El Gobierno aprobó este jueves la modificación del Reglamento para determinar la aptitud psicofísica del personal de las Fuerzas Armadas. Se da nueva redacción a los apartados de las denominadas "disforias sexuales" y a la determinación de la incapacidad médica.
Con estos cambios se pretende adaptar a la sensibilidad social actual algunos términos y expresiones. Primarán los intereses de las Fuerzas Armadas, de manera que personas con cambios morfológicos en sus genitales externos sin repercusión funcional puedan mantener, respecto a lo militar, la misma aptitud para el servicio que tendrían sin esos cambios, siempre y cuando su salud no se vea comprometida por alteraciones que pudieran condicionar su aptitud psicofísica.” [LD]
Lo que voy a comentar a continuación es, lo adelanto, políticamente incorrecto. Admito que también tiene algo de prejuicio y un poco de rebeldía (no exenta de vehemencia) ante el pensamiento dominante, pero es mi opinión.
Me parece una barbaridad que se admitan en las FAS transexuales.
Ahora viene el obligatorio “Disclaimer” en el que digo eso de que yo no tengo nada contra homosexuales, transexuales, heterosexuales, asexuados, eunucos, hermafroditas, etc… y viene este “Disclaimer” porque es verdad. Nada me impide reconocer a ninguno de los grupos mencionados como mi prójimo y mi condición de cristiano me obliga, además, a amarlos como a mi mismo… algo que, en algunos casos me supone cierto esfuerzo dada mi condición de pecador reincidente.
Sin embargo, para tranquilidad del lector, diré que me produce mucho mas sofoco un igual (desde el punto de vista sexual) que defienda los postulados de la progresía, que cualquier miembro de los mentados grupos por el simple hecho de su pertenencia a ellos.
Ahora definiré anormalidad como ese fenómeno estadístico que ocupa los extremos de la curva de Gauss, es decir, lo que no es “normal”, considerando “normal” lo mas común y numeroso en una muestra. Estadísticamente hablando, en una sociedad corriente, la “normalidad” se encuentra en los heterosexuales (por mucho que se empeñen en negarlo), de modo que no es incorrecto emplear el término anormalidad sexual en los colectivos que por su representación en el total de la población – en ese aspecto -, alcanzan porcentajes mínimos.
Según tengo entendido, es relativamente frecuente encontrar homosexuales en las Fuerzas Armadas… lo es ahora y lo ha sido siempre. Y sé, por lo que he leído y me han comentado amigos militares, que llegado el momento de jugarse la vida, la condición de homosexual no supone ningún obstáculo… es más, a veces dan muestras de un valor ejemplarizante, pero por lo demás, sería negar la evidencia decir que un homosexual, debido a su particular forma de enfrentarse a la vida social, no es un elemento conflictivo.
Y el conflicto que se crea a su alrededor no viene siempre derivado de su comportamiento, sino de su condición.
Los homosexuales, en general se sienten rechazados por su entorno. Buena parte de culpa podemos tenerla los demás, pero eliminar de esta ecuación el hecho de que el homosexual es una persona que se ve a si misma como “diferente”, sería absurdo.
Las frustraciones derivadas del rechazo social (y a veces personal) van configurando un tipo concreto de persona cuyo cerebro se rige por mecanismos que a los que no hemos padecido esas circunstancias, nos resultan muy difíciles de entender.
Si el individuo analizado se ve abocado a tomar la decisión de modificar su cuerpo hasta el extremo de cambiar su aparato reproductor… que quieren que les diga, me parece que podrá ser una bellísima persona, pero psíquicamente está fuera de toda normalidad.
En este valle de lágrimas en el que subsistimos, la voluntad humana vive en perenne pugna con la naturaleza. La creencia de que cualquier cosa que yo desee puede o debe convertirse en un derecho, hedonismo en estado puro, genera no pocos conflictos en nuestra sociedad.
Me parece muy meritorio – por ejemplo - que un señor al que le faltan las dos piernas se mantenga en forma, pero ponerlos a correr los cien metros lisos – y lo siento si ofendo a alguien, no es mi intención – me parece mas propio de un circo que de de un evento deportivo.
Del mismo modo, ante la imposibilidad de tener hijos, contemplo con matices diferentes la inseminación artificial y la fecundación “in vitro”… y me parece una solución mas que generosa, la adopción de un niño.
Pero incluso en la adopción de niños hay que respetar el principio de que en la adopción debe primar sobre cualquier otro criterio, el bienestar del niño. En la adopción, la voluntad de los adoptantes es absolutamente secundaria.
Retomando el tema, el que yo quiera ser militar no es un derecho, es un deseo… y si no reúno las condiciones psíquicas, físicas e intelectuales necesarias, no debo acceder a esta condición… y como no estamos hablando de pintar fachadas sino de pegar tiros… la cosa es delicada.
Esta medida puramente demagógica, extraída del saco de tonterías al que nuestro gobierno de iluminados recurre cada dos por tres, permitirá que no pueda ingresar en una Academia Militar Napoleón Bonaparte (por defecto de altura) y si lo haga Bibi Andersen… cuando estadísticamente hablando hay muchos mas señores bajitos que transexuales (aunque debo admitir que Napoleones Bonaparte tampoco debe haber muchos).
Por cierto, una operación de cambio de sexo no excluye del ingreso en una Academia Militar, una operación para disminuir las dioptrías si… ¿Qué les parece?
Quizá, dentro de diez o doce años, habremos conseguido que entren a formar parte de nuestras FAS tres o cuatro transexuales (con su muy peculiar psicología)… y habremos impedido el ingreso de varios miles de señores bajitos y ciudadanos con astigmatismo.
Y en ningún momento estoy hablando de discriminación por sexo, estoy hablando de estabilidad psíquica…
Y ya se que suena fatal, pero es verdad.
Me parece una barbaridad que se admitan en las FAS transexuales.
Ahora viene el obligatorio “Disclaimer” en el que digo eso de que yo no tengo nada contra homosexuales, transexuales, heterosexuales, asexuados, eunucos, hermafroditas, etc… y viene este “Disclaimer” porque es verdad. Nada me impide reconocer a ninguno de los grupos mencionados como mi prójimo y mi condición de cristiano me obliga, además, a amarlos como a mi mismo… algo que, en algunos casos me supone cierto esfuerzo dada mi condición de pecador reincidente.
Sin embargo, para tranquilidad del lector, diré que me produce mucho mas sofoco un igual (desde el punto de vista sexual) que defienda los postulados de la progresía, que cualquier miembro de los mentados grupos por el simple hecho de su pertenencia a ellos.
Ahora definiré anormalidad como ese fenómeno estadístico que ocupa los extremos de la curva de Gauss, es decir, lo que no es “normal”, considerando “normal” lo mas común y numeroso en una muestra. Estadísticamente hablando, en una sociedad corriente, la “normalidad” se encuentra en los heterosexuales (por mucho que se empeñen en negarlo), de modo que no es incorrecto emplear el término anormalidad sexual en los colectivos que por su representación en el total de la población – en ese aspecto -, alcanzan porcentajes mínimos.
Según tengo entendido, es relativamente frecuente encontrar homosexuales en las Fuerzas Armadas… lo es ahora y lo ha sido siempre. Y sé, por lo que he leído y me han comentado amigos militares, que llegado el momento de jugarse la vida, la condición de homosexual no supone ningún obstáculo… es más, a veces dan muestras de un valor ejemplarizante, pero por lo demás, sería negar la evidencia decir que un homosexual, debido a su particular forma de enfrentarse a la vida social, no es un elemento conflictivo.
Y el conflicto que se crea a su alrededor no viene siempre derivado de su comportamiento, sino de su condición.
Los homosexuales, en general se sienten rechazados por su entorno. Buena parte de culpa podemos tenerla los demás, pero eliminar de esta ecuación el hecho de que el homosexual es una persona que se ve a si misma como “diferente”, sería absurdo.
Las frustraciones derivadas del rechazo social (y a veces personal) van configurando un tipo concreto de persona cuyo cerebro se rige por mecanismos que a los que no hemos padecido esas circunstancias, nos resultan muy difíciles de entender.
Si el individuo analizado se ve abocado a tomar la decisión de modificar su cuerpo hasta el extremo de cambiar su aparato reproductor… que quieren que les diga, me parece que podrá ser una bellísima persona, pero psíquicamente está fuera de toda normalidad.
En este valle de lágrimas en el que subsistimos, la voluntad humana vive en perenne pugna con la naturaleza. La creencia de que cualquier cosa que yo desee puede o debe convertirse en un derecho, hedonismo en estado puro, genera no pocos conflictos en nuestra sociedad.
Me parece muy meritorio – por ejemplo - que un señor al que le faltan las dos piernas se mantenga en forma, pero ponerlos a correr los cien metros lisos – y lo siento si ofendo a alguien, no es mi intención – me parece mas propio de un circo que de de un evento deportivo.
Del mismo modo, ante la imposibilidad de tener hijos, contemplo con matices diferentes la inseminación artificial y la fecundación “in vitro”… y me parece una solución mas que generosa, la adopción de un niño.
Pero incluso en la adopción de niños hay que respetar el principio de que en la adopción debe primar sobre cualquier otro criterio, el bienestar del niño. En la adopción, la voluntad de los adoptantes es absolutamente secundaria.
Retomando el tema, el que yo quiera ser militar no es un derecho, es un deseo… y si no reúno las condiciones psíquicas, físicas e intelectuales necesarias, no debo acceder a esta condición… y como no estamos hablando de pintar fachadas sino de pegar tiros… la cosa es delicada.
Esta medida puramente demagógica, extraída del saco de tonterías al que nuestro gobierno de iluminados recurre cada dos por tres, permitirá que no pueda ingresar en una Academia Militar Napoleón Bonaparte (por defecto de altura) y si lo haga Bibi Andersen… cuando estadísticamente hablando hay muchos mas señores bajitos que transexuales (aunque debo admitir que Napoleones Bonaparte tampoco debe haber muchos).
Por cierto, una operación de cambio de sexo no excluye del ingreso en una Academia Militar, una operación para disminuir las dioptrías si… ¿Qué les parece?
Quizá, dentro de diez o doce años, habremos conseguido que entren a formar parte de nuestras FAS tres o cuatro transexuales (con su muy peculiar psicología)… y habremos impedido el ingreso de varios miles de señores bajitos y ciudadanos con astigmatismo.
Y en ningún momento estoy hablando de discriminación por sexo, estoy hablando de estabilidad psíquica…
Y ya se que suena fatal, pero es verdad.