lunes, 9 de julio de 2018

Porque la verdad no importa

No he nacido gay ni me he hecho gay por el camino... soy heterosexual convencido y nunca he tenido la menor duda acerca de mi orientación sexual.
Y creo que es una suerte, porque no me imagino el estupor, la sorpresa, el miedo a la propia aceptación, el dolor incluso que en muchos casos intuyo pueden haber sufrido los que en un momento de su vida han tenido que hacer frente a lo que claramente es un problema al que nunca he tenido que enfrentarme.
He conocido a varios homosexuales, algunos muy próximos (afectivamente hablando) a mi, y he pulsado alguna vez, timidamente y mas escuchando que hablando, con ellos este espinoso tema... espinoso por lo que tiene de asalto a la intimidad ajena o por la carga que de injerencia gratuita pudiera llevar, no por otra cosa.
Aunque dicen todos ellos haber aceptado su condición, no pocas veces reniegan del calvario personal que han tenido que pasar... y en alguna ocasión les he oido decir que no se lo desean a nadie.
Tienen, eso si, todos mis amigos homosexuales, un denominador común: lo llevan discretamente y con dignidad.
Lo llevan tan discretamente como llevo yo mi condición de heterosexual, sin alardes, sin alaracas, sin payasadas... y por ello se hacen acreedores de todo mi respeto.
Sin embargo, que le vamos a hacer, no despiertan en mi ese mismo sentimiento los homosexuales que se suben a una carroza para enseñarle el culo al respetable o se tapan las verguenzas con crucifijos (he visto fotos, no me lo estoy inventando) para manifestar su "desacuerdo" y reivindicar no se que carajo, ciscándose de paso en mis creencias mas íntimas...
Y viene esto a colación de que todos los años por estas fechas, tengo que acalarar mi postura ante lo que una vez fué el día del "orgullo gay" y ahora es la "semana del orgullo gay".
Para empezar, les diré que lo del "orgullo gay" me resulta incomprensible por innecesario, del mismo modo que no entendería un "orgullo hetero", "un orgullo bajito" o un "orgullo pelirrojo", pero que - además -  dediquen una semana a celebrar la orientación sexual de una minoría, me parece un exceso.
Las actividades del "orgullo" tienen subvenciones municipales pese a que los faustos son celebrados por una parte relativamente pequeña de los madrileños y van dirigidos a un colectivo muy concreto... no son las fiestas de la Paloma o de San Isidro.
La ordenanza de ruidos no se aplica al colectivo esa semana... hasta el extremo de que los vecinos de Chueca y alguna que otra zona, si quieren dormir, por aquello de que al dia siguiente trabajan, se tienen que ir del barrio. En otros eventos se habilitan zonas a las afueras de la ciudad para respetar el descanso de los que no festejan, en este caso no puedes sustraerte a la "fiesta" porque se celebra en la puerta de tu casa.
Pero lo peor de todo esto es que los faustos del "orgullo" son, y nuevamente expreso mi opinión, una cadena inecesaria de manifestaciones de mal gusto y de ordinariez... y todos los años nos regalan escenas de excesos que a cualquier otro colectivo lo llevarían a pernoctar en los calabozos municipales.
Y hay algo mas... me parece que convertir la orientación sexual de estas personas en una astracanada, es hacerles un flaco favor a los homosexuales.
Por debajo de todo ello, como mar de fondo, se materializa la dictadura de los lobbys, que como organizaciones no son diferentes a otras asociaciones "sacapasta" que, bajo lemas mas o menos correctos, buscan vivir del cuento de las subvenciones... algo muy "progresista" dicho sea de paso.
Y dado que ya estoy rozando la línea de lo que estos cuentistas llaman homofobia, les confesaré que niego la mayor: no es cierto que una sociedad necesite leyes especificas para colectivos concretos y, por ello, es absurdo que se reivindiquen derechos excluyentes.
En una sociedad en la que por principio legal no se puede discriminar a una persona por su raza, sexo, religión o ideología, las leyes que defienden derechos "ad hoc" sobran.
Los derechos se deben aplicar al colectivo completo.
Los "derechos de los homosexuales" son una barbaridad si no pueden aplicarse también a los heterosexuales, porque crear derechos diferentes para colectivos distintos es pura discriminación... discriminación por raza, sexo, religión o ideología.
Con la ley sucede otro tanto... el delito es el delito independientemente de que lo cometa un hombre, una mujer, un budista, un bereber o un marxista... no existe una "violencia de genero" que sólo pueda ser practicada por razón de sexo, lo que existe es una violencia practicada por una persona contra otra persona... independientemente de su sexo, raza, religión o ideología.
Para mas escarnio, la "ideología de género", esa cosa absurda que choca de frente con la biología, es decir, con la realidad, es asumida por una parte asombrosa de esta sociedad infantil e iletrada en la que vivimos.
No falta nunca quien se apresta a afearte lo que dices aunque estés hablando de cinemática... la dictadura de lo politicamente correcto encorseta el pensamiento individual hasta convertirlo en una trágica caricatura.
Así pues, y dado que la verdad no importa, somos una sociedad merecedora de la "semana del orgullo gay"... los que no se merecen esta basura son los homosexuales.