martes, 8 de diciembre de 2015

La solución al voto

Si fuésemos sensatos, cosa que no sucede, emplearíamos sistemas de ecuaciones para dirimir nuestro voto.
Las variables de cada sistema de ecuaciones (un sistema por partido) podrían ser las siguientes: “posición ante la vida (aborto, eutanasia…)”,  “posición ante la integridad territorial de España”, “posición ante el terrorismo”, posición ante la  propiedad privada”, “posición ante los impuestos”, “posición ante la Iglesia”, “posición ante los toros”, etc.
Asignando un peso de – por ejemplo – 1 a 10 a cada variable y realizando una simple suma (o una suma ponderada si para usted tiene mas importancia la postura ante los impuestos que ante los toros), se podría despejar la incógnita del voto… Una simple ordenación de mayor a menor de los resultados nos daría la respuesta de “a que partido votar”.
Sería estupendo ¿verdad?. Pero no es posible.
Y no es posible porque  “la postura ante (ponga usted aquí lo que quiera)” de los partidos políticos en España, simplemente, no existe.
Aquejados de “cortoplacismo congénito” y “relativismo endógeno”, los partidos políticos en España defienden una u otra postura en función de los resultados de las encuestas que cada mes van haciendo los distintos medios.
No es del todo como digo. Podemos tiene meridianamente clara su postura ante algunos temas… otra cosa es que pueda llevar a cabo sus reformas sin incurrir en delito, pero "claro", lo que se dice "claro", ya lo creo que lo tiene.
Sin embargo, en cuanto uno supera la frontera que separa a los partidos populistas y demagogos y empieza a analizar los partidos “serios” (si tal denominación es posible), se encuentra con que las variables pasan a ser – directamente – incógnitas.
Entonces uno se ve obligado a leer y escuchar tostones sin término para ir adivinando – declaración a declaración – que es lo que se supone que defiende cada candidato.
En ocasiones ni con una pitonisa sentada a la mesa (leyendo las vísceras de una oca) puede uno averiguarlo, y en otras, aunque aparentemente se vislumbre una postura sólida frente a un tema por parte de un candidato, el votador tiene la certeza de que cuando el mentado candidato haya obtenido su voto, se olvidará de lo prometido o, lo que es peor, tomará el camino opuesto a lo pactado con el votante.
Pongo como ejemplo a un PP que, básicamente, es un partido incapaz de cumplir una promesa electoral aunque obtenga el 99% de los diputados del parlamento, o a un PSOE que promete terminar con el desempleo (dos millones y pico) y deja cinco millones de parados al final de su legislatura… sin que – por supuesto – este hecho le pase factura alguna.
De los partidos de nuevo cuño (bananeros aparte) se puede afirmar "ninguna cosa", pues Ciudadanos, con una técnica asombrosa, esquiva su definición política dejando a la imaginación del votante la resolución de las incógnitas. Hoy digo una cosa, mañana lo contrario y pasado una tercera que no es ninguna de las anteriores.
A pesar de lo dicho, si que hay algo que todos los partidos políticos de España parecen tener claro: que hay que echar del gobierno al PP. Y cuando digo todos incluyo al PP que lleva varios años haciendo cosas para que su propio electorado se fugue con el primero que pase.
Así que – estimado votante – llego a la conclusión de que la única forma de votar en estas próximas elecciones va a ser la tradicional en España, mediante consulta a sus vísceras.
No trate de dirimir usted cual es la mejor opción… haga caso a su hígado.
Yo como votante responsable y dada mi personal preocupación por el devenir de España (algo que comparto con muy pocos españoles) hare una doble consulta: primero consultaré a mi hígado y luego a mi páncreas… ¡a ver que sale!