Con Esperanza Aguirre fuera de la política ya no me queda argumento alguno para defender al PP.
Lo que queda en el PP son los restos del naufragio...
Un naufragio que sucede tras obtener la mayoría absoluta mas absoluta de la democracia española.
Un naufragio incomprensible.
El PP se revuelve contra su electorado y lo aparta de un manotazo.
Poco a poco ha ido apartando a todos aquellos a quienes votabamos: María San Gil, Ortega Lara... y por último a Esperanza, nuestro buque insignia.
Poco a poco ha ido apartando a todos aquellos a quienes votabamos: María San Gil, Ortega Lara... y por último a Esperanza, nuestro buque insignia.
Esperanza Aguirre era la prueba del nueve. Cada vez que la mentabas veías a la chusma echar espumarajos por la boca.
Esperanza era el anticristo de la zarrapastra, el azote de los tontolabas, el parlamentario que cerraba la boca a Tomasín cada vez que éste eructaba alguna de sus simplezas.
Se va Esperanza del PP no porque esté enferma, sino porque el partido al que sirve no lo conoce ni la madre que lo parió.
Y es que para seguir haciendo la política de Zapatero, esta caricatura de PP no precisaba – en modo alguno - de una mayoría absoluta.
Gracias – presidenta - por los buenos ratos y por ese golpe de dignidad.
Te vamos a echar de menos Esperanza.
¡Ni te imaginas cuanto!