Al margen de los sentimientos, la nacionalidad es un tema con un enorme componente administrativo.
Tener una nacionalidad supone asumir obligaciones y derechos.
El paraguas de la nacionalidad te aporta la asistencia de las embajadas de tu país cuando tienes problemas en tus viajes al extranjero, te permite beneficiarte de los tratados internacionales que la diplomacia de tu país ha conseguido poner en marcha, te otorga derechos tales como la educación gratuita, la sanidad y la atención social, no precisas que te expidan un permiso de trabajo ni de residencia en tu país, dispones de documentación que acredita tu condición de ciudadano, puedes votar… y te obliga – por ejemplo - a hacer el servicio militar (en algunos sitios), pagar tus impuestos y, sobre todo, a obedecer las leyes del Estado de tu Nación.
Digo esto porque es cierto que existen tratados de doble nacionalidad, pero son tratados entre países… Polonia y España tienen un tratado así. Un Polaco que adquiriese como doble nacionalidad la española se vería obligado a cumplir las leyes de España si reside aquí y las de Polonia cuando pase sus vacaciones allí.
De la condición de ciudadano de un determinado Estado se deriva la nacionalidad.
Lo demás son tonterías y sentimientos sobre los que no se puede fundar cosa alguna.
Nacho Duato dice no sentirse español, pero como su nacionalidad es la que es, puede dirigir el ballet nacional de España sin necesitar un permiso de trabajo y otro de residencia… se sentirá puertorriqueño, lituano, bielorruso, armenio o palestino, pero lo cierto es que es español, pues su nacionalidad, como el propio término indica, la adquirió por razón de nacimiento.
Cuando pienso en Cataluña convertida en un Estado fuera de España me asaltan muchísimas dudas.
Vamos a suponer que Cataluña se constituye de forma unilateral en Estado… y vamos a suponer que lo hace sin saldar la enorme deuda que tiene con el resto de España debido a los dos rescates (sic) que ya le hemos hecho.
Borrón y cuenta nueva.
De un día para otro se verá en la necesidad de renegociar todos los tratados internacionales que disfrutaban sus ciudadanos cuando gozaban de la nacionalidad española. Me refiero, por ejemplo, a la Unión Europea de la que, al ser un nuevo estado, no sería miembro, tal como le sucede a Montenegro, Bosnia o Albania. Asimismo tendría que renegociar los acuerdos económicos, diplomáticos, de defensa (si decide tener un ejército)… y de la noche a la mañana sus ciudadanos perderían todos los derechos derivados de su nacionalidad española.
Sólo los que tuviesen la doble nacionalidad se salvarían de esto, pero habría que elaborar un tratado entre el gobierno de España y el de Cataluña para que un ciudadano de Barcelona se pudiese acoger a la doble nacionalidad “española – catalana”… siempre en el supuesto de que España quisiese hacerlo.
Como estarían fuera de Schengen, deberían articular fronteras y elaborar pasaportes que harían de un catalán – como dicen en Italia - un “extracomunitario”.
Lo de las fronteras – probablemente - traería también cosas tales como aranceles a los productos que las atraviesen… encareciendo los productos catalanes.
El fisco Catalán tendría que afrontar solito la creación de la infraestructura de un Estado… adeudándose en los mercados internacionales con una prima de riesgo inicial que sería – seguramente – enorme. A efectos prácticos los catalanes se verían sometidos a una presión fiscal de dimensiones bíblicas.
La construcción del Estado obligaría a distraer fondos de sanidad, protección social, orden público… a lo mejor (como dicen los separatistas) Cataluña dispondría de mas dinero, pero de lo que no cabe ninguna duda, es de que multiplicaría sus gastos.
Y ya que de dinero hablamos, el euro también es un tratado… y lo firmó España, Cataluña – como Estado de nueva creación – debería reunir las condiciones para adherirse o emitir su propia moneda, que cotizaría en los mercados de una manera u otra.
Y – me imagino – que al día siguiente de declararse independientes, darían a los catalanes la opción de permanecer como extranjeros en Cataluña a los que deseasen seguir estando amparados por la nacionalidad que ya tienen… lo cual obligaría a censar un enorme (supongo) numero de extranjeros que poseen en propiedad viviendas, negocios, vehículos… y a darles un trato fiscal diferente (el actual IVA por ejemplo)… porque la otra solución pasa por incautaciones y deportaciones masivas y no creo que se arriesgasen a ello.
Y los catalanes que trabajando en Madrid adquiriesen la nacionalidad catalana, ¿tendrían que pedir permisos de trabajo y residencia? ¿perderían los estudiantes sus becas?...
El lío es monumental.
Y ahora, viene lo mas gracioso.
El referéndum que se va a producir en Cataluña es para determinar quienes van a formar el gobierno autonómico. No es para ver si los catalanes desean ser un país independiente…
Si Arturo y sus colegas de la coalición, basándose en el numero de escaños obtenidos, hiciesen una declaración unilateral de independencia, estarían dando un golpe de estado… y da igual que sea basándose en el numero de escaños o en el numero de socios del Barça, porque a todos los efectos, esos escaños son para gobernar Cataluña como comunidad autónoma de España, es decir, para gestionar los recursos de España en Cataluña… no para acoger sentimientos ni dirimir voluntades.
En Cataluña, las coaliciones separatistas están sumergiendo a los ciudadanos en una piscina de engaños y mentiras para poder salirse con la suya…
Es así, lo diga el rey o su porquero.