martes, 18 de agosto de 2020

Cayetana

Cayetana Alvarez de Toledo ha sido apartada de la imagen pública del PP.
Personalmente lo lamento porque me encantaba oírla hablar... me gustaba verla hacer de oposición cantando las verdades del barquero a este gobierno de incalificables.
Se ha enfrentado sin miedo y sin pelos en la lengua a los bolivarianos y a los nazis del lacito amarillo... definitivamente, y siempre en mi opinión, su presencia dignificaba un PP que en muchas ocasiones ha pecado de prudente.
Creo que hay dos o tres hechos que explicarían esta decisión.
El primero de ellos es la caída en picado de Ciudadanos.
Al desaparecer el partido que aspiraba a la equidistancia, el PP ha visto la oportunidad de hacerse con el botín del centro-derecha, algo que hace ya muchos años viene persiguiendo.
El segundo es que han dado como bueno el triunfo de Feijoo en Galicia, algo que - como ya comenté - no se ha producido, pues para considerar un éxito que no se pierdan votantes mientras el nacionalismo gallego los duplica, hay que ser muy miope.
Extrapolar este "éxito" a todo el PP, cambiando la linea política del silente Pablo Casado, viene a ser algo así como dar por bueno que no ejercer la oposición va a darles grandes triunfos.
El tercer hecho (que está por venir) es la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, la única cosa que podría mantener a flote a este gobierno de malos e inútiles.
Se empiezan a escuchar cantos de sirena y, evidentemente, la ferrea posición de Cayetana no favorecería el pasteleo que asoma en la lontananza... ¡ojalá me equivoque!, pero mi experiencia con el PP me dicta lo contrario.
Ahora, lo que habrá que dirimir es cuanto voto pierde o gana el nuevo PP.
Muchos votantes de Vox se plantearían votar al PP de Cayetana y al de un Pablo Casado que - todo hay que decirlo - es un excelente orador (de ahí la bajada de Vox en las encuestas), pero ahora, creo que se va a producir el efecto contrario.
Pienso que la vuelta al PP Rajoyista de Feijoo no le va a aportar nada bueno al partido.
Porque estamos en medio de una guerra ideológica en la que nos estamos jugando muchas mas cosas que la reescritura de la Carta Magna, y en este contexto, volver al relativismo ideológico, a la tecnocracia estadística y a los complejos de siempre, no puede ser bueno.
La derecha tiene que plantear una batalla ideológica, aunque la pierda.
Renunciar a Cayetana es desertar de esta batalla.
Yo así lo pienso.