Pitar al Rey y al himno nacional de España en un partido de futbol (en España, con dos equipos españoles jugando) es, a decir del Juez Pedráz, un ejercicio de libertad de expresión. No es delito.
Seguramente, algún impoluto argumento técnico, extraído de algún sesudo estudio jurídico, avala las palabras de este indespeinable señor, pero a mí, que dada mi condición de roedor esciuromorfo se me escapan los tecnicismos jurídicos, me parece que si ésto no es delito, debería serlo.
A determinado club de futbol le cayó una sanción porque sus hinchas habían proferido “comentarios racistas” contra un jugador de color (de color negro, se sobreentiende).
Pero cuando los insultos se producen contra el Himno de la Nación y el Rey, no hay sanciones…
Para mas INRI, se sabe que estaba preparado. Y se sabe quien lo había preparado.
Pero no pasa nada… ésto es… ¿Cómo decirlo?... ¿Libertad de expresión?
España, señores, se está balcanizando poquito a poco.
Es así, no se engañen.
Y los jueces tienen algo que ver en ello.
No todos, pero unos cuantos con nombre, apellidos e inclinaciones políticas, si.
Y Pedraz es uno de ellos.
La Constitución del Reino de España (que ya era un bodrio infumable cuando se aprobó), hoy en día no sirve ni para liar el pescado... fíjense si será inútil que el Tribunal Constitucional es incapaz de pronunciarse sobre ella cuando Leyes de inferior rango vulneran radical y positivamente sus artículos.
Cuando “el hecho identitario” nos lleve a agarrarnos por el cuello, estos mismos jueces que consienten cualquier villanía, se rasgarán públicamente las vestiduras… pero ya será tarde.
¿Quién es el culpable de que un niño sea un gamberro, un irresponsable y un consentido? ¿El niño?
No, los monstruitos que pululan por las calles de España son fruto de la desidia formativa de sus progenitores y de la apatía de la laxa sociedad en que se crían.
El nacionalismo, es un niño malcriado e insolente que está ya crecidito… y lo que está pidiendo a gritos son dos buenas bofetadas.
Eso o los Balcanes.
Pero papá no está por la labor… en vez de eso, va a darle dinerito al niño para ver si se calla.
¿Por qué acabarán estas cosas siendo siempre un problema de cascabeles y gatos?
Seguramente, algún impoluto argumento técnico, extraído de algún sesudo estudio jurídico, avala las palabras de este indespeinable señor, pero a mí, que dada mi condición de roedor esciuromorfo se me escapan los tecnicismos jurídicos, me parece que si ésto no es delito, debería serlo.
A determinado club de futbol le cayó una sanción porque sus hinchas habían proferido “comentarios racistas” contra un jugador de color (de color negro, se sobreentiende).
Pero cuando los insultos se producen contra el Himno de la Nación y el Rey, no hay sanciones…
Para mas INRI, se sabe que estaba preparado. Y se sabe quien lo había preparado.
Pero no pasa nada… ésto es… ¿Cómo decirlo?... ¿Libertad de expresión?
España, señores, se está balcanizando poquito a poco.
Es así, no se engañen.
Y los jueces tienen algo que ver en ello.
No todos, pero unos cuantos con nombre, apellidos e inclinaciones políticas, si.
Y Pedraz es uno de ellos.
La Constitución del Reino de España (que ya era un bodrio infumable cuando se aprobó), hoy en día no sirve ni para liar el pescado... fíjense si será inútil que el Tribunal Constitucional es incapaz de pronunciarse sobre ella cuando Leyes de inferior rango vulneran radical y positivamente sus artículos.
Cuando “el hecho identitario” nos lleve a agarrarnos por el cuello, estos mismos jueces que consienten cualquier villanía, se rasgarán públicamente las vestiduras… pero ya será tarde.
¿Quién es el culpable de que un niño sea un gamberro, un irresponsable y un consentido? ¿El niño?
No, los monstruitos que pululan por las calles de España son fruto de la desidia formativa de sus progenitores y de la apatía de la laxa sociedad en que se crían.
El nacionalismo, es un niño malcriado e insolente que está ya crecidito… y lo que está pidiendo a gritos son dos buenas bofetadas.
Eso o los Balcanes.
Pero papá no está por la labor… en vez de eso, va a darle dinerito al niño para ver si se calla.
¿Por qué acabarán estas cosas siendo siempre un problema de cascabeles y gatos?