Teresita Conejera, la que se molesta de que Reverte seamos todos, y considera que una FP2 (al cambio) es condición suficiente para ejercer de “alto cargo”, que ha pasado toda su vida chupándole la sangre a los españoles para despotricar luego de ellos, ha perpetrado una de las suyas, que es – no lo olvidemos – una de las habituales de las que hacen ellos.
Este rebañito de incompetentes sólo tienen claro una cosa: que aquí mandan ellos.
Como son inmunes a la autocrítica (y algunos de ellos al pensamiento) actúan con la soberbia propia de los dictadorzuelos bananeros... como una maestra menopáusica en plena efervescencia histérica, retira la palabra con cajas destempladas a un estudiante que dice no entender porque los sindicatos en España no hacen su trabajo.
"Nunca pensé que tuviera que retirar la palabra en este acto", dice la contable venida a mas.
Yo tampoco señora Cunillera, pensé que tendría que soportar una clase política tan ignorante, tan sinvergüenza, tan corrupta y tan capaz de retirar la palabra a un español que acude al parlamento.
Parlamento, señora Cunillera, ese sitio donde se habla de las cosas... ese lugar que ustedes han convertido en un redil (y me muerdo los labios para no usar el término pocilga) donde no es posible la discrepancia y donde unos hacen oidos sordos – sistematicamente – a lo que dicen los otros, esforzándose por no representar a nadie.
Pero usted de esto que llamamos democracia, no entiende... usted de lo que está hasta la coronilla de que los demás españoles queramos expresar nuestras opiniones, de que exista esa cosa molesta que se llama “Libertad de expresión”, aquello que – cuando usted trataba de aprobar esa cosita mercantil en Barcelona – estaba perennemente en su boca y la de sus amiguetes aspirantes – como usted - a sanguijuela.
Y todo tiene su explicación, porque esta muchacha procede de una región de España donde se viene aplicando de un tiempo a esta parte una dictadura cebollera “de facto”, donde es posible un CAC, donde los periódicos (subvencionados hasta la nausea por la Generalitat) publican conjuntamente los editoriales que les dicta el stalinito con esposa pluriempleada, donde no se puede estudiar en español, donde se multa a los tenderos por usar otra lengua que no sea el catalán, donde quieren prohibir los toros... ¡No se pueden pedir peras al olmo!
No es que tengamos políticos malos, es que la condición humana de estos pollos es para echarse a llorar.
Este rebañito de incompetentes sólo tienen claro una cosa: que aquí mandan ellos.
Como son inmunes a la autocrítica (y algunos de ellos al pensamiento) actúan con la soberbia propia de los dictadorzuelos bananeros... como una maestra menopáusica en plena efervescencia histérica, retira la palabra con cajas destempladas a un estudiante que dice no entender porque los sindicatos en España no hacen su trabajo.
"Nunca pensé que tuviera que retirar la palabra en este acto", dice la contable venida a mas.
Yo tampoco señora Cunillera, pensé que tendría que soportar una clase política tan ignorante, tan sinvergüenza, tan corrupta y tan capaz de retirar la palabra a un español que acude al parlamento.
Parlamento, señora Cunillera, ese sitio donde se habla de las cosas... ese lugar que ustedes han convertido en un redil (y me muerdo los labios para no usar el término pocilga) donde no es posible la discrepancia y donde unos hacen oidos sordos – sistematicamente – a lo que dicen los otros, esforzándose por no representar a nadie.
Pero usted de esto que llamamos democracia, no entiende... usted de lo que está hasta la coronilla de que los demás españoles queramos expresar nuestras opiniones, de que exista esa cosa molesta que se llama “Libertad de expresión”, aquello que – cuando usted trataba de aprobar esa cosita mercantil en Barcelona – estaba perennemente en su boca y la de sus amiguetes aspirantes – como usted - a sanguijuela.
Y todo tiene su explicación, porque esta muchacha procede de una región de España donde se viene aplicando de un tiempo a esta parte una dictadura cebollera “de facto”, donde es posible un CAC, donde los periódicos (subvencionados hasta la nausea por la Generalitat) publican conjuntamente los editoriales que les dicta el stalinito con esposa pluriempleada, donde no se puede estudiar en español, donde se multa a los tenderos por usar otra lengua que no sea el catalán, donde quieren prohibir los toros... ¡No se pueden pedir peras al olmo!
No es que tengamos políticos malos, es que la condición humana de estos pollos es para echarse a llorar.