Lo cierto es que no importa lo que suceda hoy en las elecciones.
Lo que tenía que suceder ya ha sucedido.
En estos momentos, cuando están a punto de abrir los colegios electorales, hay en Cataluña una quiebra social enorme, se ha creado un colectivo militante (similar a los bolcheviques rusos) muy incentivado, con el objetivo muy claro, dispuesto a echar de Cataluña a quien no pertenezca a su círculo de talibanes y financiado por el establishment burgués que lleva robando a sacos el dinero publico y privado en Cataluña desde que se creó la autonomía…
Se ha puesto en evidencia que delante de ellos no hay nada, que el gobierno de España es incapaz de hacer frente a sus pretensiones y que esa incapacidad deriva – sencillamente – de una escandalosa falta de voluntad por aplicar la ley.
Además se ha creado un colectivo enorme en el resto de España que está intelectualmente secuestrado por esas tesis catalanistas, según las cuales hay que admitir que la masa variopinta de españoles, procedentes de todas partes de nuestra piel de toro, que residen en Cataluña son “diferentes” al resto de los españoles. Que tienen una “cultura” distinta (como si fuesen chinos o iraníes) y que ese hecho inexistente les otorga derechos que los demás españoles no deben alcanzar.
Tenemos una izquierda esquizofrénica a la que se le traba la lengua cuando tienen que manifestar su españolidad, que odia los símbolos que representan a España y que sigue (a estas alturas) recitando la estúpida cantinela comunista de “los ciudadanos del mundo” para no reconocer su condición de nativos de España.
En este orden de cosas, los pocos españoles que – en Cataluña - no tienen vergüenza de manifestar su condición, son una minoría deprimida, acosada y señalada como apestados en su propia tierra… condenados a no hablar del tema porque – inmediatamente – son reprendidos por sus opiniones.
La metástasis está afectando a toda la nación y no parece que haya quimioterapia efectiva que la detenga.
Si – en el mejor de los casos – se demuestra que el bloque separatista (como todo el mundo sospecha) es apenas un tercio de la población, lo que encontraremos es un renovado esfuerzo por aumentar esas cifras en los próximos años… la desobediencia a las leyes de España seguirá siendo el pan nuestro de cada día (sin que tenga consecuencia alguna) y la presión educativa y mediática para generar separatistas aumentará.
Habrá nuevos intentos de referéndums ilegales, seguirán haciéndose listas blancas y negras de adeptos a la causa, aumentará la delación vecinal y todos los síntomas que se manifiestan en las sociedades enfermas por el odio irán aflorando poco a poco.
Cataluña – hoy - es un reflejo social (en germen) de la Alemania de los años cuarenta… o de los Balcanes a finales de los ochenta.
Quiera Dios que los acontecimientos no nos conduzcan a los desenlaces naturales (ya conocidos) de aquellas situaciones.