sábado, 5 de enero de 2019

En un país de zumbaos

El hecho de que no quiera ir de la mano de Green Peace ni a recoger una herencia, no me convierte en enemigo de las ballenas.
No, no quiero que se extingan estos hermosos cetáceos y me parece muy mal que se les someta a una pesca indiscriminada... pero no me gusta Green Peace, ni su sustrato ideológico, ni los métodos que emplea para hacer públicas sus reivindicaciones.
Que me parezca que el PACMA se pasa siete pueblos con sus propuestas, no significa que no me gusten los perros (de hecho me gustan), ni me convierte en un gamberro que se divierte torturando a las ranas...
De forma similar, que los movimientos feministas me parezca un despropósito, no me convierte en maltratador de mujeres, complice de asesinos, machista desaforado ni ninguna de esas lindezas que arrojan estas locas a cualquiera que que ose discrepar de sus ocurrencias.
Y miren ustedes, ni padezco homofobia, ni soy machista, ni misógino, ni racista, ni xenófobo, ni tengo interés alguno en pelearme con nadie... pero lo que no soy tampoco es uno de esos zumbaos que en cuanto discrepas de una ley, una ideología o del Código de Circulación, te tachan de asesino.
La ley de Violencia de Género es - en mi opinión - una mala ley.
Pero no lo es porque proteja en mayor o menor medida a las mujeres que sufren maltrato... es una mala ley porque priva al hombre de derechos fundamentales por el simple hecho de ser hombre.
Es así, está escrita de tal manera que - de facto - fulmina la presunción de inocencia del cincuenta por ciento de la población... una suerte de discriminación con la que no creo que debamos tragar.
En los tiempos en que la ETA estaba mas activa que ahora, cuando mataban a un militar, a un guardia civil, a un policía o a un periodista, una buena parte de la envilecida sociedad vasca aplicaba aquello de "algo habrá hecho" al asesinado... y se fumaban un puro.
De forma similar, cuando un hombre es acusado de "violencia machista", aunque no se pueda probar con documento ni testigo, se le enchirona y punto. Y se hace sin faltar a la ley.
Este extremo es usado como medio de presión para obtener ventajas en divorcios, custodias, etc... de hecho conozco un caso bastante sangrante en el que años después de haberse roto el matrimonio, de común acuerdo y sin mediar violencia alguna, ni acusaciones de violencia alguna, ni nada que ver con violencia alguna, en el momento en el que el ex-marido pone en conocimiento de de su ex-mujer que desea cambiar las condiciones de la custodia compartida, ésta responde con una denuncia por "violencia de género" alegando "amenazas de muerte" (por supuesto sin aportar prueba alguna) y el padre de las criaturas se ve envuelto en una pesadilla (detención incluida) que, creanme, no deseo para nadie. Y, como habrán adivinado, no sólo ya no puede replantear la custodia sino que - además - pierde las condiciones que ya tenía. Jugada maestra, oiga.
Conozco otros casos de abuso porque esta ley, además de defender a la mujer maltratada, la introduce en un sistema de protección (contra el que no me opongo en absoluto) en el que se le proporciona toda clase de ayudas médicas, psicológicas, económicas, etc.
Por descontado, una mujer que ha sufrido la violencia de su pareja, tiene que ser atendida y protegida (hasta ahí podíamos llegar) y debe ser el Estado el que se encargue de ello con nuestros impuestos, pero la tentación de acceder a este sistema de ayudas por parte de una mujer que sin haber sido maltratada quiera quitarse de encima a esa persona con la que nunca debió casarse, es muy grande... de modo que al no tener que aportar pruebas a la comisión del delito, dándose siempre por cierta la versión de la mujer excepto cuando el hombre puede (que no siempre es así) demostrar su inocencia, el riesgo que se corre mediante una denuncia falsa es mínimo y las ventajas de acceder al circuito de ayudas son tremendas. Unas ayudas que están diseñadas para atender los casos de maltrato, no los de conveniencia.
El documento que dispara el proceso de las ayudas es la denuncia, y en cada denuncia intervienen unas cuantas ONGs "sin ánimo de lucro" pero cobrando por denuncia atendida.
Y si atienden a la mujer maltratada, bien cobrado está lo que cobren, pero no siempre es así... hay todo un "modelo de negocio" detrás del drama de la "violencia de género" y esto es "lo otro" que no puede tolerarse.
En ese circuito de ayudas a la mujer maltratada "trabajan" algunas ONG y "se lucran" un sinfín de chiringuitos que, con un acusado perfil ideológico, reciben jugosas subvenciones de las administraciones europea, central y autonómicas... unas mas o menos relacionadas con la mujer maltratada y otras de rebote, porque cuando de cobrar se trata, todas corren a meterse en el mismo saco.
Para saber de que estoy hablando pueden hacer la prueba de hacer una búsqueda en Google usando palabras como "asociación", "fundación", "coordinadora", "fórum", "confederación"o "plataforma", combinándolo con "mujeres" y otros términos tales como "progresistas", "igualdad", "feminista",  "jóvenes", "participación", "genero"... le aparecerán unas cuantas.
El común denominador de una buena parte de estas asociaciones (asómense ustedes a sus respectivas páginas web), es presentar al hombre como culpable por razón de cromosoma... y eso, en un Estado de Derecho, no debiera consentirse, pero aún consintiéndolo por aquello de la libertad de pensamiento y expresión, lo que no debería nunca es financiarse.
De modo que no, no estoy de acuerdo con una ley probablemente mal redactada y pésimamente aplicada que sirve - entre otras cosas - para que una legión de sinvergüenzas vivan del cuento... y eso no me convierte en asesino de mujeres, cómplice de sus asesinos, misógino encarcelable ni ninguna cosa parecida.
Y no, no estoy de acuerdo con que se empleen mis impuestos en alimentar asociaciones que me criminalizan por razón de sexo.
Y si no estuviésemos en manos de quienes estamos, esta ley podría cambiarse para bien de todos, plantear su modificación no sería objeto de insulto, y toda esta colección de jetas y parásitos, tendrían que trabajar para vivir.