Vivimos bajo la dictadura de lo políticamente correcto.
Y no sólo en el lenguaje, el lenguaje es un mecanismo que sirve al pensamiento… sin pensamiento, el lenguaje son sólo frases sueltas en boca de una ministra de cuota.
La censura que impone el pensamiento único se manifiesta especialmente en este tipo de lenguaje. En algunos casos la forma de decir las cosas busca deliberadamente modificar el significado de lo que se expresa. Forzar determinados vocablos implica - en ese sentido - minimizar o minorizar el contenido de lo que se transmite.
El lenguaje políticamente correcto se aplica siempre a minorías. Sólo los colectivos que escapan a la curva de gauss por uno de sus lados son susceptibles de ser objeto de lenguaje cuidadoso.
Cuando uno se refiere a un sodomita, el maricón de toda la vida, debe hacerlo como homosexual… si no se hace así, se considera que el interlocutor trata de ofender al colectivo gay. Sodomita, gay, homosexual, marica, maricón… son sinónimos que definen a la persona que tiene determinadas inclinaciones sexuales. El que uno se manifieste a favor o en contra de determinadas prácticas lo dirá el contexto, no el adjetivo.
Lo mismo sucede con el terrorismo. Lo que toda la vida se calificaba de vandalismo, ahora es terrorismo de baja intensidad y en ocasiones ni eso, apenas llega a violencia dado que el que lo practica es calificado como “violento”. Cuando el vándalo politizado alcanza la condición de homicida, ya sea en modo individual o de masas, se convierte en terrorista… rara vez en asesino que es lo que – en castellano – le corresponde.
La condición de abortista se alcanza cuando de forma deliberada y voluntaria, sin mediar razón de ningún tipo, se toman medidas para evitar el nacimiento de un niño… y lo que hace es abortar no interrumpir voluntariamente su embarazo (aunque suena mejor esto último). Tras este arabesco se esconde la sutil diferencia entre cometer un delito y ejercer un derecho.
Un negro lo es porque su piel tiene una determinada característica cromática… un afroamericano es un negro con carta de ciudadanía. Si nació en Kenia y está nacionalizado holandés, difícilmente se le puede denominar afroamericano.
En cuanto a decir que un hombre es de color resulta insuficiente si no se especifica el color que tiene… aunque se le presuponga el negro.
El término moro designa a los africanos que viven a orillas del mar Mediterráneo, el árabe lo es si vive en el interior… Musulmán son casi todos ellos.
Lo políticamente correcto no busca aumentar la cortesía, trata de modificar el pensamiento.
Y es una forma de censura. Censura proactiva si me permiten la cursilería.
De modo que ahora que vivimos una era de libertades sin igual, en la que cualquier desmán es acogido con benevolencia por nuestra invertebrada sociedad, estamos siempre pendiente de lo que decimos y como lo decimos… no sea que nos llamen “fachas”.
Al final reduciremos el castellano a tres mil vocablos. (Y el cerebro a diez neuronas)