En la pecera se han reunido los besugos.
Han estado charlando como sólo ellos lo saben hacer… con diálogos de besugos.
Al final – aunque les cueste a ustedes creerlo – no han llegado a ninguna conclusión.
Hay, eso si, una o dos fotos y una rueda de prensa en la que el padre de las góticas acusa nuevamente al PP de no arrimar el hombro.
Tenía la reunión visos de trampa: si no se ponen de acuerdo, la culpa es del PP… pero si se ponen de acuerdo la responsabilidad se diluye (¿De que te quejas si me apoyaste?).
Los verdaderos responsables de la desastrosa gestión económica que nos conduce inevitablemente al abismo son, ya ven que cosas, los únicos que no tienen nada que ver con ella.
Conseguirlo está costando un dineral, porque las voluntades son caras… pero como el dinero público "no es de nadie" (ministra sociata de cuota dixit), lo gastan con la alegría del que nunca ha tenido que ganarlo.
La crisis moral en que estamos sumidos se materializa en la existencia de una pléyade de sinvergüenzas de todo pelaje y condición social que, acostumbrados a vivir del erario público, no les duelen prendas de venir a hacer lo que haga falta por sostener nuestra ruina.
El espectáculo lamentable de los "sindicatos mayoritarios", fuerza social con menos socios que el círculo de lectores, en la convención de jetas del pasado fin de semana, es una prueba clarísima de quienes son - en esta España de mis entretelas – los que cortan el bacalao.
Al gobierno, principal responsable de la desastrosa gestión económica que nos conduce inevitablemente al abismo, ni mentarlo… la culpa es del PP y de quienes proporcionan el trabajo.
Chavismo camuflado, bananerismo apenas aseado.
Si se alinean los astros ganará el PP las elecciones, pero la pléyade de sinvergüenzas seguirá en la calle.
No es el gobierno, es el pueblo que - como el ganado cebado - se rebota ante el trabajo.
Y la culpa, ahora si, la tiene Franco… que nos permitió comprarnos un seiscientos fabricado en Cataluña.
Han estado charlando como sólo ellos lo saben hacer… con diálogos de besugos.
Al final – aunque les cueste a ustedes creerlo – no han llegado a ninguna conclusión.
Hay, eso si, una o dos fotos y una rueda de prensa en la que el padre de las góticas acusa nuevamente al PP de no arrimar el hombro.
Tenía la reunión visos de trampa: si no se ponen de acuerdo, la culpa es del PP… pero si se ponen de acuerdo la responsabilidad se diluye (¿De que te quejas si me apoyaste?).
Los verdaderos responsables de la desastrosa gestión económica que nos conduce inevitablemente al abismo son, ya ven que cosas, los únicos que no tienen nada que ver con ella.
Conseguirlo está costando un dineral, porque las voluntades son caras… pero como el dinero público "no es de nadie" (ministra sociata de cuota dixit), lo gastan con la alegría del que nunca ha tenido que ganarlo.
La crisis moral en que estamos sumidos se materializa en la existencia de una pléyade de sinvergüenzas de todo pelaje y condición social que, acostumbrados a vivir del erario público, no les duelen prendas de venir a hacer lo que haga falta por sostener nuestra ruina.
El espectáculo lamentable de los "sindicatos mayoritarios", fuerza social con menos socios que el círculo de lectores, en la convención de jetas del pasado fin de semana, es una prueba clarísima de quienes son - en esta España de mis entretelas – los que cortan el bacalao.
Al gobierno, principal responsable de la desastrosa gestión económica que nos conduce inevitablemente al abismo, ni mentarlo… la culpa es del PP y de quienes proporcionan el trabajo.
Chavismo camuflado, bananerismo apenas aseado.
Si se alinean los astros ganará el PP las elecciones, pero la pléyade de sinvergüenzas seguirá en la calle.
No es el gobierno, es el pueblo que - como el ganado cebado - se rebota ante el trabajo.
Y la culpa, ahora si, la tiene Franco… que nos permitió comprarnos un seiscientos fabricado en Cataluña.