jueves, 15 de enero de 2015

Islamofobia

Todavía resuenan los ecos de esas manifestaciones incomprensibles que – tras el atentado sufrido por la redacción del pasquín Charlie Hebdo – han recorrido Europa. 
Digo que son incomprensibles porque en vez de ser manifestaciones contra el terrorismo islámico (causante de las muertes) parecían manifestaciones en defensa de que las cosas sigan como estaban antes del atentado. 
La preocupación de los convocantes fue que Marie Le Pen, que en la actualidad recibe el apoyo del 20% de los franceses, se abstuviese de ir a la manifestación, no poniendo – por ejemplo - objeción alguna a que líderes de organizaciones terroristas como es Hamás (Harakat al-Muqáwama al-Islamiya, Movimiento de Resistencia Islámico) estuviesen presentes. 
La preocupación de la Europa de la corrección política ha sido que no se “criminalice” a los musulmanes en su conjunto, eludiendo una vez mas el problema real que – al respecto – tenemos ya en todos los países que conforman el mundo civilizado. 
En "Occidente", cualquiera que pretenda conservar las raíces culturales sobre las que se contruyó Europa (algo que excluye a nuestras nefastas y descerebradas izquierdas) percibe a los musulmanes como un problema. 
El motivo principal de esta percepción es la constatable falta de integración de los inmigrantes musulmanes y la abierta beligerancia que manifiestan, siempre que pueden, hacia nuestra forma de vida. 
Yo conozco a algunos inmigrantes musulmanes que se han integrado sin traumas en nuestras sociedades, pero no son muchos en comparación con los que se niegan tozudamente a abandonar los usos medievales de su cultura original. 
Es más, creo que no exagero cuando digo que lo que yo percibo como un bien (la integración) sus correligionarios lo perciben como una traición al ISLAM. 
Comparto con muchos musulmanes un cierto desprecio por este estercolero en el que se ha convertido “Occidente”. Comprendo que exista cierta reticencia a adoptar usos decadentes o a abrazar algunas de esas actitudes degeneradas por el hedonismo y el relativismo espiritual que campan a sus anchas por Europa… y esa reticencia, no exclusiva de los musulmanes, la compartimos un buen numero de ciudadanos de otras procedencias por simple sensatez. Sin embargo, la postura ante la sociedad que nos alberga es muy diferente en la mayoría de los ciudadanos y en ellos… sobre todo en términos de tolerancia. 
Opino que el "multiculturalismo" es una más de las mentiras con las que nos machaca la izquierda tontobuenista en todos sus discursos. 
Las culturas solo pueden convivir cuando no chocan en sus costumbres. 
Yo no puedo respetar costumbres de una cultura que exige – por ejemplo – hacerle la ablación a una niña, que contempla a la mujer como un ser inferior al hombre, que castiga con la muerte la homosexualidad, que pone la sharia (o las fetuas emitidas por el Iman de turno) por encima de las leyes, o que me considera un enemigo en la difusión de su fe. 
Y además, como pienso que la sociedad en la que vivo, con todos sus defectos, es mejor que las sociedades de las que proceden estos inmigrantes, no veo porque tengo que permitir que se importen determinadas costumbres o que me impongan el respeto a las mismas so pena de portar el sambenito de islamófobo. 
Porque al final, lo que tiene que quedar claro, es que a partir del momento en que a ellos se les aplica la misma ley que a mi, que los inmigrantes se rigen por la misma ley que los componentes de la nación de acogida, ya se ha hecho todo lo que se tiene que hacer. 
Permitir que la inmigración musulmana se encierre en ghettos, alimentando su endogamia, me parece un error que Occidente lleva cometiendo desde hace décadas… y es el principal obstáculo para esa integración que ellos mismos rehúsan. 
Venga el inmigrante a trabajar, a ganarse la vida, a disfrutar de educación, sanidad, ayudas sociales y todas esas cosas que en sus países de origen no existen… a cambio sólo debemos pedir que se respete la cultura de la nación que les acoge, que se integren en ella y no causen problemas de convivencia. 
Y una cosa mas… que no exijan nada, porque no tiene derecho a nada. 
Los únicos derechos que tiene un inmigrante son – exclusivamente – los que amparan a los demás ciudadanos de nación en que se encuentran. 
Y ni uno mas.