jueves, 14 de agosto de 2014

Padre Pajares


Cuando media docena de oenejetas catalanes (que sólo son una pequeña parte de los muchos oenejetas que hay en España) deciden montarse unas vacaciones por el Sahel y, por haber desoído todas las recomendaciones habidas y por haber, son secuestrados por jihadistas, hay que pagar un rescate millonarios y los gastos de repatriación… es lo que se denomina “solidaridad”, “un deber moral”, etc.
Cuando piratas vascos que van a expoliar las reservas de pesca somalíes bajo pabellón de conveniencia (que no español) son secuestrados por una patera de somalíes razonablemente cabreados, hay que pagar un rescate millonario y enviar aviones de la Fuerza Aérea Española a repatriarlos… es lo que se denomina “solidaridad”, “un deber moral”, etc.
Cuando periodistas españoles, enviados por empresas privadas a conseguir entrevistas exclusivas en zonas de guerra, son secuestrados por jihadistas, hay que pagar rescates millonarios, gastarse un pastizal en movilizar militares para intentar liberarlos, y – por supuesto – repatriarlos…  es lo que se denomina “solidaridad”, “un deber moral”, etc.
Si un misionero de San Juan de Dios se queda a cuidar enfermos de ebola cuando ya se han ido todos los oenejetas solidarios de la zona, cuando no queda ni rastro de médicos sin fronteras o ACNUR, cuando los trabajadores del hospital se niegan a atender a los enfermos… repatriarlo para aplicarle un suero experimental es “un dispendio”.
Desempeñar una labor verdaderamente humanitaria, rotundamente humanitaria, incuestionablemente humanitaria… sin enriquecerse o vivir de la subvención (que es lo que hace un porcentaje vergonzosamente grande de las ONG,s inscritas en chorizolandia) no da derecho – según nuestra izquierda - a ser tratado como un pirata vasco o un excursionista “solidario” catalán.
Morir por sus semejantes – aunque sea decapitado – es algo que entra en el escaso sueldo del misionero.
El padre Pajares, que en paz descanse, y su equipo de héroes, han dado un ejemplo de humanidad al mundo entero. Han puesto sobre la mesa una cantidad tal de amor verdadero que cuesta describirlo sin sentir un pellizco en las entrañas.
Pero para nuestra izquierda repatriar a un ciudadano de esta categoría, no es un deber, no es un orgullo… es un “dispendio”.
En cualquier país civilizado esta cuestión no se habría planteado… sólo se plantea en España porque para nuestra izquierda el hecho de que el Padre Pajares sea un religioso católico, lo aparta de la condición de ciudadano.
Para nuestra izquierda sólo se es ciudadano con derechos cuando se es de izquierdas… y no es de ahora, ha sido así desde que se acuñaron los términos “bolchevique” y “menchevique”, hace de esto ya más de un siglo.
Nuestra izquierda está tarada.
Tarada por un odio tan irracional que cuesta trabajo asociarlo a un sentimiento humano.
Yo no siento compasión por el Padre Pajares… tengo la certeza que ha ganado – y de que manera – un lugar preferente entre los justos… yo lo que siento por el Padre Pajares es admiración y gratitud.
Admiración por haber hecho algo tan grande como entregar la vida por amor en un lugar tan pequeño, entre los desheredados de la tierra, y gratitud por demostrarme que todavía quedan hombres capaces de dar tamaño ejemplo.
No es que haya que repatriarlo, es que tendríamos que haberlo hecho a hombros.