Sobre los restos calientes de los dos guardias asesinados en Calviá, leo ríos de tinta en los que se pide que el gobierno deje meridianamente claro que no va a volver a negociar con la ETA. Dicen – parece que se han puesto de acuerdo – que la piara ha vuelto a asesinar porque espera, a cuenta de la indefinición de zetapé, volver a sentarse a negociar.
Parecen creer que si la ETA tuviese claro que no era posible la negociación dejaría de matar…
Y miren por donde, no estoy de acuerdo.
A la ETA – en opinión de este pesimista - le importa un rábano la negociación. La negociación es, para ellos, un instrumento que les permite obtener prebendas, un método para chantajear al Estado como hacen ya con miles de empresarios, un paréntesis para “marear la perdiz” mientras se rehacen de los efectos de la acción policial y se rearman.
El objetivo final de la ETA es de dominio público y consiste – a ver quien me lo niega - en obtener la independencia de las provincias vascongadas, Navarra y el país vasco francés (eso que llaman “Euskalerria”)… y es un objetivo que comparte, además, con el “moderado” PNV.
No es otro.
Si algún día la piara alcanza este objetivo, tratarán de instaurar un régimen totalitario de corte marxista… y se merendarán – en la fiesta - al PNV.
Y en eso es – exactamente – en lo que están.
Por eso, no creo que el fin de este cáncer pase por una solución “política”. La única salida política que la ETA está dispuesta a aceptar es la que recibe el nombre de “rendición sin condiciones”.
Lo de la negociación, desde el punto de vista de nuestra miserable y cobarde clase política, es sólo la esperanza de perpetuarse en sus cargos que tienen los que la alientan, de pasar a la historia como los “pacificadores” de las vascongadas, de obtener un Nobel de la paz… suena casi tan ridículo como es.
Y aunque el Congreso de los Diputados en pleno decidiese prohibir cualquier negociación con la piara, ¿creen que a un gobierno de izquierdas le puede parar los pies una resolución del Congreso?
Luego lo de la negociación es secundario, intrascendente, innecesario en si mismo… a los únicos que beneficia es a los malos... y nuestros irresponsables gobernantes acudirán a ella cuando les parezca bien. El problema no es, ni ha sido nunca, de negociaciones.
Puede que lo que necesitemos sea una nueva generación de políticos que, ajena a las hipotecas de los que ocupan hoy nuestros escaños, sea capaz de plantar cara al verdadero problema.
Sólo entonces veremos, tal vez, el fin de la ETA… y será un final de cárcel y exilio, porque el final de esta historia, créanme, no puede ser de otra manera.
Mientras tanto, habida cuenta que no tienen intención de hacer lo que hay que hacer, no nos canten milongas – señorías - y déjennos llorar a nuestros muertos.
Parecen creer que si la ETA tuviese claro que no era posible la negociación dejaría de matar…
Y miren por donde, no estoy de acuerdo.
A la ETA – en opinión de este pesimista - le importa un rábano la negociación. La negociación es, para ellos, un instrumento que les permite obtener prebendas, un método para chantajear al Estado como hacen ya con miles de empresarios, un paréntesis para “marear la perdiz” mientras se rehacen de los efectos de la acción policial y se rearman.
El objetivo final de la ETA es de dominio público y consiste – a ver quien me lo niega - en obtener la independencia de las provincias vascongadas, Navarra y el país vasco francés (eso que llaman “Euskalerria”)… y es un objetivo que comparte, además, con el “moderado” PNV.
No es otro.
Si algún día la piara alcanza este objetivo, tratarán de instaurar un régimen totalitario de corte marxista… y se merendarán – en la fiesta - al PNV.
Y en eso es – exactamente – en lo que están.
Por eso, no creo que el fin de este cáncer pase por una solución “política”. La única salida política que la ETA está dispuesta a aceptar es la que recibe el nombre de “rendición sin condiciones”.
Lo de la negociación, desde el punto de vista de nuestra miserable y cobarde clase política, es sólo la esperanza de perpetuarse en sus cargos que tienen los que la alientan, de pasar a la historia como los “pacificadores” de las vascongadas, de obtener un Nobel de la paz… suena casi tan ridículo como es.
Y aunque el Congreso de los Diputados en pleno decidiese prohibir cualquier negociación con la piara, ¿creen que a un gobierno de izquierdas le puede parar los pies una resolución del Congreso?
Luego lo de la negociación es secundario, intrascendente, innecesario en si mismo… a los únicos que beneficia es a los malos... y nuestros irresponsables gobernantes acudirán a ella cuando les parezca bien. El problema no es, ni ha sido nunca, de negociaciones.
Puede que lo que necesitemos sea una nueva generación de políticos que, ajena a las hipotecas de los que ocupan hoy nuestros escaños, sea capaz de plantar cara al verdadero problema.
Sólo entonces veremos, tal vez, el fin de la ETA… y será un final de cárcel y exilio, porque el final de esta historia, créanme, no puede ser de otra manera.
Mientras tanto, habida cuenta que no tienen intención de hacer lo que hay que hacer, no nos canten milongas – señorías - y déjennos llorar a nuestros muertos.