Según estos farsantes Cataluña no es España.
España les roba, les expolia, les oprime, les insulta, les humilla... pero estarían dispuestos a ser España bajo un formato político concreto.
Hablan de “estado libre asociado” o de “federación”.
Es como si los palestinos pidiesen ser “estado libre asociado” de Israel.
Y ya me tienen aburrido.
Nuestros políticos y una buena parte de la sociedad han asumido la falacia de que sobre el futuro de Cataluña sólo pueden decidir los catalanes, que es lo mismo que admitir que España y Cataluña son cosas diferentes.
Esta creencia, alimentada por los nacionalistas y por la izquierda española, siempre tan dispuesta a cualquier vileza, otorga a una parte de España un derecho inexistente.
Si España va a cambiar su estructura territorial, lo menos que pueden hacer es preguntarme si estoy de acuerdo, dado que sobre el papel, soy un ciudadano con los mismos derechos y obligaciones que cualquier otro nativo residente en la piel de toro.
Aquí, los nazis del norte quieren, como siempre, hacer trampas... y lo peor de todo es que los “responsables electos” de España están, sorprendentemente, dejándose robar mi cartera y asumiendo un discurso que es falso desde su propio origen.
Ser español implica que lo que le pase a un extremeño, a un andaluz, a un gallego, a un catalán o a un murciano, me afecta, porque – aunque ciertos anormales digan determinadas estupideces – todos los antes mencionados, y unos cuantos mas que no he listado, forman parte de lo que significa ser español.
Y ya está bien.
Una federación se produce cuando varios estados independientes deciden unirse, no cuando un estado independiente decide desmembrarse... y para ser “estado libre asociado”, previamente hay que ser “estado libre”... y cuando un grupo de ciudadanos conspira para destruir el Estado, comete delito de traición (y como a tales delincuentes hay que tratarlos si se forma parte de un “Estado de Derecho”).
Así que vamos a dejarnos de estupideces y de darle patadas al diccionario.