Tenía yo alrededor de trece o catorce años cuando un primo mio murió de cáncer.
Desde entonces, esta enfermedad se ha llevado por delante a unos cuantos seres queridos.
A día de hoy no lo padezco, pero como usted, estoy en el saco de los que, en cualquier momento, pueden desarrollar un tumor... porque los motivos por lo que se produce el cáncer aún no están muy claros y no es fácil detectarlo con la antelación suficiente para anular su desarrollo.
La ciencia hace lo que puede (que no es poco) y muchos de estos cánceres que antaño te llevaban irremisiblemente a la tumba, se curan o - cuando menos - se mantienen bajo control durante largos periodos de tiempo.
La lucha contra el cáncer es una carrera contra reloj en la que el tiempo y la investigación juegan a nuestro favor.
Todo aquel que haya tenido algo que ver con la investigación o el desarrollo de algo nuevo, sabrá que obtener un avance significativo en cualquier cosa es un camino repleto de fracasos.
El numero de terapias inútiles que se han investigado para erradicar esta enfermedad es muy grande... pero se sigue investigando, probando cosas nuevas, desarrollando carísima tecnología que permita aplicar los escasos éxitos obtenidos en esas investigaciones.
Y como la tecnología es cara, no está al alcance de todo el mundo.
Los presupuestos de los Hospitales (incluso el de los pocos que están correctamente gestionados) no dán para adquirir determinada maquinaria.
Y aquí entra Amancio Ortega.
Sin que nadie se lo pida, Amancio, que es uno de los hombres mas ricos del mundo, ha donado unas cuantas máquinas que permiten elevar el listón en la lucha contra el cáncer de - al menos - tres hospitales públicos.
Y yo se lo agradezco.
Las máquinas donadas son un bien en si mismo.
Esas máquinas detectarán y combatirán enfermedades sin mirar el origen, sexo, ideología política, religión o poder adquisitivo del enfermo... para cualquier departamento de oncología son un regalo caído del cielo, y para los enfermos que se puedan curar gracias - en parte - a uso de estas máquinas, una bendición.
Pero a Pablo Iglesias y a su grupo de cabreados "ad nausea" no les gusta.
El partido del matrimonio Iglesias lleva una semana intentando que las máquinas donadas se devuelvan al destinatario aunque eso suponga - sobre todo para los futuros pacientes - un mal en si mismo.
Oponerse a una donación que puede salvar vidas no es justificable bajo ningún concepto.
Sólo se entiende en aquellos en los que la razón ha sido sustituida por el odio.
Una vez mas - con esta actitud - se pone de manifiesto el valor que dan los comunistas a la vida humana.
Son malos.
Son malas personas.
Carecen de piedad y de empatía.
Están enfermos de odio.
Y en Pablo Iglesias, que es un ser tan abyecto como ellos, han encontrado el catalizador de su miseria.
Las cosas por su nombre.
Gracias Amancio, si algún día tengo que usar una de las máquinas que has donado, te deberé una.
Bueno, en realidad ya te la debo... yo y todos los españoles.