La izquierda española también tiene héroes.
Son hombres que demuestran un valor fuera de lo común, muy por encima de la media, dispuestos a poner en riesgo sus vidas por una causa superior.
Los héroes se empeñan en realizar acciones que levantan admiración, que invitar a emular su ejemplo, que por su naturaleza edificante sirven para inspirar a las generaciones venideras, que llenan el pecho de orgullo a sus conciudadanos.
Por ejemplo, Pedro Sánchez, gran héroe de la izquierda, con gran peligro de su vida, ha empeñado su honor en profanar la tumba de un señor que lleva muerto desde 1975.
A sus admiradores los ha dejado atónitos, casi sin respiración... y no es para menos, ya que el muerto en cuestión es uno de los grandes enemigos del marxismo.
Se preguntará usted porque uso el verbo ser en presente. Lo normal sería usarlo en pasado "fue uno de los grandes enemigos...", pero la realidad obliga. Francisco Franco, cuarenta años después de entregar su alma, sigue siendo un enemigo a derrocar.
Los esforzados líderes de la izquierda española hablan de victoria, de justicia, de éxito.
Revisten de hermosas palabras lo que no deja de ser un acto miserable, realizado contra la voluntad de la familia, con la complicidad de los jueces que deberían defender nuestros derechos en vez de permitir su conculcación.
Franco, hace ya décadas que reposaba en el Valle de los Caídos (junto a miles de muertos de ambos bandos de nuestra última guerra civil) sin que a nadie le importase una higa... bueno, a nadie no, a los que lo mantenían vivo en su rencor, en su odio irracional, en su incapacidad de asumir la historia, en su miseria moral inasequible al perdón, en su tenacidad en la transmisión generacional de sus paranoias, que ese General que les impidió hacer de España una República Socialista Soviética hubiese muerto en su cama, no les dejaba vivir tranquilos.
Para un hombre normal, sano espiritual, moral e intelectualmente, la muerte de un enemigo da entrada al juicio histórico de sus actos... y ya está.
En un hombre mentalmente sano, tras la inevitable satisfacción de saber que tu enemigo no va a realizar acción alguna que te dañe, se produce un paso de página, se toma el camino del olvido.
Pero eso no sucede a nuestra izquierda ni a sus valientes héroes... la afrenta que no pudieron lavar en vida de su enemigo, la tienen que limpiar cuarenta años después de su muerte.
Pero no se equivoquen, esto no va de Franco, ni de victoria, ni de justicia ni de éxito.
Esto va de elecciones, de contentar a esa parte de la sociedad que piensa que la otra mitad no tiene derecho a la vida, de hacer guiños a esos miserables que el día de mañana tienen que apoyarte en la investidura, de contentar a la parte abyecta de la sociedad que hoza satisfecha en su rencor como los cerdos en el barro de sus pocilgas.
Y de mandar un mensaje inequívoco a la derecha y a los cristianos: "No vamos a respetar ni a vuestros muertos".