que sí, dado el alud de ejemplos que nos presenta la Historia.
Decía Ortega que, en general, tendíamos a confundir el "ideal" y el "arquetipo", y coincido con él en considerar que si bien el ideal de político pudiera ser Santo Tomas Moro, el arquetipo – sin lugar a dudas - es Rubalcaba.
Consciente de ello, el desprecio que siento por la clase que nos dirige roza en estos momentos el infinito.
Y ello no es fruto de alguna fobia desarrollada en mi etapa adolescente, se debe básicamente a la capacidad que tienen estos mangutas para generar problemas que antes no teníamos y aplicar medidas erróneas  y carísimas a la hora de solucionar los desaguisados.
Zapatero, el gran traidor, por poner un ejemplo, para beneficiar a una minoría berreona y miserable, y para sostenerse – de paso - en un poder que le viene enormemente grande, ha puesto a los españoles ante el abismo de la ruptura nacional... les aseguro que cuando le oigo - ahuecando la voz - apelar a su conciencia, me dan arcadas.
Por extensión, cuando escucho que mañana, en el órgano representativo de la dictadura catalanista, se va a proceder a votar una ley que sustente la prohibición de realizar corridas de toros en Cataluña, y que para ello tanto el PSOE como CiU han dado “libertad de voto” a sus diputados para que “cada cual vote en conciencia”, me inunda la nausea.
Por dos razones: la primera, porque creo que el que carece de conciencia no puede emitir un voto en conciencia y segunda, porque no entiendo que para legislar sobre la vida o muerte de un toro se vote en conciencia y para legislar sobre la vida o muerte de un hombre (pequeñito e inmensamente inocente) no.
Menuda conciencia la de esta chusma… ¡Para tirar cohetes!