La imputación de Arturito "el derrotado" por su actuación en el “butifarrendum”, ha puesto en pie de guerra a la tribu de los del 3% y a sus aliados.
Para el de la mirada aviesa, el hecho de que a Arturito "el rompelotodo" haya sido citado por haberse saltado la ley, es una prueba palpable de que Cataluña debe ser independiente.
Cuando a Arturito "el incompetente" se le ocurrió, junto con sus amigos de “pasa tu primero que a mi me da la risa”, hacer la patochada de montar (con dinero de nuestros impuestos) un referéndum con una consulta esotérica cuya respuesta era un enigma basado en combinaciones de dos elementos tomados de dos en dos (si-si, si-no, no-si, no-no), fue advertido, avisado, prevenido e informado de que se estaba metiendo en un charco que – en un Estado de Derecho y con las leyes vigentes en la mano – no podía conducirle a nada bueno.
El propio Tribunal Constitucional, nada sospechoso de ser una instancia dispuesta a hacer que se cumpla la ley, le dijo que estaba cometiendo una ilegalidad (vulgo delito)... pero Arturito "el manirroto" decidió seguir adelante y saltarse el semáforo en rojo.
Ahora, cuando le llega la multa con pérdida de puntos, Arturito "el asombrado" alega ignorancia… y su mafia aledaña, cómplices en el delito, insisten en que atacar al "capo di capi", es atacar a todos los catalanes de su lista blanca… que son - para ellos - los únicos catalanes que existen.
Porque en opinión del demagogo con sobrepeso, que un representante del gobierno (en las autonomías estos matones son representantes de España) falte a todos sus deberes y juramentos, cometiendo una tropelía que vulnera unas cuantas leyes (entre ellas la denominada “Ley de Leyes”), es – a efectos – lo mismo que cuando doña Mercedes va a echar un papelito a una urna de cartón, instada y engañada por ese mismo representante del gobierno y toda su pandilla de maleantes.
Arturito "el listillo", los dos tenores y el perroflauta, son una partida de sinvergüenzas y, ateniéndose a la ley, unos simples delincuentes… y los que les siguen – vamos a ser misericordiosos – una partida de engañados voluntarios.
Y ya está bien.
Bastante doloroso es soportar esta basura de Constitución que nos vemos obligados a acatar por haber sido aprobada por una incontestable mayoría de españoles, como para que – encima – los listos de siempre se quieran saltar el semáforo en rojo sin asumir las consecuencias.
Y a los dos millones de engañados voluntarios que están a las ordenes de esta asociación de malhechores, habrá que empezar a hablarles clarito, a ver si despiertan de ese sueño anestésico en el que los tienen sumidos.
Habrá que cambiar el “¡Desperta Ferro!” por un “¡Desperta burro!”… dicho sea sin ofender y aludiendo a su símbolo nacional.