Ayer pude ver en el telediario las declaraciones de tres testigos a quienes la defensa del gigantesco Garzón había llamado a declarar.
La primera era una venerable ancianita que debía haber sobrepasado los ochenta años, habida cuenta que declaraba acerca de lo que le habían hecho a su madre en el 36.
La segunda era una señora que perdió a su padre el año en que nació...
Y el tercero era un historiador que no había cumplido, a buen seguro, los cuarenta años.
Contaron dos historias tristes y una teoría.
Las dos historias tristes tenían que ver con la desaparición y muerte de su madre y de su padre respectivamente, a manos de fuerzas “franquistas”, y la teoría era acerca de “la solución final” que jerifaltes del franquismo habían elaborado para acabar con cualquier vestigio de personas relacionadas con “el régimen legalmente establecido” antes de la guerra.
La cosa, si no fuese para vomitar, sería para partirse la caja de risa.
Convertir un juicio por prevaricación – donde lo que se está dirimiendo es un tema puramente “técnico” desde el punto de vista legal – en la pista central del circo Ringling, es un argumento más para que el anormal de Garzón se marche a su casa.
A todos los efectos es como si a mi me están juzgando por robar en un museo y yo traigo testigos de que no me he saltado un semáforo.
Lo cierto es que – erre que erre – este idiota (que es el que hace idioteces) quiere su juicio contra “el franquismo”, al precio que sea.
Aquí no hay justicia que valga porque no se puede hacer justicia sobre gente que está muerta.
Aquí lo que hay es el intento de que los nietos paguemos las culpas de los abuelos, sean éstos culpables o no.
Leí a Pio Moa un esclarecedor artículo en el que decía que muchos de los represaliados por “los franquistas”, si el resultado de la guerra hubiese sido el opuesto, también habrían sido sentados en el banquillo, porque se les juzgó por crímenes cometidos en retaguardia.
En Lora del Rio, provincia de Sevilla, en los albores de la guerra, la familia del abajo firmante fué algo mas que diezmada por “los rojos”. A mi tio abuelo Mariano lo fusilaron en una cuneta cuando tenía veinte años por el delito de estar en Madrid estudiando Derecho y regresar a casa para pasar las vacaciones... sus asesinos murieron en la guerra, pero si hubiesen sobrevivido a ésta ¿no deberían haberse sentado en el banquillo?
En cuanto a la “solución final” de los franquistas, este historiador (que supongo que tendrá una licenciatura en Historia) tendrá – intuyo – algunos datos al respecto, pero es necesario reconocer que como genocidas, los “franquistas” fueron un desastre. Porque si se hubiesen aplicado en condiciones – en unos años en los que el poder “franquista” era absoluto – los muertos se contarían por millones, y no fué así. De hecho, yo he conocido a parte de mi familia que perteneció al “gobierno legalmente establecido” por el pucherazo del Frente Popular en la Segunda República, y les aseguro que estaban bastante bien de salud.
En cuanto a las exhumaciones, todo el que ha querido localizar a su abuelo ha podido hacerlo de los cincuenta en adelante... pero este circo no va de eso. Esto es la revancha de los necios.
Y ya está bien.
Señores de la izquierda, ¿me harían el favor de irse un poquito a la mierda con la guerra de nuestros abuelos?