La humanidad se divide en dos grandes grupos: los que guían y los que se dejan guiar.
El que guía, por lo general, acepta una responsabilidad y una serie de incomodidades que el guiado no está dispuesto a asumir, por eso despierta la admiración y el reconocimiento del que le sigue.
No todo el mundo sirve para guiar del mismo modo que no todo el mundo sirve para ser barítono.
El que guía, el líder, debe reunir unas cuantas cualidades innatas y tener – además – la férrea voluntad de ejercer el liderazgo.
Deben concurrir las dos cosas… si no, no funciona.
Este mecanismo aporta a la sociedad breves periodos de satisfacción.
El líder y su liderazgo están sujetos a los continuos cambios que sobre las sociedades produce el inexorable paso del tiempo.
El líder termina perdiendo su liderazgo y la misma sociedad que lo encumbra, lo hunde en el olvido años despues.
Cualquier organización o grupo humano que pretenda sobrevivir al paso del tiempo tiene que asumir que el mecanismo tradicional de caudillo y acaudillado no funciona.
La Iglesia, ejemplo de organización que sobrevive al paso del tiempo, hace siglos que predica a sus seguidores que el líder, el único líder que ha existido en sus filas, murió en la cruz hace mas de dos mil años… y lo que ha venido después es solamente aquello que el hombre ha hecho para que la doctrina del Redentor pase de generación en generación.
Cargada de imperfecciones (algunas muy dolorosas) la iglesia trasciende al tiempo porque en su doctrina, “la iglesia” no son los curas, no es “la estructura”, no es “el Papa”, la iglesia somos todos y cada uno de los que creemos en sus postulados… no hay líder terrenal al que seguir, el líder murió (y resucitó) hace mucho tiempo.
Todo creyente asume que su obediencia al Papa o al Obispo de turno no se fundamenta en sus simpatías personales… de hecho – entre mis amigos creyentes – hay un porcentaje que discuten los aciertos y errores del Papa Francisco cuando – en sus misiones diplomáticas – afirma una cosa u otra. Lo que no discute ninguno, lo que se acata con disciplina, es lo que dice el Papa cuando imparte doctrina.
Porque en la Iglesia, lo que cuenta es la doctrina… lo demás es lo que hacen los hombres para intentar que el paso del tiempo no la entierre.
En política sucede todo lo contrario.
Y no es culpa del líder, porque en política el líder se limita a explotar la necesidad de liderazgo del rebaño.
Una personalidad magnética, fuerte, serena, arrastrará tras de sí las simpatías de la gente… sobre todo cuando les dice lo que quieren escuchar.
Porque, en política, la gente aplica unos criterios que no usaría, por ejemplo, a la hora de elegir casa o comprar un coche…
Si un vendedor de coches nos dijese que el todo terreno de tres toneladas que tenemos delante consume un litro de gasolina cada cien kilómetros (con el aire acondicionado puesto), lo mas probable es que saliésemos del concesionario convencidos de que pretendían timarnos.
Sorprendentemente, en política, sucede lo contrario.
Si un líder político saliese a la palestra y dijese: “Señores, la deuda exterior es inadmisible, la economía de la Nación está hecha unos zorros, nos estamos comiendo el futuro de nuestros trabajadores, nos vamos al carajo como Nación… de modo que se acabó la juerga. Lo único que vale ahora es aquello de sangre, sudor y lágrimas para que, de este modo, en unos cuantos años, estemos en condiciones de aflojar (un poco) la mano… y yo me comprometo a ponerlo en marcha.”
¿Cree usted que – aparte del mío – recaudaría muchos votos?
La gente no quiere oír la verdad, prefiere los cantos de sirena.
Por eso, los políticos profesionales cambian de letra y música continuamente.
Si el ciudadano atendiese a la doctrina en vez de al líder, las cosas estarían mas claras, y la política no estaría llena de trileros, mentirosos y sinvergüenzas.
No creo en los líderes en la política… creo en las ideas que defiendo.
Que persona, que líder, que caudillo, las defienda (si de verdad las defiende), me da lo mismo... ese, y solo ese, tendrá mañana mi voto.
Porque si se lo doy a otro, ¿cómo será la letra y la musica de su proximo canto de sirena?