Debe estar toda España sorprendida de que Santiago Abascal (quinto jinete del Apocalipsis) no haya convocado a la Asociación Francisco Franco, a Falange Española, a la Comunión Tradicionalista, a los herederos de Blas Piñar, a las asociaciones de ultras de futbol, a los católicos que van a misa y a todas las asociaciones pro-vida, taurinas y de cazadores a manifestarse en las calles en una “alerta anti-sanchista”.
No veo que se hayan quemado contenedores de basura, ni arrancado señales de tráfico, ni apedreado portales de casas... ni han aparecido pintadas en monumentos emblemáticos…
¿Qué estará pasando?
Porque lo normal es que cuando gana el contrincante, te eches a la calle a insultar a sus votantes, a quemar mobiliario urbano y a destrozar los negocios de tus opositores políticos ¿no?
Al menos eso es lo que hacen los socios de Pedrito… los filoterroristas de Pablo Iglesias y de Torra.
En la toma de posesión ¿Rodearan el Congreso de los Diputados los movimientos anti-LGTB?
¿Se manifestarán las asociaciones taurinas por las calles (capote en mano) profiriendo gritos contra la coalición sociata-podemita?
Me da que no.
¿Y saben ustedes porqué?
Porque en el fondo (y sobre todo en las formas) los que hemos perdido estas elecciones somos mejores ciudadanos que ellos.
Nos cabreamos cuando perdemos (claro está) pero lo aceptamos con resignación, deportividad y una honestidad que en la izquierda es inexistente.
En nuestras filas, incluso en los mas polarizados, a pesar de todo, impera el respeto al prójimo y a las reglas del juego, algo que en la blanqueada extrema-izquierda, simplemente, no existe.
Aunque nos fastidie, aunque no lo entendamos, aunque creamos que están equivocados, su voto y el nuestro tienen – para nosotros los perdedores – el mismo valor y peso.
No hay ni va a haber alerta “anti-comunista”, ni “anti-sanchista”, ni “anti-nada”… no se harán cordones sanitarios, no se señalará por la calle a nadie ni se impulsarán apartheids lingüísticos, no habrá escraches a conferenciantes, no se acosará a nadie por las redes sociales...
Somos mucho mas civilizados que ellos aunque perdamos.
Es así, a las pruebas me remito.
Y me enorgullezco de pertenecer a un colectivo que asume sus derrotas con dignidad, un colectivo sobre el que se puede construir una democracia, un colectivo que no blanquea a sus criminales ni premia la corrupción de sus dirigentes…
Seremos menos, pero somos mejores.