domingo, 15 de septiembre de 2013

Hablando con las piedras

Algo que no terminan de entender las decadentes democracias occidentales es que frente a la cerrazón no es posible el raciocinio.
Tratar de razonar con un talibán o con un separatista de “soca i arrel” es una tarea ciclópea que está abocada al fracaso. 
Entre los homo antecessor del “España ens roba” adquiere una especial relevancia el que por apellidarse Pérez se ve obligado a hacerse perdonar unos orígenes "bastardos" (de ancestros aragoneses o andaluces), razón por la cual adopta posturas que rozan el surrealismo daliniano. Estos son los “somiatruites” que se han creído aquello de que si Cataluña se independiza de España bajará el paro, mejorará la sanidad y Cataluña será un Estado de la Unión Europea.
Y son muchos.
Estas actitudes, como no puede ser de otra manera, se acentúan en la Cataluña rural y profunda… no porque sea Cataluña – que algo de eso hay – sino porque en las zonas rurales y profundas suelen producirse estos fenómenos.
La Cataluña “motor de la modernidad” ha pasado a la historia en las interesadas manos de los saqueadores del erario, los Pujol, los Prenafeta, los Laporta… todos los que envolviéndose en el patriotismo pitufo de las cuatro barras, se han dedicado a robar con las dos manos.
En Cataluña tienen un serio problema educativo.
En mi juventud estudiar en Barcelona – sobre todo carreras técnicas – tenía cierto pase, pero ahora todo el que puede permitírselo se va a estudiar fuera.
Los hijos de los prebostes del pancatalanismo estudian en colegios alemanes y suizos, liceos franceses o italianos, institutos americanos… el dinero que sustraen de las arcas autonómicas les permite intentar que sus hijos reciban una educación alejada de los prejuicios del neardentalismo estelado.
Y mientras tanto – al igual que en otras partes de España – los profesores se dan con un canto en los dientes si consiguen que sus alumnos utilicen alguna más de las quinientas palabras de las que consta su vocabulario.
Y es en esta sopa biológica de iletrados, donde las tesis descabelladas de los iluminados del nacionalismo adquieren fuerza de dogma.
Colón, Cervantes y Servet eran catalanes… como Albert Einstein y Barak Obama.
Las Guerras de Sucesión europeas eran campañas de colonización de Cataluña.
Franco machacó a los catalanes de una manera tal, que ríase usted de la “solución final” de Hitler.
España nos roba, nos odia, nos envidia por ser tan altos, tan listos, tan guapos y tan modernos… y “lo nuestro” siempre es mejor que lo del vecino.
El principal problema de Cataluña no es independizarse de España, es que si se independiza caerá en manos de los monstruos que ha creado.
Además, a Arturito el del tupé, fagocitado por los atapuercos, le quedan ya apenas dos telediarios… sino al tiempo.