Como lo que nos gusta a los españoles son los excesos de todo tipo, llevo dos días contemplando atónito la beatificación mediática del señor Pérez.
Como dice Federico, en España hay una norma no escrita que reza que no se debe hablar mal de los muertos, siempre que sean de izquierdas... si son de derechas se puede hablar mal de ellos los siguientes setenta años sin que eso pueda ser censurado.
No me alegro de la muerte de nadie (con excepción de los asesinos de masas) y mando desde esta blog mi mas sentido pésame a su familia que, estoy seguro, estará pasando el mal rato que corresponde a la pérdida de un ser querido.
Al no haberlo conocido personalmente, no me atrevo a opinar acerca de sus virtudes y defectos, pero lo que si puedo afirmar con rotundidad es que de tonto no tenía un pelo.
Lo que no comparto en absoluto es la opinión de que fue un gran político o un "hombre de estado".
En especial, no comparto esto último.
Alfredo fue un hombre del PSOE, para el PSOE y por el PSOE... y a lo largo de su vida se involucró en episodios muy, pero que muy, poco edificantes.
Montó, desarrolló y gobernó con mano de hierro las cloacas del Estado durante décadas.
Dejó en herencia a Rajoy esa infraestructura policial ponzoñosa que, a dia de hoy, y por no haber hecho nada el sesteante Mariano, sobrevive sin pasar por Alcalá Meco o Soto del Real.
Intervino activamente - sin duda como cerebro - en la asquerosa manipulación del atentado del 11-M que condujo a Zapatero al poder... y fue su hombre en la sombra, porque el bobo de solemnidad era - y sigue siendo - incapaz de hacer la "o" con un canuto.
Estuvo metido en todos los fregados en los que el PSOE podía sacar ventaja y dentro del partido era un hombre mas temido que admirado.
Como tantas otras cosas, no se puede decir que lo del "caso faisan" lo hiciese en beneficio de España.
Es verdad que intelectualmente estaba a años luz de las últimas cosechas de dirigentes del PSOE y - al perder las elecciones intentando parar sin éxito la sangría de voto de la segunda legislatura de Zapatero - tuvo la decencia de retirarse a sus cuarteles de invierno.
El señor Rubalcaba encarnó como pocos el arquetipo de político español al servicio del Estado, siempre que este estuviese en manos del PSOE y teniendo en cuenta lo que nuestros miserables políticos entienden por "Estado".
Ahora recibe las condolencias hipócritas de aquellos a quienes amenazó - incluso en sede parlamentaria - con "dossieres" comprometedores.
Tuvo una parte (a veces grande) de responsabilidad en los acontecimientos que nos han conducido al lugar en que nos encontramos.
Ha sido una gran pérdida para el PSOE que, sin hombres como él susurrando a los caballos, pierde consistencia política a toneladas... las comparaciones personales son odiosas.
No me alegro de su muerte, pero desde luego, me opongo a su beatificación.
Quizá porque España, no se merecía un gobierno que le mintiese.
¿O si?
Descanse en paz.